Muchos años antes de que Sylvester Stallone estrenara en 1976 la primera de sus tropecientas películas sobre Rocky Balboa (por cierto, no basadas en Graziano, sino en Chuck Wepner), el Rocky por excelencia del boxeo era Thomas Rocco Barbella, más conocido por su nombre de batalla: Rocky Graziano. Se mereció también un apodo obvio, The rock (La roca), pero que no tuvo mucha fortuna.

Y su película, que también la tuvo, se filmó en 1956 y fue el trampolín a la fama de Paul Newman. Por cierto, resulta curioso que el filme naciera de la autobiografía A alguien ahí arriba le gusto, y se llamara también así en el original, pero fuera traducida en España como Marcado por el odio, que transmite un mensaje mucho más deprimente.

Rocky Graziano falleció en mayo de 1990, a la edad de 71 años, por una insuficiencia cardiopulmonar, y su muerte causó una gran conmoción en el mundillo del boxeo, porque se le consideraba un grande de todos los tiempos.

La pelea que disputó el 16 de julio de 1947 ante Tony Zale se considera uno de los episodios más soberbios del boxeo mundial. Un combate entre dos titanes en el que Graziano arrebató al título a su oponente. De este duelo cogería Stallone algunos detalles para su primer Rocky, como ése en el que el púgil pide a su entrenador que le reviente la hinchazón de sangre en el ojo izquierdo que le impedía la visión.

Una de las curiosidades de la vida de Rocky Graziano es que fue más famoso tras retirarse en 1952 que por sus éxitos en activo. La clave fue la autobiografía que hemos citado, porque en ella se contaba una dura historia: la del quinto hijo de una familia de inmigrantes italianos que intenta prosperar en el conflictivo East Side de Nueva York. Rocco -y su madre, y sus hermanos- deben aguantar las borracheras de un padre de familia que aspiraba a ser boxeador y acaba resignado a ser estibador en el muelle.

Rocky se convierte en un golfillo más de las calles y, a medida que crece, aumenta el calibre de sus fechorías -también la capacidad para defenderse con los puños-, con una primera pausa de tres años en un correccional para menores (de 12 a 15 años). Y después, ya en el Ejército, le pega a un capitán, deserta y acaba en la cárcel militar de Leovenworth, en Kansas... que es una bendición para él, porque en ella aprende a boxear y descubre que puede con todo el que le ponen delante. De ahí al profesionalismo, y de ahí a la fama de ser uno de los mejores de todos los tiempos.