La selección española de waterpolo tuvo que esperar a su tercer intento para conquistar hace ahora tres lustros su primer título mundial. Ocurrió en tierras australianas, concretamente en Perth. Fue allí donde el mítico equipo formado por, entre otros, el malogrado meta Jesús Rollán, el ahora presentador del espacio televisivo Hermano mayor Pedro García y Manel Estiarte, probablemente la mayor figura que ha dado el waterpolo español en toda su historia y que se convirtió en el brazo derecho de Pep Guardiola durante la etapa del técnico catalán en el banquillo del Barcelona.

El Mundial de Perth de 1998 se presentaba como una oportunidad de oro para que una espléndida generación de waterpolistas españoles se consagrara como el mejor equipo del mundo. Venía aquel equipo de ganar los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996 y ya había subido al segundo escalón del podio en los dos Mundiales anteriores al de Perth (logró la plata en 1991, también en Perth, y en 1994 en Roma).

España se impuso en aquella final, disputada el 18 de enero de hace 15 años, a Hungría, selección a la que derrotó por un apretado 6-4. El combinado dirigido por Joan Jané cimentó su victoria en un inicio arrollador. Abrió brecha en el marcador en el primer cuarto del encuentro (3-1) y después tuvo el oficio suficiente para mantener su renta hasta el final del encuentro.

Fue un logro histórico, ya que aquella medalla de oro fue la primera para el waterpolo español en un Mundial y refrendaba el oro olímpico conseguido dos años antes en Atlanta. Además, el equipo de Jané se sacó la espina de las derrotas que había encajado en las dos finales anteriores. Yugoslavia e Italia fueron entonces los verdugos de un equipo que en aquella final se hizo con el título merced a los goles anotados a pares por Estiarte y Pedrerol y las dianas de Sans y Gómez.

El paso del tiempo ha servido para demostrar que aquel Mundial supuso un éxito sin precedentes para el waterpolo español. Y es que la selección nunca más ha vuelto a subir hasta lo más alto del podio en ninguna competición internacional, aunque sí que ha logrado buenas posiciones, como el cuarto puesto en los Juegos de Sydney (en 2000), la plata en el Mundial de Roma de 2009 y el bronce en el de Melbourne de 2007. Aquellos campeones se convirtieron en el germen de posteriores generaciones de waterpolistas que persiguen emular a un grupo tan exitoso como problemático.