Tal vez no fuera el retiro soñado, el final a la americana que todos esperaban ni la despedida con una canasta triunfal y un último Anillo de campeón de la NBA que ya vivió en ocasiones anteriores, pero el 20 de abril de hace ya una década fue el día en el que Michael Jeffrey Jordan disputó su último partido de baloncesto como jugador profesional. La de aquella fecha se convirtió en su tercera retirada, pero, a diferencia de las dos anteriores (una en 1993 y otra en 1999), fue la definitiva. Se marchó con un palmarés inigualable, un halo de estrella al que casi nadie ha podido asomarse y un mito viviente del baloncesto mundial y, por ende, de la NBA. Aunque los Bulls de Chicago fueron su equipo de siempre, al que elevó a los altares de la Liga americana de baloncesto, el retiro de Michael Air Jordan se produjo enfundado en la elástica de los Wizards de Washington. Perdió aquel encuentro de despedida en el que su equipo no tuvo ni la más mínima opción de ganar, ya que los 76ers de Philadelphia carecieron de piedad y se impusieron con una autoridad insultante (107-87).

Aunque muchos dudaban de si la tercera iba a convertirse en la retirada definitiva de Jordan, lo fue. Con 30 años se despidió una vez. Después, con 36. Pero en 2003 ya tenía 40 años y un emergente Kobe Bryant ya le había puesto en su sitio en sus enfrentamientos directos. En el último de ellos, un mes antes de la retirada de Jordan, el escolta angelino anotó la friolera de 55 puntos, por los 23 en los que se quedó Air, superado por el potencial físico de Kobe. Se convirtió este duelo en la puntilla. En el preámbulo de la retirada de Jordan, que poco después se despidió de la alta competición disputando un partido en el que anotó 15 puntos. No pudieron ganar los Wizards el encuentro para tributarle un victorioso homenaje a la estrella que se iba, pero al menos uno de sus rivales, Eric Snow, base de los 76ers, tuvo el detalle de cometer una falta sobre Jordan para que el mito se despidiera anotando desde la línea de personal y recibiendo una atronadora ovación de la afición de Philadelphia.

Así que el 20 de abril de 2003 fue un día triste para el baloncesto. Michael Jordan dio sus últimos coletazos como jugador de baloncesto para abrochar una exitosa carrera en la que acumuló infinidad de títulos colectivos e individuales. Ganó seis Anillos de la NBA con los Bulls de Chicago (1991, 1992, 1993, 1996, 1997 y 1998), títulos que adornó con el galardón de MVP de las seis finales de las que salió campeón. También fue MVP de la temporada regular en otras cinco ocasiones y disputó 14 veces el All Star. Cifras inalcanzables adornadas también con un par de medallas de oro olímpicas. La primera la consiguió en Los Ángeles 1984, cuando todavía era universitario, y la segunda le llegó formando parte del Dream Team que maravilló a todo el mundo en Barcelona 1992.

No le resultó sencilla la despedida a Jordan, que en su última etapa en los Wizards no guardaba una buena relación con sus compañeros. Air había dejado su cargo de mánager para regresar a las pistas y criticó con dureza a varios jugadores. Tras la retirada, intentó volver al cargo, pero no le dejaron. Luego compró una franquicia. Los Bobcats de Charlotte. Y siguió siendo un mito. Como en la actualidad.