Pamplona. El lunes, antes de su partida hacia Francia, el regatista navarro quiso realizar una presentación ante los medios y personalidades de su visión sobre la próxima competición en la que participará y de su velero el Reyno de Navarra. Este velero, con el que Charli se enfrentará a la Mini Transat, está patrocinado por empresas privadas que ceden la publicidad a Reyno de Navarra y por eso lleva este nombre.
La Mini Transat mantendrá a Lizancos un mes compitiendo en solitario en aguas del Atlántico. Así cuenta el propio Lizancos cómo se enfrenta a este desafío.
Sabemos que es la primera vez que compite en una edición de Mini Transat, ¿qué supone esto para usted?
Para mí esto significa culminar una ilusión que tengo desde los 18 años, que era cuando yo estaba en el equipo nacional. Entonces competíamos en Europeos, pero estábamos siempre pensando en los mundiales. Siempre lo ves como algo muy lejano porque, además, en España no se ha hecho apenas y ya sabemos que los dominadores con diferencia, son los franceses. Y bueno, como me pilló en el Nacional no lo pude hacer. Luego ya, por circunstancias de la vida, los negocios, la familia, mis hijas eran pequeñas... No quería arriesgar mi vida en esos momentos porque esto es peligrosísimo. Ahora ya que mi vida está más asentada y mis hijas son mayores es diferente.
¿Se ve con posibilidades de ganar la regata?
No. Y lo digo rotundamente porque yo ahora no soy profesional. Hay un grupo de profesionales que están todo el día entrenando, con barcos de última generación y mi barco es un prototipo de carbono de 10 años, entonces ya no es competitivo. Pero, como me decía el diseñador y constructor del barco, que lo estrenó en 2003, de 84 inscritos que somos en la competición sería posible quedar en octava o décima posición, que no estaría nada mal.
Y si ganara o quedara en una buena posición, ¿qué significaría para usted?
Supondría automáticamente que me fichen como profesional para competir en la vuelta al mundo de vela, la Vendée Globe, que es la primera regata en importancia. Te hacen un contrato de profesional y ganas muchísimo dinero. Pero, yo como ya tengo mi trabajo, mi oficinilla y vivo bien, no me hace falta.
¿Entonces no aceptaría competir en una vuelta al mundo?
A veces lo he pensado y no me metería porque supone dejar 2 años de tu vida y dedicarte a la vela por completo. Y esto yo lo hago en plan amateur y además sin pagar un duro porque tengo que agradecer muchísimo que todo este proyecto lo han financiado un grupo de empresas privadas, pero una vuelta al mundo son cuatro millones de euros más dos años de tu vida y no estoy dispuesto. Me gusta la vela pero no para tanto.
¿Qué cualidades de su persona o experiencias suyas como regatista podrían convertirle en un rival fuerte en la competición?
Pues mira, creo que el tener años, porque como he navegado en muchísimos barcos más complicados de llevar que éste, me ha aportado experiencia y va a ser mucho más fácil para mí que para una persona que empieza ahora a navegar con un barco de estos. Además, en cuanto a mis cualidades, tengo una ventaja que me viene muy bien y que no la he entrenado, ¿eh? Y es el tema del dormir. Yo duermo muy poco siempre. Aquí se duerme por tramos de 15 minutos. Yo con 15 minutos tengo más que suficiente, me despierto totalmente despejado. Otros no tienen esa suerte y tienen que tratarse en clínicas para poder controlar el sueño, creo que lo mío es una gran ventaja. Y otra cosa con la que no tengo problemas es con las comidas, no tengo mucho paladar, así que con la comida liofilizada me basta.
Aseguraba hace unos días que un proto es mucho más divertido y a la vez complejo que un protoserie.
Es más complejo porque el proto tiene una quilla que se desmonta y es pivotante y además lleva unas derivas de carbono a cada lado que se meten y se sacan. Es más complicado de llevar, pero a su vez es más divertido porque corre más, tiene más posibilidades de volcarse, lleva más superficie vélica que los de serie y, por tanto, te obliga a modificar muchas más cosas y no estás tan encorsetado como en un barco de serie.
¿Cuáles son los mayores obstáculos o miedos a los que se puedes enfrentar en esta experiencia?
El mayor miedo que tengo yo, y creo que todos, es encontrarse con algo que esté flotando, ese es el problema. Te puedes topar con un container medio hundido, con una caja caída de un pesquero y muchas más cosas. No hay ningún sistema de navegación que lo detecte y, si chocas contra algo, con un barco de estos de carbono, lo partes y te vas abajo. A la gente, y sobre todo a los que no navegan, le preocupa los temporales, el viento... Lo que me preocupa a mí es el no chocarme con nada para no romper.
Conociendo ya el velero como lo conoce, después de sus 1.800 millas en regata y las 1.000 millas en calificatoria que hizo en julio de 2012, ¿cuáles diría que son sus puntos fuertes y débiles?
Este barco tiene menos palo que el resto, medio metro menos, y esto hace que el bulbo lleve menos plomo: 275 kilos en lugar de 325, pero más que el peso es que al tener menos plomo es más fino y roza menos contra el agua. Entonces, cuando vas con viento fuerte, como son los alisios, con los que competiremos en la segunda etapa (de Lanzarote a Guadalupe), pues corres mucho más. Este barco puede llegar a alcanzar los 25 ó 30 nudos. Con lo cual, en la segunda etapa, en teoría, tengo que ir mejor que en la primera.
Si nos toca viento de proa o poco viento, vamos jodidos de verdad, porque no corre nada. Si nos toca de través, bien, pero con poco viento el que sea un barco más bien pesado, porque ya tiene 10 años, y el tener medio metro menos de palo, se nota. Pero, por lo demás, es un barco que es muy duro y más respecto al resto de barcos que se hacen ahora para la Mini, que son todos de nido de abeja y pesan 150 kilos menos que éste y corren más pero también es mucho más fácil romperlos y, al final, aquí, si no llegas, no puntúas.
Además, el barco lleva instaladas placas solares, lleva 200 amperios en baterías, que serían como cuatro baterías de coche, son de litio como las del teléfono móvil con lo cual cargan muy rápido. A parte de esas placas, lleva detrás otras negras y otras flexibles y con eso el barco navega bien. Si por lo que fuera fallasen y tuviera cuatro ó cinco días de poca luz, me obligaría a llevar más tiempo el timón y además, llevo un generador Onda, que está hecho en Chequia y lo conecto directamente a las baterías, lo cuelgo de dentro, lo arranco y me carga en un par de horas 50 amperios y eso supone un día de navegación.
Algo que produce siempre curiosidad a los que no sabemos sobre competiciones de vela, son las condiciones de vida durante tantos días en un velero, ¿cómo son?
Bueno, en cuanto a la higiene, entra alguien ahí y se muere porque no tenemos ni para refrigerar. Este barco sólo tiene una compuerta de atrás. Además en este barco no hay tiempo ni espacio para andar cambiándonos de ropa. Llevo dos o tres camisetas más, como mucho, para ponerme. Luego, nuestras necesidades las hacemos en bolsas biodegradables que luego tiramos al agua y se descomponen en unos minutos convirtiéndose en unos polvos blancos, es algo curiosísimo. En cuanto a la comida, ya he comentado que llevaré liofilizada y llevamos un hornillo para calentar el agua y poder cocinarla. Nos obligan, en función de las millas, a llevar 30 litros de agua en la primera etapa. Hay algunos que tiran la mitad y luego la mezclan con agua salada para llevar menos peso, pero eso en nuestro barco no se va a hacer, es una cochinada.
Y en cuanto a la seguridad, ¿lleva sistemas adecuados?
Sí, precisamente vamos 10 días antes allí para realizar una serie de pruebas y prácticas de seguridad en las que nos enseñan por ejemplo cómo sacar la balsa salvavidas que llevamos en una trampilla en popa. Tenemos que ser capaces de sacarla en ocho segundos. Llevamos también, un piloto automático, un sistema que psicológicamente te ayuda algo, aunque en la práctica poco, el que si tú vas navegando y te caes al agua, cuando estás a 50 metros más o menos a la altura de la red del fondo, se activa y el timón se mete entero a un lado y, si hay poco viento, el barco se para y te da oportunidades de volver a subir. Si hay mucho viento esto no suele pasar. Además, llevamos bengalas de seguridad y una de ellas es de polvo de color. Ésta se lanza al agua, que se pinta de color naranja a una distancia de un cuarto de un campo de fútbol y así somos visibles para los helicópteros. Pero los helicópteros solo pueden venir a rescatarnos si cuando activamos la baliza de seguridad estamos a 500 millas, unos 900 kilómetros de la costa, que es la autonomía que tiene un helicóptero en salvamento marítimo. Por seguridad también vamos amarrados con un arnés, aunque, cuando te caes al agua es muy complicado subir porque llevas la ropa de agua, el calzado, el cansancio, el estrés de que ves que te puedes quedar... Yo me caí una vez, me quedé enganchado y es muy difícil subir al estar amarrado al arnés. Por eso nos hacen llevar atrás una escalera para poder subir más fácil. Algunos no se ponen el arnés por comodidad, para poder manejarse mejor y llegar a todo, pero yo sinceramente voy todo el rato amarrado porque no por poder ganar dos puestos voy a jugarme la vida, que ya me la juego bastante.
¿Cómo hacen para saber en cada momento donde estáis?
Vamos marcados con un localizador GPS, que a nosotros nos da la posición, pero no sabemos donde estamos. Llevamos una radio pequeñita, porque no se nos permite llevar ni móviles ni ningún tipo de dispositivo con conexión a Internet, y a la noche, a través de Radio Mónaco, si consigues coger la frecuencia, que no es fácil, suelen darte la calificación de ese momento.