Iñaki Lizaso: "Osasuna seguirá en Primera si saca la casta de Patxi Puñal"
Iñaki Martínez Lizaso ha destinado, sin exagerar, más de la mitad de su vida al remonte profesional. Debutó con 19 años y lo dejó con 40. El lunes de la pasada semana cumplió 41 y unos días después nos contó cuál es ahora su ocupación y otras muchas cosas más
Doneztebe - Al protagonista de estas páginas le ha cambiado la vida. Pero no desde el pasado 8 de agosto, día en el que puso fin a su longeva (más de dos décadas) y exitosa trayectoria como remontista profesional, sino desde hace cinco años, que fue cuando comenzó a hacer meditación. "Sentí que algo marchaba mal en mi vida, que no estaba a gusto conmigo mismo, que me pasaba algo", señala como punto de partida. Lo siguiente fue ponerse manos a la obra. Acudió a un amigo, Jon Bru, exciclista profesional y dueño de un centro de fisioterapia en Mutilva, que le descubrió el Chi-Kung, "un tipo de meditación", explica Lizaso. "O mejor dicho, una actitud hacia la vida", matiza el exremontista, ahora regente de un bar en el centro de Doneztebe, un centenario negocio familiar que ha pasado a su poder tras la reciente jubilación de su madre. "Se trata de enfocar la vida a través del corazón y no de la mente. La mente lo único que trae es miedo, envidia, ambición, poder...", añade. "Creo que esto es lo más importante de esta entrevista", explica. Y lleva algo de razón, ya que estas revelaciones iniciales sirven, al menos, para entender un poco mejor las reflexiones que realiza a continuación sobre su pasado, su presente y su futuro, y también sobre algunos otros asuntos de la actualidad.
De salida queda clara la prohibición de hablar sobre el remonte, su especialidad durante casi 21 años, aunque se toma una licencia para admitir que "he sido un privilegiado por haber podido vivir del deporte durante tantos años". Pero eso ya es historia. Desde hace unos meses le toca ganarse el pan alejado de los frontones y sus esfuerzos y ambiciones se centran ahora en el bar El Café, un mítico lugar de encuentro en el centro de Doneztebe al que Lizaso quiere dar un giro, "aunque sin cambiar su esencia", explica. El local, un negocio familiar con más de un siglo de vida, seguirá siendo un lugar para tomar café, para comer, para cenar, para charlar, pero a finales de mayo o principios de junio, "si terminamos las obras a tiempo, que espero que sí", también será un discobar. "Un lugar para seguir la noche, algo que se había perdido", dice Lizaso, que anuncia su intención de revitalizar la vida nocturna de Doneztebe y, por ende, de toda la zona, en colaboración con el resto de hosteleros de la localidad. Es uno de sus proyectos y uno de los muchos temas que toca ante la prohibición de hablar de remonte.
¿Qué le resulta más estresante: los días previos a una final del Campeonato Individual de remonte o sus nuevas obligaciones de hostelero?
-El bar es más sacrificado, hay que meter más horas y cuesta más ganar el dinero. Reconozco que la hostelería es más dura que el remonte, aunque me encanta. Ahora estamos en plena obra y, como queremos abrir para finales de mayo o principios de junio, me paso el día acelerado. Como no estoy acostumbrado, me preocupo más de lo normal.
Parece que está más en forma y más delgado que cuando competía...
-Ya llevo unos años en los que tengo unos hábitos de alimentación que se han convertido en mi formar de comer. Me los enseñó Jon Garraus, un dietista buenísimo. Son estos hábitos los que me mantienen así ahora y también cuando jugaba a remonte.
Acaba de hacerse cargo de un negocio familiar. Cuéntenos la historia del bar El Café de Doneztebe.
-Tiene más de 100 años y yo soy ya la tercera generación que lo regenta. Mi madre llevaba 52 años trabajando y se jubiló el año pasado. Heredó el bar de su tío y ahora me lo ha traspasado a mí. Estoy haciendo obras porque, aparte de que había que hacer una reforma en el piso de abajo, mi intención es hacer un discobar en la parte de arriba para recuperar un poco la vida social que había antes en Doneztebe. La discoteca Bordatxo lleva ocho años cerrada y siempre había sido la referencia de Doneztebe y de los pueblos de alrededor. Casi todos nuestros padres se conocieron en Bordatxo. Aparte de una discoteca, era un lugar de encuentro. Con su cierre, eso se había muerto. Y hablando con vecinos, amigos y otros hosteleros de Doneztebe, la juventud estaba demandando un lugar en el que seguir un poco la noche. Y por eso me he decidido por lo del discobar, aunque la esencia del local durante el día va a seguir siendo la misma, la de toda la vida.
Veo que el bar está ubicado justo enfrente de la iglesia del pueblo...
-Sí, pero va a estar insonorizado. Además, no quiero que sea una discoteca al uso. Va a ser un lugar agradable para tomar una copa a gusto.
Con la tesitura económica actual, hace falta valor y dinero para embarcarse en un proyecto tan ambicioso como éste, ¿no?
-No cabe duda, pero, sobre todo, hay que tener actitud. La actitud positiva te lleva a cualquier sitio y, si haces las cosas con ilusión y le pones todo el corazón posible, con la ayuda de la familia sales adelante. No tengo miedo a fracasar.
¿Qué le dijo su madre cuando le comentó la posibilidad de hacer una reforma y apostar por una especie de discoteca?
-Al principio tenía un poco de miedo por la situación económica que vivimos ahora, pero me ha ayudado en todo. Y con lo del discobar no hubo problema. ¡Es que toda la vida ha habido eso en Doneztebe! Mi madre está acostumbrada.
Dice que casi todos los matrimonios de Doneztebe se conocieron en Bordatxo. ¿También sus padres?
-También. Mi padre es de Bera y conoció a mi madre, que es de Doneztebe, en Bordatxo. Y como mis padres, un montón de gente.
¿En su caso?
-No, yo conocí a mi mujer, Ana, en Elizondo. Pero muchos amigos míos sí que conocieron a sus mujeres en Bordatxo. Me acuerdo que, de chaval, nos juntábamos con gente de la Ultzama, de Ituren, de Gipuzkoa... Conocíamos a mucha gente porque todos los sábados venían y se entablaba una relación que se ha perdido.
¿Qué tal se le da poner copas?
-¡He nacido aquí y no he visto otra cosa! Se me da bien. En casa nunca hemos tenido un sitio para ver la tele. Vivíamos encima del bar y estábamos todo el día con la gente. Lo llevo en la sangre y me encanta.
Ahora que es usted el dueño del bar, ¿seguirá atendiendo la barra?
-Mucho más. Estoy todo el día. Solo descanso los domingos. Mi madre no descansaba, pero tengo dos hijas y necesito tiempo para disfrutar de la familia, aunque de lunes a sábado meto mil horas.
Tiene dos hijas. ¿Le gustaría que alguna de ellas continuara con el negocio cuando usted se jubile?
-Me encantaría. Apuntan maneras. La mayor está deseando que abramos para ir a bailar, así que el futuro está asegurado (risas).
¿Qué se le da mejor: el deporte o la hostelería?
-(Se toma su tiempo para responder) Las dos cosas.
Le pregunto por el deporte en general porque, además del remonte, creo que también coqueteó con el balonmano.
-Sí, incluso me fichó el San Antonio.
¿Por qué se decantó por el remonte?
-Porque entonces el balonmano no estaba tan boyante económicamente, había que entrenar mañana y tarde y había muchos desplazamientos. Eso no me permitía ayudar en casa y en el bar. En cambio, a remonte se jugaba en Pamplona y San Sebastián y me dejaba algo más de tiempo libre.
Cuenta que le fichó el San Antonio. ¿No se arrepiente de haber dejado de jugar a balonmano?
-No me arrepiento porque me ha ido muy bien. Jugué hasta los 18 años en la cantera del San Antonio. Era central. Por aquel entonces ya estaba Zupo Equísoain de entrenador y me consta que me seguía cuando estaba en categoría cadete y juvenil. Era un central atípico porque medía poco para jugar en esa posición, pero suplía la falta de altura con otras cualidades.
Apostó por el remonte porque entonces el balonmano no estaba tan boyante económicamente. ¿Y ahora?
-Ahora menos. Me dio una pena terrible la desaparición del San Antonio, pero creo que no se cuidaba muy bien la cantera. En mi época ya me daba cuenta de que en Anaitasuna se cuidaba mucho mejor a los cadetes y juveniles. En cambio, el San Antonio optó por coger un patrocinio importante, gastar el dinero en gente de fuera y hacer un equipo grande. Pero, en cuanto se acabó el dinero, no quedó ni cantera ni nada. Sin embargo, Anaitasuna siempre ha trabajado muy bien desde la base, que, para mí, es lo más importante.
¿Quiere decir con esto que el tiempo pone a cada uno en su sitio?
-Cuando yo jugaba en el San Antonio me daba cuenta de eso. En Anaitasuna se cuidaba mucho más a los chavales de casa y la verdad es que ese trabajo está dando ahora sus frutos.
Supongo que lo dice por la buena temporada que está haciendo Anaitasuna en la Liga Asobal y porque en breve se va a disputar la fase final de la Copa del Rey en Pamplona, ¿no?
-Sí. Si puedo ir a ver algún partido, me acercaré a Pamplona. Además en Anaita juega Ibai Meoki, que es de Doneztebe. Me encanta el balonmano.
¿Quién la va a ganar?
-Me imagino que el Barça, pero a ver si Anaitasuna da la sorpresa y se mete en la final. Lo que está claro es que Pamplona es un sitio de mucha afición al balonmano y Anaitasuna, aunque tenga otras secciones, es un club de balonmano. Será un éxito seguro porque la gente que organiza cuida mucho todos los detalles.
De pequeño también jugó a fútbol. ¿Sigue la Liga?
-Por supuesto. En mi familia somos madridistas de toda la vida, aunque cuidando a Osasuna porque somos navarros. Los madridistas vienen al bar El Café a ver los partidos del Madrid de Liga y de Copa de Europa. Suele haber polémica porque en Doneztebe hay mucha gente del Barça.
Pues no corren buenos tiempos para el Real Madrid y sus seguidores...
-La verdad es que no. Parecía que habíamos ganado ya la Liga, pero hemos perdido dos partidos seguidos y... Pero pienso que no se va a decidir nada hasta la última jornada.
¿Quién es mejor: Messi o Cristiano?
-(Duda un poco) Messi. Tengo que reconocerlo. Cristiano tiene todo el mérito del mundo porque es una máquina hecha para el fútbol, pero Messi es un genio.
Madridista, pero también osasunista. ¿Cómo analiza la temporada de los rojillos?
-Parece una montaña rusa, pero están acostumbrados a jugar al límite del descenso y al final siempre sacan esa casta que tiene Osasuna. Pienso que este año también pasará lo mismo y no habrá problemas. Osasuna seguirá en Primera si saca la casta de Patxi Puñal.
Hablando de navarros y de fútbol, ¿qué opinión tiene de Alberto Undiano Mallenco, tan criticado por su arbitraje en el último duelo entre Real Madrid y Barcelona?
-Me parece que los árbitros tienen un mérito terrible. Para empezar, todo el mundo se lo ponemos difícil: aficionados, jugadores, entrenadores, medios de comunicación... Si viéndolo por la tele dudamos de las jugadas, in situtiene que ser todavía más difícil. Hay que intentar ayudar más a los árbitros. Así habría muchas menos polémicas. Son humanos y cometen errores, como todo el mundo, pero tienen un mérito terrible. También veo que tienen demasiada responsabilidad. Tal vez les iría mejor si pudieran disponer del ojo de halcón o de otras historias para tomar decisiones.
¿No le quitaría picante al fútbol?
-Tal vez. La esencia del fútbol también es esa: la polémica, el debate...
Además, ha reconocido que en su local se habla mucho de fútbol...
-Discutimos muchísimo porque vienen muchos culés, pero sin pasar nunca a mayores.