Tocado y hundido
n o resulta sencillo hablar de un partido cuando la actualidad de un equipo está totalmente marcada por los tristes y graves acontecimientos judiciales y policiales que se viven en el seno de Osasuna por malversación de fondos, falsedad documental y contable y por amaños de unos partidos que no evitaron el descenso.
Se trata de delitos gravísimos que se deben depurar llegando hasta las últimas consecuencias, y cuando digo hasta las últimas consecuencias me refiero a todo el fútbol español, porque el tufo que despiden los amaños no es coto cerrado de Osasuna, sino de todos los clubes, incluidos los grandes. Sería lamentable que Osasuna fuese el chivo expiatorio de todo ese mafioso mundo y los demás se fuesen de rositas. Si se levantan las alfombras, hay que levantar las de todos. Y hay que hacerlo porque, además de falsear los campeonatos y el deporte, en ese mundo de dinero negro, los robos y saqueos a los clubes pueden estar a la orden del día ya que es un dinero incontrolable, porque solo se sabe que ha salido de la entidad una cantidad concreta, pero se desconoce a dónde llega ni cuánto se pierde por el camino. El deporte debe ser limpio en todos los rincones, y da la impresión de que queda mucha tela por cortar en este aspecto. Si se ha empezado, que no pare, que todos devuelvan el dinero saqueado y que no se resuelva todo con unos meses de cárcel y el dinero en paradero desconocido.
Y en medio de detenciones, declaraciones judiciales y policiales, calabozos y cárceles, se siguen jugando partidos o simulacros. Seguramente Mateo debutó ayer en medio de una vorágine que impide a la plantilla centrarse en el trabajo. Será necesario darle un margen de confianza mayor y no valorarlo por el mal encuentro de ayer ante el Racing. Sin embargo, este choque tampoco debe pasarse por alto, ya que se vieron aspectos realmente preocupantes.
Es cierto que el equipo mejoró tácticamente, pero poco más. A Osasuna le costó sacar el balón y profundizar, porque apenas usó sus bandas y porque los pivotes estuvieron ayer totalmente fuera del partido. Neko estuvo desaparecido y Loé pasó de ser un buen recuperador a un perdedor de balones. Falló el eje del equipo y por ello no hubo conexión con los hombres más adelantados. Falló hasta el juego directo que proclamó Mateo. Además, los pivotes tampoco arroparon a los centrales y éstos evidenciaron lagunas importantes que supo aprovechar el rival para llevarse el partido. Errores que se fueron contagiando al resto del equipo conforme fueron pasando los minutos y fueron llegando los goles en contra. El Racing, sin hacer nada del otro mundo, supo llevar el partido a donde le convenía, y fue el rey de los balones divididos y de los rechaces, logrando con ello que cualquier error o mal detalle osasunista se convirtiese en un drama o en un temblor. Con el 2-0 el equipo bajó los brazos y perdió la poca intensidad y velocidad que había demostrado. No tuvo tampoco capacidad de reacción, porque le falta mentalización, sosiego y ánimo.
Es cierto que en cinco entrenamientos no se pueden coger las nuevas ideas futbolísticas que intenta transmitir Mateo y que puede haber mimbres y equipos para llevarlas a cabo, pero lo jodido es que no tiene tiempo, que el descenso está ahí y que Osasuna necesita salir del agujero para dar algo de esperanza a una afición que, al igual que el equipo, está en este momento tocada y hundida por todo lo que está malviviendo.