pamplona - Llegó a Pamplona en agosto después de firmar con su nuevo equipo: GH Leadernet Navarcable. Wivian Gadelha (29 de abril de 1984, Recife, Brasil) está a punto de cumplir los 31 y es toda una veterana en el mundo del voley. Aunque ella misma es consciente, y así lo reconoce, que no le quedan muchos años más sobre las pistas.

Es brasileña. Jugó en Las Palmas y en Perú. ¿Cómo sobrevivió al invierno aquí?

-Se me hizo bastante duro. Era la primera vez que venía a un sitio con invierno duro porque en Las Palmas ya sufría con 15 grados. Allí con esa temperatura estaba con mis mantas, mis chaquetas... y vengo aquí y me encuentro con -5 o -10 grados y con nieve. Pero hay que probar de todo, el calor, el frío...

Lo supo llevar bien entonces...

-No, para nada. Pero no tenía otro remedio y tenía que llevarlo lo mejor que podía.

¿Había visto nevar antes?

-No, nunca había visto nevar. Había visto algo de nieve alguna vez que estaba jugando. Pero lo que se dice nevar nevar la primera vez fue aquí en Pamplona. Recuerdo que llegábamos de madrugada de un partido y empezó a nevar mucho, así que salí corriendo para hacer fotos muy feliz. Pero ya está, ya no quiero más nieve (risas).

Dicen que somos personas frías. ¿Usted opina lo mismo?

-No, me parece que sois igual que el resto.

Quizás influya el clima entre el sur y el norte...

-Sí, puede ser. En Las Palmas es totalmente diferente con la playa y el clima, pero las personas no creo que sean muy diferentes. Y tampoco he notado mucha diferencia respecto a Brasil.

¿Por qué eligió Pamplona?

-Porque Chema contactó conmigo. Lo conocía de antes. Había trabajado con él en Las Palmas y me gusta su trabajo y también el proyecto del club y por eso me decidí en venir aquí. Dije: venga voy a pasar frío a Pamplona (risas). Él me lo había advertido, pero ya vine preparada y dispuesta a ello.

¿Conocía algo de aquí?

-De Pamplona no, nada. Los Sanfermines, lo único.

Tengo entendido que los veía...

-Sí, en la tele. En esas fechas estoy siempre en Brasil, en casa, y todo el mundo lo pone en la tele y lo ve.

¿Qué pensaba cuando veía los encierros?

-Que eran una locura. No podía creerme que la gente hiciera eso, pero cada uno con sus costumbres.

¿Esta vez los verá en directo?

-No. En cuanto termine la temporada me voy a casa que ya estoy deseando.

¿No tiene gusanillo?

-No. Si vengo alguna vez de vacaciones igual sí que aprovecho y los veo, pero ahora me iré a casa.

¿Y si se queda los correrá?

-No, eso no (risas). Yo me quedaría viéndolos en lo más alto. Mirando y ya está.

Hábleme ahora de su experiencia en Lima.

-Fue bastante bien. En el aspecto deportivo podíamos haber sido mejores porque en la semifinal perdimos por poco y creo que podíamos estar en la final. Fue una experiencia que me sirvió mucho para lo personal también porque destaqué como central. Después la gente, la comida y el clima, muy bien.

¿Le costó adaptarse?

-No, para nada porque todo era muy parecido a Brasil.

¿Qué tal la comida?

-Riquísima, pero aquí también. Me encanta la comida española.. Voy a echar de menos los champiñones de Pamplona y el jamón serrano (risas).

Ha estado en lugares diferentes y la gastronomía también era distinta. ¿Dónde se come mejor?

-Ufff... entre el ceviche peruano y las comidas de aquí... La tortilla y el jamón me encantan. El jamón serrano ufff... estoy pensando ya en ir a casa para comer (risas). Siempre que me voy a Brasil llevo a mi familia y también para que pueda comerlo allí hasta que vuelva.

¿Hubo algo que le sorprendiera en Lima?

-La ciudad era un poco caótica. Había demasiado tráfico, peor que Brasil casi. Eso se me hacía un poco pesado, pero el resto muy bien.

¿Cómo es en Brasil?

-Hay mucho caos de tráfico porque para las siete de la mañana sale la gente de sus casas para ir a trabajar en coche y cuesta mucho llegar a los sitios que quieres.

¿Guarda algún percance de sus viajes?

-No, nunca me ha pasado nada. Y gracias a Dios.

¿Cómo se lleva estar a tantos kilómetros de casa?

-Es difícil estar tanto tiempo así. Cuando pasan casi ocho meses sin ir a casa echas de menos a tu madre, tu padre y tus amigos, pero al final es mi trabajo y tengo que acostumbrarme. Lo bueno es que ya queda poquito para volverlos a ver.

¿Fue dura la decisión de salir?

-Al principio más o menos porque venía a España por primera vez, no conocía a nadie y no hablaba nada de español.

¿Vino sin saber ni una palabra?

-Sí. No sabía nada. Llevaba tres meses y yo creo que el entrenador creía que era muda porque no hablaba con nadie. Entendía algo porque es un poco parecido, pero hablar era más difícil. Pero al final no me costó mucho.

¿Qué echa de menos de su país?

-La playa, por favor, la playa. Después alguna comida también.

Bueno, tiene San Sebastián cerca...

-He ido una vez, pero hace mucho frío (risas).

Se licenció en Nutrición. ¿Se considera buena estudiante?

-Sí, yo creo que sí. Además, me gusta bastante. Siempre que tengo la oportunidad cuando estoy en Brasil procuro hacer un curso porque sé que no voy a jugar toda la vida. Estoy cerca de jubilarme -entre risas-.

¿Tiene en mente ya la jubilación?

-No, ver venir. Hasta donde pueda, hasta lo máximo que pueda. ¿Igual es hasta los cincuenta? No sé (risas).

¿Se plantea trabajar en algo de los suyo?

-Sí. Me gusta bastante la Nutrición deportiva y en Brasil hay bastante campo y me veo trabajando en algo de eso.

O sea que en España ni se lo cuestiona...

-Si tuviera la oportunidad, sí. Me gusta vivir aquí y estoy muy a gusto.

¿Es consciente de la crisis por la que atraviesa este país?

-Sí, sí, pero en Brasil también. Ahora hay un poco con la nueva presidenta... A ver qué pasa de aquí a diez años.

¿Le gusta la cocina?

-Me gusta comer, si me lo das hecho, pero la cocina no es de mis cosas preferidas.

¿Y cómo se las apaña aquí?

-No me gusta, pero aquí tengo que hacerlo. Si me das a elegir siempre elegiré que me cocinen (risas).

¿Se hace comida brasileña?

-Me hago mucha pasta y como bastante ensalada. En Brasil se comen muchas frijoles y a veces compro aquí y lo hago. Pero normalmente cocino cosas de aquí. Me encanta la tortilla y el revuelto de champiñones.

Se ha españolizado algo entonces...

-Sí, la verdad es que no hago mucha comida brasileña.

Compartió vestuario en Las Palmas con Isa Guerra. Ahora vuelve a hacerlo y además son compañeras de piso. ¿Qué tal se llevan?

-Bien, estamos en casa muy bien y en el equipo también.

¿No le cansa tenerla todo el día a su lado?

-No. Es difícil que a mí me canse algo.

¿Qué hace en el poco tiempo libre que tiene?

-Me suelo quedar en casa. En Brasil no me gustaba salir mucho de fiesta y aquí con el frío que hace menos. Ahora que sale el sol ya estoy saliendo y podría decir: hola Pamplona.

¿Cuál es el rincón que más le gusta de su nueva ciudad?

-La Taconera. Es un sitio muy bonito y ahora con las flores está muy lindo.

Cambiando de tema, ¿con 1,87 le miran mucho?

-Sí me dicen que queé alta soy y qué hago para ser tan grande. Siempre me preguntan por la calle, es normal.

¿Le sienta mal?

-No. Desde niña ya era más grande que las demás, así que siempre lo he llevado bien.

¿Qué número de pie calza?

-El 44. Es difícil ir a una tienda y encontrar mi número, por eso suelo hacer compras por Internet.

Con esa altura, no le hará falta llevar tacones...

-No (risas). Aunque tampoco uso mucho. Lo máximo que me pongo son tres o cuatro centímetros.

¿Sabe ya dónde pasará el verano?

-En casa, junto a los míos. Tengo muchas ganas ya y lo primero que haré será ir a la playa. Estaré con los míos el máximo tiempo porque luego tendré que prepararme para pasar otra vez frío aquí (risas).