José Luis Korta: “El primer día que monté en una trainera dije que no iba a montar más”
donostia - José Luis Korta afronta una nueva etapa de su vida. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que el ya exentrenador de Kaiku inició una temporada sin estar al cargo de ningún equipo. Pero al de Ortzaika no le preocupa. A sus casi 70 años inicia una nueva aventura. Dejará de dar ordenes todas las semanas desde la motora y emprenderá los deseos aparcados durante años debido a este deporte que tanto le hace disfrutar a pesar de que también tenga sus malos momentos. Sin embargo, por la sangre de Korta todavía corre esa pasión por el salitre, por dar otra palada más y echar una mano siempre que sea necesario.
De Ortzaika, el remo tenía que ser su destino.
-Era lo único que conocíamos en Orio. Cuando oíamos el ruido de la trainera desde dos kilómetros, salíamos a verla. En las fiestas hacíamos regatas. Así empezamos. Estábamos encima del agua o mirando para el río, a la carretera nunca.
¿Tuvo esa competitividad que le caracteriza desde las primeras paladas?
-Si he conseguido algo es porque me he cuidado y he entrenado. Cuando empecé con el skiff, si los otros hacían un entrenamiento, yo hacía dos. En los entrenamientos siempre competía contra algún bote que estuviera por ahí y si no había, lo hacía con la gabarra de arena. Todos los días, en pleamar salía y ahí iba yo. Siempre me ganaba, pero ahí estaba al día siguiente. Hasta los últimos metros le ganaba, pero luego cogía la recta y me pasaba. Siempre dispuesto a la guerra.
Una vida ligada a la trainera.
-Así es y eso que el primer día que monté en una trainera dije que no iba a montar más. Fue en 1969, estaba físicamente muy bien, pero tenía un estrobo pequeño que no me dejaba repalear, se me cargó el brazo muchísimo. Hice veinte minutos y en cada palada iba diciéndome a mi mismo que no iba a montar de nuevo. He cumplido de maravilla esa promesa. Tengo casi 70 años y todavía algún día monto.
¿Cómo ha llevado la familia esta carrera deportiva?
-Mi familia ha andado todo el rato de un lado para otro. Cuando fiché por Kaiku en el año 1975, la familia vino conmigo. Solo el perro se quedó allí, pero luego también empecé a traer a los perros. Ha sido así siempre. En verano la familia iba a Orio y yo me quedaba aquí. Por eso, este año quiero hacer varios viajes con mi mujer y le prometí que iríamos a ver las regatas a Lucerna, el segundo domingo de julio, y este año a ver si podemos hacer ese viaje.
En su carrera, tiene un sentido especial Kaiku.
-Sumando cada etapa, habré hecho unos 25 años. Ya era hora de que se olvidaran de mí (risas). Aunque para mí todos son especiales. Cuando vas a trabajar a un club, lo de sentir la camiseta es una mentira. Un deportista cuando juega no se acuerda de la camiseta, lo que quiere es ganar, luego ya si es de casa, mejor. Soy de Orio y ahí he remado a gusto, pero cuando he estado en otros sitios también. En mi caso, he dejado trabajos increíbles por el remo. Primero cuando vine a Kaiku, luego estaba fijo en el Ayuntamiento de Orio y me fui a Castro.
¿Qué recuerda de sus primeros años en Kaiku?
-Kaiku era una trainera que estaba en todas las regatas; andaría último, pero siempre estaba. Me acuerdo cuando vine aquí, la gente estaba contenta porque habíamos ganado a alguien. También me acuerdo de ver a la tripulación con lágrimas de alegría cuando hicimos segundos en la primera jornada de Zarautz, en el año 1976. La última ciaboga la hicimos mal y nos ganó Astillero. Cuando nos dimos cuenta de que éramos segundos, que los buenos lo habían hecho peor, la tripulación estalló de alegría. Aquello fue la hostia y algo que se queda grabado.
¿Se puede quedar con algo en esta larga carrera?
-Los últimos años en Kaiku han sido bonitos. Había gente que nunca había remado la Bandera de La Concha y ganarla con ellos fue el no va más, se me salían las lágrimas. He disfrutado más cuando he estado fuera de la trainera que cuando he estado dentro. En mis primeros años ganaba y me acostumbré a hacerlo solo. Luego, he sentido mucha más satisfacción al ver a la gente llorando de alegría dentro de la trainera. También ha habido momentos malos, con respecto al dopaje, pero eso vamos a olvidarlo y quedarnos con lo bueno.
Este último año ha sido diferente al que estaba acostumbrado; le tocó pelear por la salvación. ¿Qué tal llevó esta nueva etapa?
-Al principio, con mucho miedo. Los amigos me decían que en mi último año igual bajaba, pero en Kaiku me dijeron que les ayudara y tenía que hacerlo. Cuando hay una tripulación buena, cualquiera es buen entrenador.
Y lograron el objetivo.
-Las primeras regatas hicimos últimos, pero sabíamos que a nada que acertásemos, daríamos el saltito. Cuando dejamos de ser últimos, reaccionamos bastante bien. Nos animamos y fue una cosa bonita. Fue algo que hicimos entre todos. Remeros, directiva, afición? un club para que funcione tiene que ser una familia. Este año ha habido cambios y yo llevaba varios años diciendo que lo dejaba, pero si me hubieran querido otro año más, me habrían tenido aquí.
¿Le da pena tener que dejarlo de esta manera?
-Había gente de este año y de los que habían estado otros años que querían estar aquí conmigo. Tenía la tripulación hecha, pero la directiva decidió otra cosa y me da pena por los remeros. Era una tripulación bonita. El año pasado tuvimos que hacer una limpieza terrible porque no había para pagar. La gente se repartió, fueron a otros clubes y lo hicieron muy bien. Había gente que quería volver, pero no ha podido ser.
¿Tiene algo pensado para ahora?
-Disfrutar. Vamos a por los 70 años y el salitre del mar escuece un poco más. Este año tengo previsto coger vacaciones y hacer todo lo que tengo atrasado de estos años, que no he podido hacer entre una cosa y la otra. Lo que está claro es que cuando vaya a la cama, dormiré tranquilo, sin pensar en la trainera.
Tranquilidad por fin.
-No lo sé. Mi último año sabático fue cuando salí de Castro y acabé en tres clubes. Primero Chapela, luego Lekeitio y terminé en Kaiku. Este año ya me estoy liando para estar algún día en la motora y ayudar a Elantxobe.
No puede estarse quieto.
-Cuando vengan a la ría, iré a hacerles una visita y echarles una mano en lo que pueda, aunque sin ningún compromiso. Trataré de motivarles, ya que me dicen que siempre les quitan a los chavales. En Elantxobe es difícil y tener la trainera en el agua ya es un mérito increíble. Están un poco apartados y luego tienen muchos clubes cerca como Ondarroa, Bermeo, Mundaka?
¿Su colaboración con Elantxobe es su único proyecto?
-Me gustaría hacer yolas de mar aunque no sé si la barriga me dejará doblarme. Hay cantidad de regatas y con eso saldría de viaje. Tendría que entrenar, pero sería bonito coger el bote e ir con la mujer por ahí de vacaciones.
“Un deportista cuando juega no se acuerda de la camiseta, lo que quiere es ganar; luego ya si es de casa, mejor”
“Llevaba varios años diciendo que lo dejaba, pero si me hubieran querido otro año más, me habrían tenido aquí”