La escalada siempre ha sido un deporte llamativo y mitificado por el riesgo que conlleva. Llena de leyendas e historias, en Navarra siempre ha sido un deporte muy a tener en cuenta que esconde sus propios misterios y enigmas, como la Cruz de los Cencerros encontrada en la Peña del Cantero de Etxauri, que data del año 1728 y cuya procedencia todavía se desconoce, pues la primera ascensión se registró en el año 1902 y para entonces la cruz ya estaba allí.

Una de las fotografías de escalada que ilustran la ‘Guía de Escalada en Navarra’ de Carlos Velázquez.

Al principio fueron hombres que decidieron conquistar aquellas paredes inalcanzables con su fuerza y su terquedad, utilizando material rudimentario y jugándose la vida para llegar a la cima y proclamarse victoriosos del ascenso. La escalada deportiva casi no existía y la presencia de mujeres era prácticamente inexistente. Como recordaba Carlos Velázquez, “la escalada en esa época era muy distinta, casi parece otro deporte. Nos subíamos por las paredes igual que ahora, pero era un deporte muy masculino, de hombretones, y todavía sigue quedando mucho de eso”.

Página de la guía que corresponde a la Cara Norte y la Aguja Pepe Aramburu del Monolito de Leire.

Pero esta imagen de fuerza bruta y hombres grandes se ha ido diluyendo con el paso de los años, mientras que la figura de la mujer adquiría cada vez más presencia en la escalada. Se desarrolló la técnica, se especificó el material y poco a poco fue cambiando radicalmente la forma de entender la escalada. Hoy en día, a pesar de estar rodeada todavía de algunos mitos arcaicos, está al alcance de todos y para todos.

Y precisamente en Navarra, donde está tan extendida y casi podría decirse que forma parte de la cultura de esta tierra, venía haciendo falta una guía de escalada actualizada que reuniese todas o la mayoría de zonas, vías, grados e información necesaria para poder continuar con este legado que nos dejaron las primeras personas que consiguieron subir una pared con la única ayuda de sus brazos y una cuerda.

Una guía renovada y aumentada

Ya se han escrito varias guías de diferentes formatos, pero Carlos Velázquez ha dado un paso más allá con su nueva Guía de Escalada en Navarra, una recopilación que, más que información simple, es una oportunidad para mostrar su forma de entender la escalada. Esta guía llega renovada y aumentada, con años de experiencia detrás y un trabajo largo y arduo realizado durante más de cinco años con el objetivo de que los escaladores acierten con la vía que buscan. Para ello, Velázquez, junto a más de 60 colaboradores, ha reunido información fiable y contrastada de las 29 zonas de escalada, entre las que destacan las más conocidas como Etxauri, San Fausto o Peñartea. “Cada raya, cada dato y cada foto han sido hechos con una planificación e intención. Es la misma atención que pongo a pie de pared antes de encaramarme para hacer una vía”, escribía Velázquez.

Escalador desde los 16 años, Velázquez aseguraba sentirse privilegiado por haber vivido más de 40 años sobre la roca. Guía de montaña, bombero, montañero, pero, sobre todo, escalador, calcula que ha equipado cerca de 500 vías nuevas entre equipamientos y reequipamientos, trabajos que plasma en su nuevo libro para que cualquier persona que quiera escalar en Navarra pueda acceder a esa información.

“No es una guía para escaladores de alto nivel ni lo contrario. Es un poco para todos y hay de todo”, contaba, porque el creador de esta guía defiende la idea de que “la escalada la puede hacer y es para cualquiera”. Como bien decía Velázquez, “no tiene más valor lo que hace un escalador de alto nivel que lo que hace uno que está empezando; cada uno tiene que encontrar su forma de entender, vivir y hacer escalada, independientemente del grado que haga o su género”.

Velázquez ha encontrado la suya, y la plasma en este libro: “A veces puede parecer que yo sé todo y vengo a contar cómo hay que hacer las cosas. En absoluto. Cuento lo que a mí me parece o cómo entiendo la escalada”.

“Esta es una guía de todos, hecha entre muchos”, afirmaba el escalador con satisfacción. “Hacer esta guía es consecuencia de haber hecho otras antes, hay una continuidad, aunque esta es muy distinta”, desarrolló, “hay una actualización de información, aparecen algunas zonas nuevas, hay vías nuevas y reparadas”. Una de las diferencias con su anterior guía, publicada en 2009, es el cambio de los dibujos a las fotografías. “Por otro lado, esta guía ha sido una oportunidad para contar qué es para mí la escalada: cómo la vivo, cómo la siento, qué es”. Así, Velázquez ha incluido en este libro muchas más cuestiones que las puramente técnicas de la escalada.

Saber de dónde venimos

“Equipar para mí es un placer: es un trabajo muy físico, muy duro, y poco reconocido”, explicaba. También poco visibilizado, ya que existe detrás de cada vía “un trabajo burocrático que no se ve, y muchos escaladores no saben ni que existe”. Velázquez mostró su desacuerdo con los escaladores “que van, escalan y ya está”: “Quién ha puesto eso ahí, no me importa. A mí no me parece bien tener la poca sensibilidad de no saber dónde estamos”. El conocimiento de la historia es importante y también “saber de dónde venimos, porque no vale consumir vías solamente: hay que implicarse”. “Cuando conoces de dónde venimos, tu mente se abre y entiende muchas cosas. Supone entender en qué momento estás, te da una visión más real y acertada y te sitúa mejor en el presente”, sostenía el escalador.

Y precisamente por eso, la guía se caracteriza por contener pequeños fragmentos de información, historia y consejos con los que el autor pretende dar a conocer la historia de la escalada en Navarra y generar conciencia sobre todo lo que implica acercarse a una pared y utilizarla. Datos históricos sobre los primeros equipamientos de las paredes, geología, anécdotas curiosas, pequeñas píldoras de conocimiento sobre naturaleza, fauna y flora autóctona, cuestiones técnicas, de seguridad y éticas o consejos de convivencia son algunas de las cosas que incluye este trabajo de 416 páginas.

Así, Velázquez no solo ofrece información sobre las 29 zonas de escalada, los 230 sectores y las miles de vías que ilustra, sino que añade lo que para él es algo primordial en la escalada: verla como un todo, un conjunto de acciones y pensamientos, desde el cuidado del entorno, la vida salvaje o los pueblos cercanos, al respeto y la consideración entre escaladores.

Toda esta información aparece dosificada a lo largo de la guía mediante pequeñas anotaciones junto a las fotografías, pies de página o códigos QR que hacen inevitable su lectura. “Tú vas a buscar información, pero en la misma reseña vas a ver frases sueltas. Si hago un apartado al principio no lo va a leer mucha gente, pero si está incorporado durante la guía, se ve”, explicó Velázquez. También aparece información sobre el acceso a las zonas de escalada y el tiempo de aproximación, la orientación y la inclinación de las paredes, la dificultad, la posibilidad de ir con niños, época recomendada para escalar en cada zona y otros detalles que garantizan una escalada más cómoda.

Más de cinco años de trabajo

“Lo he hecho porque me apetecía, porque me gusta. Ha sido un placer excepto al final, que tenía muchas ganas de terminar y se me amontonaba”, relató Velázquez. El trabajo le ha llevado cinco años “a ratos”, salvo al final, cuando tenía el compromiso de terminarla y tuvo que dedicarse a tiempo completo a ella, renunciando a la escalada para quedarse en casa frente al ordenador. “Eso me pesaba. Esto es impagable, pero lo hago porque me gusta”, aseveró Velázquez. Además, por el camino se encontró con el “regalo” que ha supuesto contar con la colaboración de más de 60 personas, conocidas y desconocidas, con las que ha contado para obtener y contrastar toda la información de la guía. “Ha sido una suerte”, aseguró.

Entre las dificultades de crear una guía se encuentra la conocida complicación de las graduaciones en las vías. Es algo sabido y asumido que el grado es algo subjetivo, poco preciso y con una cantidad de variables muy amplia. En el mundo de la escalada no existen jueces y cada vía debería tener un rango aproximado de graduación. Porque, ¿quién decide que esto es un 5b y eso otro un 7a? ¿Con qué autoridad y conocimiento se gradúan las vías? Velázquez ha encontrado la fórmula más acertada o, según él, “la menos mala”.

“Inconscientemente, todos buscamos objetividad”, apuntó el escalador, “queremos que la vía tenga el grado que pone en la guía, y eso es imposible”. Para aproximarse lo máximo a la objetividad, la solución fue contar con la opinión de la mayoría, sobre todo en Etxauri y San Fausto, las escuelas más visitadas. Velázquez ha tenido en cuenta dos cosas: la opinión mayoritaria y el grado en el que se mueve la persona que opina. “Es muy difícil que una persona que está escalando grados altos pueda graduar bien vías con grados bajos”, opinaba. Esto incluye grados con los que el propio escalador discrepa, pero ha mantenido la opinión de la mayoría. La otra dificultad, que conllevan todos los trabajos de recopilación semejantes, ha sido la organización: “Ha sido muy laborioso, hay que ser muy organizado para manejar tanta información y fotos. Muchas reseñas antiguas, teléfonos, fotografías…”, contaba.

Equilibrio entre escalar y cuidar el entorno

¿Cuáles son las claves para conseguir un equilibrio entre disfrutar la escalada y respetar el entorno? Para empezar, “bajar el listón de nuestras exigencias”, afirmaba rotundamente Velázquez: “Yo puedo querer equipar una vía, pero si hay una nidificación importante, por muy buena que sea la pared no se puede equipar ni escalar”. Y esa serie de cosas relacionadas con el medioambiente hay que aceptarlas. “Cosas que muchos escaladores ni se plantean”, lamentó Velázquez. Ocupar el menor espacio posible en el aparcamiento, compartir coche, gritar poco y, sobre todo, implicarse. Velázquez lo dejaba claro: “No hay que conseguir grandes consensos para hacer cosas. Las pequeñas acciones suman”, y según el escalador ese es el camino para ir creciendo y convertirse en un buen escalador. “No nos tenemos que callar; hay que intervenir en las cuestiones ambientales, técnicas y de seguridad, y hay que transmitir esto”, aseveró.

También son necesarios unos conocimientos básicos de naturaleza: “Cuando empiezas a conocer, empiezas a querer el entorno en el que te mueves. Si no tienes ni idea, no valoras ni sabes si hay algo que valorar. A eso se llega en años yendo a la naturaleza y leyendo. Pero, ¿cómo motivas a la gente?”, se preguntaba Velázquez. Algunas cosas las cuenta en la guía: qué ha pasado para que esto esté así, por qué existe una formación de rocas u otra. “Esas paredes tan alucinantes son por algo”, y eso es lo que hace falta para ser un buen escalador. Velázquez lo tiene muy claro: “Tener un poco de conocimiento, y a partir de ahí, crear conciencia”.

Y, así como los escaladores deben hacer un esfuerzo para entender que algunas cosas no son negociables, “la Administración tiene que tener una visión más real de la gestión ambiental”. Más empatía, eficacia y comunicación, pedía Velázquez. “No tienen en cuenta que los escaladores tenemos que ser los primeros en ser gestores del medioambiente, porque somos los que más horas metemos en las paredes, los que estamos a diario, y es un error no contar con nosotros”, manifestó. Sin embargo, en su opinión la Administración es “muy lenta, torpe y poco eficaz” con las regulaciones de la escalada, que muchas veces no tienen “ni pies ni cabeza”.

“Gran parte del guarderío criminaliza a los escaladores. No hay participación, nunca la ha habido, y hace falta que entiendan que la regularización tiene que ir por otro camino, que sin nosotros esto no acabará de funcionar nunca”. Velázquez pide unión y colaboración, en la que los escaladores participen también. “Hace falta que ambos lados tengan empatía, capacidad de comunicación y participación. Hay que buscar el resultado óptimo, y para eso los escaladores tenemos que colaborar”, aseveró.

El futuro de la escalada

“Somos un colectivo en el que cada uno va a lo suyo y no tenemos futuro así: deberíamos tener un poco más de espíritu de grupo. Navarra es una de las mejores zonas de escalada de la península por el entorno, la calidad y el nivel del equipamiento, y eso es producto de que una serie de personas hemos estado haciendo cosas durante años, poco a poco. Muchas pequeñas cosas suman, pero estamos acostumbrados a que nos hagan todo. Vivimos en un mundo muy individualista y hace falta un poco más”, manifestó Velázquez.

“Yo me quedo con la gente que suma, que aporta, que incluso puede discrepar con mi forma de entender la escalada, pero mira qué podemos hacer entre todos para mejorar este mundillo de la escalada”, aseveró Velázquez, que prefiere hablar de lo que sí le gusta en lugar de centrarse en lo que no. “Me gusta la gente que suma, que comparte, que escala otros grados, pero te valora igual independientemente del grado que hagas. Esa gente me gusta”, reiteraba.

Para Velázquez, la escalada no es una afición, es una pasión: “Me ha hecho desarrollarme como persona y ha sido importantísima para vivir; a veces me pregunto qué hubiera sido de mí si no hubiera escalado, y no quiero ni imaginármelo. Viviría peor, seguro”, reía. “Es muy terapéutica; si tengo un mal día, escalar me relaja un montón”, relataba, hablando de esa sensación “placentera” que aparece cuando estás muy concentrado: “Desaparece totalmente el mundo y solo existen dos metros a tu alrededor. Está tu respiración, tu consciencia corporal, a veces el miedo. Pero cuando el miedo desaparece, es una sensación maravillosa”.

Cifras

29 zonas de escalada. En sus 416 páginas, la guía recoge información sobre 29 zonas y 230 sectores. Ha contado con la colaboración de más de 60 personas.

500 vías equipadas. Velázquez, que se inició en la escalada en torno a los 16 años, suma más de 40 sobre la roca y afirma haber equipado y reequipado más de 500 vías en su carrera.

En Corto

Mucho más que una guía. Esta recopilación, más que información simple, es una oportunidad para mostrar la forma de entender la escalada de Carlos Velázquez.