"LA Iglesia ha prescindido de los grandes personajes y se ha fijado en alguien que no tiene ningún caché en el Vaticano, es un pastor de ovejas, y eso es muy significativo de lo que puede estar pasando, de que la Iglesia quiere cambios...", asegura el padre jesuita José Enrique Ruiz de Galarreta, que tuvo ocasión de conocer personalmente al nuevo Papa a principios de los 70. "Será una figura más parecida a la de Juan XXIII que a Benedicto XVI, y aunque es cierto que no se encontraba entre los candidatos, ya fue propuesto en el anterior Cónclave y obtuvo bastantes votos lo que denota que es una figura de bastante relevancia", admite Joaquín Perea, sacerdote de Bilbao y profesor de Teología en la Universidad de Deusto, que participó ayer en el foro Gogoa. Perea cree que es la oportunidad para culminar la reforma iniciada por el Concilio Vaticano II que "quedó muy frenada y que ha provocado incluso la escapada de bastantes católicos". "Reformas que quedaron bloqueadas por la Curia", indica. "Podemos hablar de cierta renovación. Se puede esperar una dimensión más pastoral, una mayor presencia en el mundo de las dificultades, de los problemas actuales. Es un cardenal fuera del ámbito europeo, que entronca además con una realidad, la latinoamericana, donde compite asimismo con el entorno vital y difuso de las sectas", expone. Pronostica que dará una impronta peculiar a su pontificado teniendo en cuenta su trabajo al frente de la diócesis de Buenos Aires donde ha tenido "una preocupación especial por las personas más desfavorecidas". Señala también que los jesuitas abordaron una profunda "renovación desde que el padre Arrupe se acercara a los "más desfavorecidos" y defendiera la "justicia en el mundo". "La Curia se ha convertido en instrumento de control del propio Papa, y habrá que ver si tiene coraje y ayuda suficiente para acometer esa reforma", apostilla.
El obispo auxiliar de Pamplona y Tudela, Juan Antonio Aznárez Cobo, se alegró de la "sorpresa" que ha supuesto la elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa, con el nombre de Francisco I. "Estamos encantados y agradecidos a Dios", dijo el obispo, quien insistió en la "la sorpresa" de la elección porque "no era uno de los favoritos". A su juicio, que no sea de un país europeo "es normal", la gran novedad ya se dio con la elección de un Papa no italiano, porque el catolicismo "no es una exclusiva de Europa". Para José Luis Morrás, portavoz del Arzobispado, es una buena noticia que se haya elegido a un latino que conoce la realidad de ese continente donde se mueven la mayoría de los católicos. "Un hombre cercano a su pueblo y a la gente que sufre, que fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, que se enfrentó con el Gobierno de Kirschner por leyes como la de los matrimonios homosexuales", destaca. Como Francisco, patrono de las misiones, devuelve a la sociedad el "espíritu misionero" de uno de los "mayores santos de la compañía jesuita, dado a los demás y que representa el temple navarro".
Desde Cáritas, Ángel Iriarte acogió con "alegría" la llegada del primer papa no europeo y el primero latinoamericano a la cabeza del catolicismo. "El nombre de Francisco nos evoca a Francisco de Asis en su cercanía a los pobres y en su sencillez, y al de Francisco Javier, un jesuita que representa la apertura al mundo, el misionero", explica.
Fermín Labarga, profesor de Historia de la Iglesia de la UN, cree que la llegada de un miembro de la Compañía de Jesús, con una trayectoria en la Iglesia argentina, con el nombre de Javier "también querrá tomar del ímpetu misionero en estos tiempos". Una orden religiosa, los jesuitas, con "más influencia en los últimos siglos" y un peso específico, pero que no había tocado el Vaticano. Y un líder al que le toca "renovar el espíritu evangelizador de la Iglesia" en un momento donde están en crisis "todas las instituciones, la familia, el Estado, la Iglesia a la que le toca adaptarse para ejercer la caridad y la solidaridad".
Para Mikel Aramburu, de la asociación Solasbide-Pax Romana, ha sorprendido la decisión pero, a la vez, parece evidente que "el futuro de la Iglesia no está en Europa, aquí se ha quedado la Iglesia madre un poco apagada". De hecho, cree que "España se ha convertido en país de misión". "Este Papa puede aportar esperanza, que es posible otra forma de vivir, otros valores, otra ilusión, que podemos caminar todos juntos al margen de los dogmas", y en definitiva abogar por un "diálogo con el mundo que era lo que propugnaba el Concilio Vaticano II, apertura a otras religiones, etcétera". Una orden, la jesuita, que aporta por otro lado "gran riqueza y valor, con una larga trayectoria, muy cercana al poder pero que también fue perseguida e incluso expulsada".
Juan Miguel Arriazu, prior de la Hermandad de la Pasión, cree que el mensaje de Jesucristo crece más allí donde más dificultades existen, "donde la gente lo pasa realmente mal", lo que ha ocurrido en Latinoamérica teniendo en cuenta, por contra, que "pese a la crisis aquí la gente está mucho más acomodada". Un Jesús que, más que nunca, tiene que ser voz de "salvación y esperanza, de un nuevo Evangelio que ya puso en marcha el Concilio Vaticano II".
desarme de la curia El párroco de Goñi y miembro del colectivo religioso que ha impulsado una movimiento en contra de los desahucios, Imanol Bakaikoa, manifestó su satisfacción por la llegada al Vaticano de un Papa que se declara "Obispo de Roma, que habla desde la humildad y que conocerá una realidad muy distinta a la europea". Una oportunidad para trabajar "desde la acción solidaridad, desde la práxis más que desde la ortodoxia". También el sacerdote Eugenio Lekunberri habla de "esperanza" y "mayor apertura" con la presencia de un jesuita que "puede desarmar la curia vaticana con una iglesia más cercana a los tiempos, que afronte la situación de pobreza y se acerque a la gente". Por su parte, el profesor de la facultad de Derecho Canónico de la UN, Javier Otaduy, aseguró que el hecho de que el nuevo Papa haya escogido el nombre de Francisco I "significa mucho" porque quiere subrayar "la espiritualidad profunda de San Francisco de Asís". Coincidió con Aznárez al comentar que el nombre de Francisco I indica una "voluntad clara" de subrayar "la espiritualidad profunda de San Francisco de Asís: "Pone un punto de espíritu sobrenatural y profundo espíritu cristiano".