aMsterdam. Guillermo Alejandro y Máxima de Orange se convirtieron ayer en los nuevos reyes de los Países Bajos, tras la abdicación de la ya princesa Beatriz con 75 años y en una emotiva ceremonia en la que los tres protagonistas dejaron ver su cercanía con miradas y sonrisas cómplices.

"Juro que defenderé y guardaré siempre, con todas mis fuerzas, la independencia y la integridad del territorio del reino", dijo el nuevo rey de Holanda ante los Estados Generales, el resto de las autoridades del país y los dignatarios extranjeros. El monarca más joven de Europa, con 46 años, aseguró asimismo que "la democracia se basa en la confianza de los ciudadanos en el Estado y viceversa. La monarquía no es estática, es también un símbolo de continuidad".

"Me toca ser rey en un periodo en que muchas personas están en una situación vulnerable, en su trabajo y sus ingresos", dijo Guillermo Alejandro durante su discurso de investidura, seguido por muchos de sus compatriotas a través de las grandes pantallas que el Ayuntamiento instaló en Amsterdam.

Tras la firma del acta de abdicación por la ya princesa Beatriz, la comitiva real y sus 2.400 invitados se trasladaron a la iglesia Nueva, un templo neogótico de más de 600 años y en donde se escenifican los actos más importantes de la vida de la familia real holandesa.

Allí, Guillermo Alejandro, que portó sobre el frac el manto de investidura, una prenda que todos los monarcas holandeses han vestido desde 1815 y sin ceñirse la corona, fue investido rey de los Países Bajos por los Estados Generales.

símbolos de poder Frente a los tronos se situaron las insignias reales (el cetro, el globo imperial, la espada real y el estandarte), confeccionadas por orfebres holandeses en 1840 y símbolos del poder del rey. A la solemne ceremonia, que duró algo más de una hora, asistieron también los miembros del consejo de ministros, el Consejo de Estado y los gobernadores y primeros ministros de Aruba, Curaçao y Sint Maarten, que también juraron o prometieron su fidelidad a la Constitución.

En lugar preferente y frente a Guillermo Alejandro y Máxima se situó a la princesa heredera, Catalina-Amalia, de 9 años, sentada junto a su abuela la princesa Beatriz, y sus hermanas pequeñas.

Las niñas iban vestidas de azul cobalto, al igual que su madre, la reina Máxima y también Beatriz de Orange, en referencia al color de la bandera de los Países Bajos. En el exterior del templo, los miles de holandeses congregados guardaron silencio mientras su nuevo Jefe del Estado aseguraba que "el hecho de que el rey no tenga responsabilidades políticas, no significa que no tenga responsabilidades".

"Mi madre ha sido monarca, esposa, madre e hija, y no ha fallado en ninguna de sus responsabilidades", afirmó el rey holandés, que buscó la mirada cómplice de la ya princesa Beatriz al señalar que "ella no ha buscado la popularidad fugaz, sino los valores permanentes". De la ya princesa de los Países Bajos, su rey dijo que "su sabiduría y calidez me acompañarán siempre". La atenta mirada de la reina Máxima, visiblemente emocionada, siguió en todo momento las palabras de su esposo.

al mismo paso La nueva reina entró en el templo al mismo paso que su esposo, despejando la duda suscitada entre algunos medios del país sobre si se quedaría unos pasos atrás. Máxima Zorreguieta, nacida en Buenos Aires y primera argentina en ser reina consorte en un país europeo, llevó un vestido largo de encaje, bordado en el cuerpo y en la falda, y con una capa de hombros cuadrados azul añil.

La esposa del rey holandés lució una tiara de diamantes, perlas y zafiros, con pendientes y broche a juego, así como la medalla y banda de la Orden del León Holandés, creada en 1815 y la orden civil más antigua de los Países Bajos. La música corrió a cargo de la Sinfonietta de Amsterdam, el conjunto de instrumentos de viento Nederlands Blazers Ensemble y el Coro de Cámara Holandés, en representación de la cultura holandesa. También intervino el organista fijo de la iglesia Nueva, Bernard Winsemius. El séquito real se dirigió después al palacio de Amsterdam, donde los nuevos reyes de los Países Bajos ofrecieron una recepción a sus invitados de 18 casas reinantes del mundo, así como a autoridades nacionales, al cuerpo diplomático y otros dignatarios invitados. Tras ser investido rey Guillermo Alejandro, los holandeses que contemplaban la ceremonia en el exterior a través de pantallas gigantes, gritaron "¡Viva!" a los nuevos reyes.