La oleada roja predicha por Trump terminó siendo una escasa victoria republicana en la Cámara de Representantes: 222 escaños rojos frente a 213 demócratas. Esta mayoría de nueve votos es suficiente para frustrar la agenda interna del presidente Biden y para someter a la Casa Blanca a una implacable sucesión de comités de investigación, pero el primer paso es elegir al portavoz de la Cámara de Representantes.

El 118º Congreso no podía comenzar su legislatura hasta que un nuevo portavoz o presidente de la Cámara (speaker) fuera elegido. El puesto se adjudica por votación el primer día de la nueva legislatura, por la mayoría absoluta de los votos emitidos. Siguiendo el protocolo, los miembros se reunieron por la mañana del martes 3 de enero para cerrar el 117º Congreso. Al mediodía, la secretaria de la Cámara Cheryl L. Johnson informaba que la elección del portavoz era el primer punto del orden del día. Ambos partidos habían nombrado a sus líderes: Los demócratas a Hakeem Jeffries, de New York, y los republicanos al representante de California, Kevin McCarthy.

Uno a uno, cada miembro indicó en voz alta el nombre del candidato por el que votaba, pero ninguno acumuló los 217 votos necesarios. McCarthy perdió con 203 votos contra los 212 votos del demócrata Jeffries. Todos los demócratas votaron por su candidato, con la excepción del representante Donald McEachin de Virginia, que murió el pasado 28 de noviembre. El recuento de la segunda votación fue idéntico: 203 votos para McCarthy con 19 votos para el representante republicano Jim Jordan de Ohio, y 212 para Jeffries. En la tercera ronda de votación, Byron Donalds se unió a los 19 legisladores republicanos que se negaron a votar por McCarthy en las dos primeras rondas: 212 votos para Jeffries, 202 para McCarthy, y 20 para Jordan (que a su vez votó por Mccarthy).

Si nadie obtiene la mayoría, se repitía la votación, porque la Cámara no puede iniciar la nueva legislatura hasta que se elige un portavoz.

El martes McCarthy marcó un récord en su carrera política. Es la primera vez en 100 años que se necesita más de una votación para elegir al portavoz desde que en 1923 Frederick Gillett de Massachusetts fuera elegido después de nueve votaciones. Esta ha sido la votación más larga en 164 años, la quinta más larga de la historia. Podría haber sido peor: en 1856 fueron necesarias 133 votaciones y dos meses de trabajo para elegir al republicano Nathaniel Banks de Massachusetts por mayoría simple. En los más de 200 años transcurridos desde que se reunió el primer Congreso de dos años en 1789, tales “contiendas de cámara” (battle on the floor) han ocurrido solo 14 veces.

Barricada ultraconservadora

Lo que se interponía entre McCarthy y el puesto que ha deseado durante tanto tiempo era una barricada de 20 miembros ultraconservadores. Entre ellos se encontraban muchos miembros del Freedom Caucus como los representantes Byron Donalds, Matt Gaetz y Ana P. Luna de Florida, Andy Biggs de Arizona, Andrew Clyde de Georgia, Lauren Boebert de Colorado y, Chip Roy de Texas. El 60% procedía del sur. La mayoría fueron respaldados por Trump y lo apoyaron en su farsa sobre fraude electoral, pero eso no es indicativo porque 180 de los 222 republicanos de la Cámara cuestionaron los resultados electorales de 2020.

McCarthy alegó haber hablado con Trump el martes por la noche y que éste le “reiteró su apoyo”, pero el expresidente no hizo público su respaldo. Tras tres votaciones fallidas, ese silencio era muy significativo. Pero el candidato fracasó estrepitosamente incluso después de que Trump hiciera un llamamiento a los legisladores republicanos, diciendo que “hará un buen trabajo, y tal vez incluso un gran trabajo…” Un alegato con olor a eufemismo que indica que también Trump alberga dudas.

Los disidentes han exigido introducir cambios para reducir las competencias del portavoz, aumentar la descentralización de la toma de decisiones y, adoptar medidas para facilitar el proceso de destitución. También han pedido que más miembros del Freedom Caucus participen en el importante comité de normas de la Cámara, que dicta si los proyectos de ley llegan al pleno, restricciones presupuestarias y, tener voz y voto sobre un puñado de proyectos de ley sobre inmigración y otras cuestiones prioritarias para la extrema derecha. Los moderados han mostrado su frustración por las excesivas concesiones.

Los padrinos de McCarthy lucían pines con las letras “OK” o “Only Kevin” (sólo Kevin) en los pasillos del Capitolio. Patrick McHenry salió de la oficina del candidato el martes por la noche y declaró que el proceso de negociación iba a ser largo. “He dado el discurso más largo en la historia de la Cámara, aparentemente me gusta hacer historia”, dijo McCarthy, refiriéndose al discurso de 8 horas y 32 minutos que pronunció en 2021 para evitar expandir la red de seguridad social. “Si esto lleva un poco más de tiempo, está bien”, agregó.

Tras quince votaciones

McCarthy anunció que solo necesitaba un voto más para ganar. Un farol, porque el bloque “NK” o “Never Kevin” no cedió y, en el aniversario de los incidentes del 6 de enero, Gaetz llegó a proponer a Trump como portavoz… porque el hombre que había hecho a “América Grande de Nuevo” podía hacer al “Capitolio Grande Otra Vez”. El saldo: Catorce humillantes derrotas para McCarthy en tres días. La penúltima votación del viernes incluso produjo un altercado violento, cuando uno de los representantes tapó con la mano la boca del representante Mike Rogers, presidente entrante del poderoso comité de servicios armados, intentando evitar que insultara a Gaetz. Algo que no se veía desde el siglo XIX. Este hecho terminó por desencadenar la decimoquinta nominación de McCarthy, por pura vergüenza. Gaetz finalmente se abstuvo, y McCarthy obtuvo el mazo de portavoz.

Históricamente, era la primera vez que se presentaban dos candidatos afroamericanos, el demócrata Jeffries y Byron Donalds de Florida, el primer candidato negro del Partido Republicano para portavoz; ninguno de los dos tenía opciones.

La votación ha aumentado la incertidumbre sobre la deseabilidad de McCarthy como líder porque, habiendo resultado tan difícil negociar su liderato, no parece contar con la necesaria autoridad como para obtener los votos necesarios en cualquier otro tema relevante.

No era una mera cuestión de dinero. El estado que más paga a sus representantes es New York, con un salario medio anual de 56.000 dólares. El portavoz de la Cámara recibe 223.500 dólares, la mitad del salario del presidente, 400.000 dólares al año. Pero esto representa sólo una porción de sus ingresos, que dependen de la ética o de la capacidad de venderse a sí mismo a los lobbies. A McCarthy se le supone una fortuna cercana a los 100 millones de dólares. De hecho, es uno de los políticos más ricos de la Cámara.

Es (además) una cuestión de poder. Portar el mazo coloca a McCarthy en posición de salida para ser candidato a la presidencia del país. Mediante este chantaje político, Trump y el minoritario Freedom Caucus obtienen más voz de la que les corresponde, algo que no beneficia ni al partido ni al país.

Este premio político significa un primer revés para la recién inaugurada mayoría republicana y auspicia un año muy difícil para el Good Old Party, que persigue gobernar la cámara y controlar a los demócratas del Senado y de la Casa Blanca, pero demuestra no poder gobernarse a sí misma y estar a merced de su extrema derecha.