Antes del Día de Acción de Gracias de este año, los hambrientos habitantes de la república anticipan una cesta de la compra más barata. La Oficina de Agricultores de Indiana (INFB) evalúa anualmente los precios de los artículos más populares, como el pavo y el caldo de carne, las grosellas y el pastel de calabaza, con el objetivo de determinar el costo de la cena. Según los resultados de este año, una familia de diez miembros gastará un promedio de 54,64 dólares en Thanksgiving, lo que equivale a 5,46 dólares por comensal. Es preciso subrayar que el rango de un pavo de Acción de Gracias se sitúa entre los 7 y los 14 kilos. Yo he llegado a ver un pavo de 18 kilos en mi horno. A los que nos gusta asar el pavo sin relleno, a 170°C, requiere un tiempo de horneado de aproximadamente de 30 minutos por kilo. Isabella Chism, segunda vicepresidenta de INFB, ha señalado que los precios son un 10% más bajos que en 2022. “Los anfitriones se enfrentan a un precio medio por kilo de pavo de 2,8 dólares”; un pavo gigantesco costaría $50 dólares, aproximadamente un 21% menos que el año pasado.

La disminución de los precios del pavo se atribuye a una reducción en los casos de influenza aviar y a la consecuente recuperación en la población de pavos. Pero se debe asimismo a la disminución significativa de la inflación, que alcanza su punto más bajo desde principios de 2021. Los precios de la gasolina, los comestibles y los coches de segunda mano han mostrado tendencias a la baja. La oleada inflacionaria de septiembre de 2020, que aumentó del 1.4% al 5.4% en un año, alcanzó su clímax de 8.5% en julio de 2022. A partir de entonces se ha producido un continuo descenso hasta el 3.2%, que ha superado las expectativas. Esta disminución de la inflación ha impactado positivamente en el mercado de valores, reflejando un optimismo creciente en la economía en general, algo que beneficia a Biden de cara a las elecciones de noviembre de 2024.

Pero las cosas se han complicado para el Partido Demócrata en otro frente, el de la política internacional.

En enero, Biden obtuvo un índice de aprobación del 46% en las encuestas de intención de voto, con un 50% de desaprobación. Tras una estrepitosa caída, en noviembre goza de un ralo 40% de aprobación y un 57% de desaprobación. Si bien el presidente disfruta de una sólida tasa de aprobación del 77% dentro del Partido Demócrata, incluso entre los demócratas hay un 21% que desaprueba su política. Como era de esperar, la agenda de Biden se enfrenta a la desaprobación del 91% de los republicanos. Entre los independientes, un significativo 63% expresa desaprobación, lo que supone un grave desafío. Biden necesita un apoyo más sólido dentro del partido y la tasa de desaprobación de tres a uno pone su candidatura en peligro.

La crisis en Gaza

Según el analista político Steve Kornacki, la disminución en los índices de aprobación se debe a la crisis en Gaza. En septiembre, el 53% de los demócratas expresó su desaprobación hacia la política de la Casa Blanca con respecto a Gaza; tan solo un 33% aprobó su alineación con el gobierno del Likud. En noviembre, un 62% de los demócratas desaprueban el enfoque de Biden. Por grupos de edad, la critica es menos pronunciada entre aquellos de 65 años o más, con un 41% en contra de la guerra y una tasa de aprobación del 53%. Sin embargo, el 71% de los votantes de 18 a 34 años expresa una desaprobación explícita de la política de la Casa Blanca en Israel. Este desglose por edades revela un cambio sustancial con respecto a 2021 y supone un reto notable, ya que los votantes jóvenes son un grupo demográfico crítico para que los demócratas se hagan con la victoria dentro de un año.

Por contra, Trump continúa dominando el campo republicano en las primarias. En septiembre, ostentaba un 59% del apoyo republicano, y ha mantenido su posición. Ron DeSantis tan sólo cuenta con un 18%, experimentando un modestísimo aumento del 2% en los últimos dos meses. La candidata Nikki Haley ha experimentado un aumento del apoyo republicano, pasando del 7% en septiembre a un 13% hoy. Pero, a pesar de su ausencia en los debates, Trump no tiene rival, y sus constantes llamadas a cancelar futuros debates, calificándolos de “innecesarios”, subraya su confianza. La falta de un contendiente viable dentro de su partido permite augurar que Trump será el candidato republicano.

Y es que las encuestas muestran un cambio en la dinámica de la carrera presidencial de 2024. Por vez primera, Trump supera a Biden por dos puntos en las encuestas de intención de voto (46% a 44%). En enero Biden gozaba de cierta ventaja. El 39% de los encuestados lo valoraban positivamente y el 46% negativamente. En contraste, tan sólo un 32% de los encuestados expresaban una opinión favorable de Trump y un 53% tenía una opinión negativa de él. Diez meses después, ambos candidatos gozan de un 36% de aprobación. La calificación desfavorable de Trump se mantiene en 52%, pero la de Biden ha aumentado al 53%. Y es nuevamente entre los votantes más jóvenes (18 a 34 años) donde se percibe un cambio notable, con un 46% de apoyo a Trump y un 42% a Biden. Esto representa un cambio respecto a las elecciones de 2020, cuando Biden obtuvo un apoyo 26 puntos superior al de Trump entre los jóvenes.

No hay candidato bueno

Las encuestas subrayan que en opinión de los votantes no hay candidato bueno. Si Biden se enfrentara a un candidato que no fuera Trump, tendría un 37% de posibilidades de ganar frente al 48% del otro candidato. Por otro lado, si Trump enfrentara a un candidato que no fuera Biden, tendría tan solo un 40% de posibilidades de ganar frente al 46% del candidato demócrata. Estos números subrayan la incapacidad o inadaptación de ambos candidatos.

El conflicto en Gaza ha repercutido significativamente en el panorama político de los Estados Unidos, afectando gravemente a la agenda electoral del Partido Demócrata. El ala izquierda del partido aboga por un alto el fuego y urge poner fin al creciente número de víctimas civiles, al tiempo que exige un distanciamiento con respecto a la política belicista del presidente Netanyahu. Pero, contra toda lógica, este cisma demócrata patrocina el recrudecimiento de la guerra, ya que ha ampliado las perspectivas de victoria electoral del Partido Republicano, decidido aliado del enfoque beligerante del Likud y de seguir alimentando militar y financieramente la guerra en Gaza. Y no deja de resultar aún más paradójico que todo esto beneficie a Trump quien, en desacuerdo con el sentimiento predominante de su partido, ha criticado públicamente la política de Netanyahu.

En el ámbito de la dinámica electoral, Trump opera en un espacio que desafía la lógica convencional. Sin adherirse a las líneas políticas marcadas por su partido, la resonancia de su candidatura parece prosperar aun cuando rema contra la corriente del sentimiento de voto demócrata. Incluso cuando se aparta abiertamente de las posturas ideológicas del republicanismo, y sin adherirse a planteamientos demócratas, Trump logra capitalizar las complejidades de la atmósfera electoral, utilizando en su favor los vientos electorales que a nadie benefician.

En pleno desafío de las dinámicas del juego político, el impacto de la agenda de terror de Netanyahu ha aguijoneado la carrera presidencial de Trump. Dos milenios de historia de las matemáticas nos han enseñado que la suma de dos números negativos nunca producirá un resultado positivo en álgebra; tampoco en política.