El nuevo Papa, tras la bendición Urbi et Orbi, oficiará misa en la basílica de San Pedro, para luego visitar la basílica de Santa María la Mayor. Posteriormente saludará al colegio cardenalicio y celebrará la misa solemne en la basílica de San Pedro. Pero León XIV deberá asumir otro cargo inherente al papado: el de obispo de Roma y para ello deberá tomar posesión de su diócesis romana dentro de su catedral -que no es la de San Pedro, que está en otro Estado, el del Vaticano, y cuyo ámbito es el de toda la cristiandad-. La catedral romana es la de San Juan de Letrán, omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput (madre y cabeza de todas las iglesias del mundo y de la ciudad).

A los pocos días de ser elegido, el nuevo Pontífice debe tomar posesión y presentarse ante los fieles y clero de la capital italiana. Antiguamente, el recién elegido Papa aparecía en la catedral encabezando una procesión desde San Pedro hasta el Vaticano, pero que hoy no hace tiempo, la ceremonia sigue siendo muy seguida por los romanos, que la consideran propia y más cercana. En la basílica, el Papa debe presentar el certificado de su elección y ofrecer una exhortación como nuevo obispo, lo que suele ser seguido por la celebración de la eucaristía.

Generalmente, una vez elegido un nuevo Papa, se procede a una ceremonia de coronación, algo que ya no contempla la nueva constitución vaticana Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II, ya que en su texto se elimina el artículo 92, señalando que:

“El Pontífice, después de ser solemnemente entronizado y durante la ceremonia de la inauguración del pontificado, tomará posesión de la Patriarcal Archibasílica Lateranense (San Juan de Letrán) con una celebración eucarística y no en la ‘inauguratio’ solemne del ministerio petrino.”

A hombros y con tiara de oro

La ceremonia en la que el nuevo Papa tomaba posesión de su sede de obispo era la basílica de San Juan de Letrán, se hacía a hombros, y con la tiara dorada sobre su cabeza, sentado en un trono. El último que fue coronado de esta manera fue Pablo VI, aunque a los pocos días decidió dejar de lado la tiara papal para colocarse la suya. Fue Juan Pablo I, el primer Papa que renunció a la ceremonia de coronación desde entonces sus sucesores le han seguido.

Lo que sí debe realizar el recién elegido cabeza visible de la Iglesia es nombrar a los encargados de las 9 congregaciones vaticanas, elegir a su ministro, al secretario de Estado, al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, eligiendo sustituto a Santa Inquisición. Además, un sinfín de nombramientos esperan al nuevo sucesor de Pedro en sus primeros días de trabajo en el Vaticano.