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Omayra Sánchez muere (otra vez) mañana

Omayra Sánchez muere (otra vez) mañanaFoto: ARCHIVO

Mañana, 16 de noviembre de 1985, hace un cuarto de siglo, 25 años, hoy tendría 38, volverá a morir en lo más hondo de nuestros corazones, una niña de 13 años: Omayra Sánchez. Permaneció tres días, desde la madrugada del 13 de noviembre, cuando se produjo la erupción del volcán Nevado del Ruiz y el deshielo de miles de toneladas de agua y barro desbordaron el río Lagunilla y arrasaron el pueblo de Armero, ocasionando la muerte de 23.000 de sus 25.000 habitantes.

La pobre niña, cuyas doloridas imágenes, su resignación en vano esperanzada, y sus sensatas y sufridas palabras sobrecogieron al mundo, murió víctima del desbordamiento, al quedar atrapado su cuerpecito de cintura abajo, pero sobre todo de la incapacidad humana que no logró conseguir una motobomba para liberarla. En todo el tiempo que Omayra consiguió sobrevivir, 72 horas, nadie le escuchó pronunciar una palabra de queja, de lamento por la conmovedora situación en la que se encontraba, nadie le vio derramar una lágrima, más bien su preocupación permanente fue que llevaba tres días sin acudir a clase, y que en breve llegaban exámenes que temía no poder superar.

La tecnología fue capaz de captar y difundir su agonía por todos los rincones del mundo, fue capaz de hacernos escuchar su "tengo sed" y su insólito ""váyanse a descansar y vuelvan a sacarme", pero se mostró impotente para que las autoridades del país, o de cualquier otro país, ablandaran sus corazones y proporcionaran la motobomba que quizás la hubiera salvado. Mientras tanto, las fuerzas militares de elite colombianas se encontraban aplastando a sangre y fuego la invasión del Palacio de Justicia que había tenido lugar por aquellos mismos días. Omayra Sánchez quedó allí mismo, su cuerpo fue cubierto con cal y su tumba es hoy lugar de peregrinación para millares de gentes inocentes. Dicen que la devoción popular la considera una santa y le atribuyen decenas de milagros que la Iglesia católica no reconoce. ¿Y qué nos importa todo éso? Omayra Sánchez, no te olvidamos.