El Instituto Sierra de Leyre de Sangüesa celebra estos días sus bodas de plata entre los muros que albergaron años atrás anteriores sistemas de enseñanza y vivencias que recuerdan antiguos alumnos de toda la comarca. No en vano, desde que se levantó, en el año 1930, se convirtió en el referente educativo de la zona.
En 1985 arrancó su actividad como instituto y poco a poco se fue adaptando a las nuevas necesidades marcadas por los nuevos planes de enseñanza. Así, el Sierra de Leyre cumplió ya el pasado verano los veinticinco años de andadura. Para celebrarlo, el centro ha elaborado un programa de actos que ha consistido en una exposición retrospectiva de sus ochenta largos años de existencia, un certamen de actividades deportivas, y un acto institucional que tuvo lugar ayer, con la presencia de la directora general de Educación, Teresa Aranaz; la directora del centro, Teresa Giménez; la alcaldesa de Sangüesa, Eskisabel Suescun; y dos antiguos miembros de la comunidad educativa, el profesor Txema Ozkoidi y la ex alumna Begoña Acedo. El acto estuvo amenizado por la familia de flautas del instituto, compuesta por unos treinta alumnos que dedican sus recreos a ensayar, dirigidos por María Azcona y Miguel Ángel García. El broche final consistió en un emotivo montaje audiovisual, un recorrido por el centro y sus gentes, realizado por el profesor de Dibujo, Jesús Mari Istúriz.
el acto En la antigua capilla, convertida en salón de actos, se hicieron eco de los discursos, en calidad de invitados, antiguos alumnos hoy conocidos políticos como el presidente del CDN, José Andrés Burguete,la propia alcaldesa de Sangüesa, quien hizo hincapié en el carácter comarcal del centro, miembros del Ayuntamiento y alcaldes de las localidades que llenaron y llenan a día de hoy sus aulas, entre ellos, Jesús Esparza, alcalde de Cáseda, Manuel Martínez, d e Aibar y Mauro Gogorcena, de Lumbier.
Teresa Giménez, al frente del IES Sierra de Leyre desde el año 2007, lo definió como "un centro aglutinador de la comarca, abierto a las diversas culturas, participativo, adaptado a las necesidades de la zona y a sus individualidades". En la actualidad alberga a 360 alumnos, cuya educación se reparten 56 profesores. La directora aseguró que su reto para el futuro es dotarle de continuidad y que responda a las necesidades de las familias y de la comarca, así como de las infraestructuras necesarias y de las nuevas tecnologías. "No nos sobra nada y tenemos que dar cabida a las nuevas necesidades", manifestó.
Además de los profesores, el instituto cuenta con nueve trabajadores no docentes. Entre ellos, Rosa Ubieta, que tambien celebra 25 años en el centro. Esta conserje expresó que para ella es fundamental la relación familiar que lo caracteriza. Rosa ha vivido en este cuarto de siglo la adaptación del edificio de tres plantas a las diversas leyes de educación implantadas."Las celdas de las monjas se convirtieron en departamentos, el lavadero en sala de plástica y la capilla en el salón de actos", contó Rosa. Obras en la memoria de Begoña Acedo, alumna de "los últimos de BUP". En la de Txema Ozkoidi, la suerte de convivir con los alumnos y los padres; y el valor de la amistad destacado por la alcaldesa. Uno a uno, desgranaron ayer sus recuerdos en sus alocuciones, recuerdos de un tiempo en el que se formaron con esfuerzo y con la ayuda de profesores que ya se fueron, como José Luis Echeverri, Txelis, Javier Osés o Pedro Sola. "Todo pasa y todo queda", parafraseó la directora a Machado, y así es; no sin antes dejar una huella en el camino.