pamplona. Aunque esta alternativa a los funerales religiosos también ha tenido como escenario algunos centros escolares, casas de cultura o incluso el propio Baluarte, estas ceremonias siguen siendo una excepción. Según señalan desde el Tanatorio San Alberto, de las en torno a 1.300 despedidas que en los últimos 12 meses han pasado por esta empresa, únicamente cinco han sido civiles.

El Patio de los Gigantes de la calle Descalzos fue habilitado para acoger actos de este tipo después de la aprobación de una moción del grupo socialista (antes EA e IU también lo habían solicitado). Aunque en un principio el equipo de gobierno obvio el cumplimiento de la misma, hace más de dos años y medio accedió a la petición de los grupos municipales, que entendían necesario un local de estas características en una sociedad laica.

Sin embargo, por tradición, creencias y quizá también por la nula publicitación del lugar, el Patio de los Gigantes apenas acoge despedidas civiles. Según se aprobó en el momento de su apertura, se pueden celebrar despedidas no religiosas en este lugar de lunes a viernes, de 18.30 a 21.30 horas. Para poder utilizar la sala los interesados deben solicitar con al menos 24 horas de antelación su uso. El precio para la utilización de la misma en este tipo de actos es de 62,45 euros, y el aforo es de 150 personas sentadas.

el precedente Antes de que este lugar se habilitase para este tipo de ceremonias, existía el precedente de la despedida civil de la edil de Izquierda Unida Lidia Biurrun. Tras la resolución que instaba a habilitar el Patio de los Gigantes para despedidas civiles, la del célebre escritor Pablo Antoñana fue la primera de estas características en un acto en el que participaron Miguel Sánchez-Ostiz, Bernardo Atxaga, Javier Eder, Pello Lizarralde o Roldán Jimeno.

Precisamente después de este homenaje, la entonces edil del PSN Maite Esporrín pidió al consistorio que trasladase las despedidas civiles a la Sala de Armas de la Ciudadela por no reunir las condiciones el local de la calle Descalzos. En cualquier caso, después de la despedida de Antoñana las peticiones para actos de esta clase en el Patio de los Gigantes han llegado con cuentagotas. En dos años y medio, cuatro; ni siquiera un par al año. Y, según señalan las empresas funerarias, la tónica es similar al margen de esta sala.

De hecho, según señalan desde San Alberto, incluso son más frecuentas las despedidas en las que no se celebra ningún tipo de acto, ni civil ni religioso. Se trata de actos en los que únicamente se lleva el ataúd al cementerio o se incinera el cuerpo. De las 1.300 despedidas que han gestionado desde San Alberto, en torno a medio centenar se han desarrollado sin actos de ninguna clase. En lo que a despedidas civiles se refiere, las características de estos son tan variadas como los lugares en los que tienen lugar.

Éstas pueden ser organizadas en la sala de la propia funeraria, la plaza de un pueblo, el interior de los ayuntamientos o en casas de cultura. El Palacio de Congresos Baluarte ha acogido recientemente una despedida de este tipo, aunque los gastos en esta ocasión se dispararon. En lo que al homenaje en sí se refiere, puede ir desde un acto en el que se recitan poemas o cantan canciones hasta la exposición de diapositivas o power-points. En los últimos meses ha llamado la atención el caso de una ciudadana navarra que, consciente de que iba a morir, dejó como herencia un CD con la música, el texto y las fotografías con las que le gustaría que le diesen el último adiós.