pamplona. Las entradas AL cementerio permanecieron abiertas desde las 8.00 hasta las 19.00 horas, aunque la mayor afluencia de personas se registró de 11.00 a 13.00 horas, según agentes de la Policía Municipal, que cortaron el tráfico y controlaron el acceso al aparcamiento situado junto a la rotonda, que copó sus 300 plazas. Únicamente las personas autorizadas, las sillas de ruedas y los taxis accedieron desde Biurdana. Flores como el crisantemo, las margaritas o el clavel fueron las más demandadas, aunque este año "los encargos han descendido un 20%", explicó César Núñez, de la floristería Núñez. "Se ha vendido más de nicho y muchas plantas de crisantemo porque aguanta más y son naturales", señaló. Desde la floristería Tirapu y Zoroquiáin, Beatriz Zoroquiáin apuntó que "la flor no ha subido y, como la mayoría de la gente baja una vez al año, se esfuerzan, aunque este año hemos encargado menos flores". Los precios varían según el tamaño, un centro de nicho cuesta al menos 25 euros y uno de panteón 50 ó 60 euros.

Durante el día, fueron varias las personas que solicitaron ayuda para localizar los nichos de sus fallecidos. "Es la duda más habitual un día como hoy (por ayer)", explicó Iosu Díaz, administrador del cementerio. Los veinte trabajadores del cementerio se encargaron ayer, desde primera hora de la mañana, de limpiar e informar a todo aquel que requiriese atención.

"pena, pero también paz" No era difícil ver a numerosas personas colocar un ramo de flores en un nicho, limpiarlo afanosamente, mirar fijamente la inscripción de su ser querido, acariciar su foto, santiguarse o rezar agrupados. De fondo, en algunas zonas, se escuchaba el piar de los pájaros. María Siñero, de 78 años y natural de Granada, pero residente en Pamplona desde hace 40 años, acudió a visitar a su marido fallecido junto a una de sus cuatro hijas y dos hijos. "Vengo todos los jueves y los domingos. Lo cuido siempre", explicó mientras colocaba un ramo de claveles. "Mis hijos también vienen cualquier día de la semana". En cambio, Juani González, de Barañáin, baja todos los años solo en la fecha señalada. "Tenemos a mucha gente aquí, a padres, primos y tíos. Traemos claveles rojos para los más allegados, el suegro y la cuñada", afirmó. Ayer estuvo acompañada por su marido y su hija.

Otras personas optaban por no dejar ningún ramo. Es el caso de las hermanas María Jesús, de 72 años y María Socorro, de 84. "No tenemos costumbre y no les queremos más por traer flores, para el alma no significa nada. Es un día que se lleva con pena, pero también con paz", señaló María Socorro, que recordaba a su difunto marido. Otra forma de recordar a los fallecidos es la de la comunidad gitana, muy presente ayer. "La tradición es poner flores frescas, velas, nuestros mayores lo llamaban alumbrar, y pasar todo el día aquí, desde que abren hasta que cierran", apuntó Ester Varrul, de etnia gitana, proveniente de Zaragoza. Vino con su marido y sus hijos para recordar a su suegra "que falleció el año pasado".

Por otro lado, se oficiaron cinco misas con una presencia numerosa de personas. El día transcurrió sin incidencias salvó dos atenciones y un traslado por dolor de cuello (debido a una colisión entre dos coches) que auxiliaron los servicios de la Cruz Roja.