gregorio Escobar García nació a principios del siglo XIX en el barrio de San Pedro de Estella, iglesia en la que su padre ejercía como sacristán. Era el segundo en una familia de siete hermanos, y muy pronto abandonó el hogar familiar para ingresar en el seminario de los Oblatos de Urnieta (Guipúzcoa), donde destaca entre sus compañeros como "equilibrado, confidente y buen consejero", explica uno de sus sobrinos que curiosamente lleva su mismo nombre, Gregorio Escobar.
En 1934, después de cumplir el servicio militar en la capital navarra, se reincorpora al escolasticado de Pozuelo de Alarcón (Madrid) para seguir con sus estudios de Teología. Apenas dos años después, en junio de 1936, es ordenado sacerdote, y eso que todavía le quedaban unos meses para finalizar su formación.
Según explicó su sobrino, "la mayor ilusión de la familia era que Gregorio cantase misa en Estella a los pies de la Virgen del Puy, advocación por la que el joven sacerdote sentía una filial devoción. Pero no pudo ser. Nunca volvió a traspasar el umbral de su basílica sobre la colina, un refugio al que tantas veces había ido de niño para hacer partícipe a la Señora de sus problemas, inquietudes y de su amor".
En 1936 la situación que se vivía en Madrid, y en toda España, era muy convulsa, era el preludio de la Guerra Civil. "Había un ambiente muy hostil contra el clero, y Gregorio escribe a su familia para tranquilizarla. Pero está claro, por sus palabras, que presiente su final".
Y es que, en esa carta explica el joven sacerdote: "Siempre me han conmovido, hasta lo más hondo, los relatos de martirio. Siempre, al leerlos, un secreto deseo me asalta de correr la misma suerte que ellos. Ese sería el mejor sacerdocio al que podríamos aspirar todos los cristianos, el de ofrecer cada cual a Dios el propio cuerpo y sangre en holocausto de la fe. ¡Qué dicha sería la de morir mártir!", comentaba Escobar en su misiva.
El 22 de julio, tal y como relata el sobrino, "los milicianos asaltan el convento de los Oblatos en Pozuelo y todos son hechos prisioneros en su propia casa. Unos son asesinados y otros son puestos en libertad, para sufrir después un auténtico calvario de refugios clandestinos, periodos de encarcelamiento...".
Un dato interesante que aporta es que parece ser que el entonces ministro del Gobierno republicano, el también estellés Manuel de Irujo, intentó a través del contacto entre las familias liberar a Escobar, pero este "declinó el ofrecimiento al no haber posibilidades de que se liberase a todos sus compañeros".
Pasaron los meses, y una vez que los republicanos se vieron entre la espada y la pared en la defensa de Madrid, trasladaron a los presos a otras cárceles cercanas, aunque, como relata Escobar, "muchos los desvían al paraje de Paracuellos del Jarama, donde son asesinados sin piedad". En uno de esos grupos iba el sacerdote navarro, que halló su fin el 28 de noviembre de 1936.
el acto Ahora, 75 años después, la Iglesia va a rendir un homenaje el próximo 17 de diciembre a un total de 23 mártires oblatos, acto al que asistirán familiares de Escobar. "La Iglesia quiere celebrar estos martirios y es justo y conveniente que así sea, pero debiera hacerlo desde la óptica de un reconocimiento de todas las responsabilidades en aquel conflicto fratricida que congeló la Historia de nuestro país y nos impuso a todos la ley del silencio", señala su sobrino, quien agrega que "Gregorio y sus compañeros entregaron generosamente su vida en correspondencia con su fe. Tan sólo anhelaban ofrecer ayuda y consuelo a quienes lo necesitaban, pero fueron llevados como ovejas al matadero en medio de un caos de odio y confusión". "Pero hubo más víctimas, muchas en Navarra por parte de quienes se declaraban defensores de la religión. Y todas esas víctimas son también mártires cuyos sueños y esperanzas fueron salvajemente truncados".
DATOS
l Biografía. Gregorio Escobar García nació en 1912 en el barrio de San Pedro. Ingresó muy joven en un seminario de Urnieta (Guipúzcoa) y luego estudió Teología en Madrid hasta convertirse en sacerdote. Fue asesinado en 1936.