En 1963, la avenida de Marcelo Celayeta era poco más que una simple carretera de la periferia pamplonesa, poco urbanizada y prácticamente sin asfaltar. La Rotxapea era entonces un barrio en plena expansión, donde se alineaban antiguas casitas unifamiliares, dotadas a menudo de huerta, y nuevos bloques de pisos de cuatro o cinco alturas. Y todo ello alternado, además, con algunas de aquellas primeras fábricas instaladas en Pamplona como consecuencia de la expansión industrial de los años 1950-1960.

La imagen recoge el momento en el que la calle va transitada por un rebaño de ovejas, probablemente uno de los últimos que pudieron verse por estos pagos, por lo que la fotografía se nos antoja doblemente oportuna. Ocupan el centro de la calzada, como queriendo evitar los pavorosos charcos de los márgenes, e incluso parecen mirarlos con recelo, como si temieran que de pronto saliera de ellos algún peligroso depredador. El pastor, que lleva makila y una manta o prenda de abrigo al hombro, está situado a la derecha, como interponiéndose o marcando las distancias entre sus ovejas y el camión que pasa veloz por el lado derecho. Probablemente, una vez pasado el camión, entrara a tomarse un vino en el bar situado enfrente, del que tan solo distinguimos el logotipo de Coca Cola, situado junto a la entrada.

HOY EN DÍA es evidente que la transformación operada en la zona nos obliga a hacer un esfuerzo por ver elementos identificables en ambas fotografías. La pista definitiva viene dada por la casa situada en el extremo derecho de las dos imágenes, donde vemos perfectamente repetida la distribución de locales comerciales y portales, así como la disposición de las ventanas situadas justamente encima.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la Rotxa experimentó dos grandes transformaciones. En la primera de ellas pasó de ser un barrio periférico y semirrural a ser un núcleo de fuerte presencia proletaria, que acogió a las primeras oleadas de inmigrantes llegados a Pamplona. En esta primera transformación fueron barridas las huertas y las piezas de cultivo presentes en la zona, para situar en su lugar fábricas y viviendas para los obreros. En un segundo momento, aquel barrio mal dotado y deficientemente edificado se transformó en uno de los núcleos más populosos y dinámicos de la capital, con un carácter eminentemente residencial. Hoy en día, la nueva Rotxapea es un barrio que tiene muy poco que envidiar a otros del centro de Pamplona, moderno y bien dotado, en el que el tránsito de un rebaño de ovejas por su calzada sería visto como suceso asombroso y ciertamente extraordinario.