'Pax Avant', el valor de la palabra
Cerca de 2.000 personas acudieron al tributo de las tres vacas, el acuerdo de paz más antiguo de europa
Convertido en el tratado transfronterizo más antiguo de Europa, recoge la firma por el que el Valle de Baretous, en los Pirineos Atlánticos, paga al de Roncal el precio por el uso de sus pastos y el agua, y con él ambos definen los territorios de sus respectivos rebaños.
Ayer lo hicieron rodeados de cerca de dos mil personas pertenecientes a uno y otro lado de la muga que fueron testigos del tributo de número 365, símbolo del acuerdo de paz de los Pirineos transmitido a lo largo de la Historia con las palabras Pax Avant (Paz de ahora en adelante), respetada y cumplida a través del tiempo.
Los primeros en llegar al escenario fueron los representantes de los Pirineos Atlánticos y correspondió al alcalde de Arette, Pierre Casabonne, abrir el acto al pie del mojón 262, que marca lo que en su día fuera la línea divisoria objeto de las luchas previas al acuerdo, hoy convertida en "una frontera virtual", tal como señaló Casabonne, que viene haciéndolo desde hace 11 años. Situados al lado izquierdo de la piedra, recibieron a sus vecinos roncaleses, los alcaldes de Isaba, Ángel Luis de Miguel; la alcaldesa de Uztarroz, Carmen Fayanás; el de Urzainqui, José Mari Baines; y al concejal de Garde, Marcos Ureña, así como a los consejeros Javier Esparza y Javier Morrás. En el centro de la escena, el alcalde de Ansó, Félix Ipas, representó el papel de mediador y garante de la firma del viejo tratado de paz como lo hicieran sus antepasados. Por tres veces, el alcalde de Isaba preguntó al de Baretous si venían dispuestos a pagar el tributo como en años anteriores, a lo que este respondió afirmativamente. Para reafirmar su intención de seguir en paz, pusieron sus manos derechas sobre la piedra, unidas bajo la del alcalde izabarra. Tras el compromiso de los pastores y el nombramiento de nuevos guardias por parte de los dos valles, el secretario del valle de Roncal, Marcelino Landa, leyó el acta.
Pasaron de este modo a la segunda parte del tributo: la elección y reparto de las tres vacas que los de Baretous entregan a los de Roncal: "Del mismo astaje, pelaje y dentaje", de las que según establece la tradición, dos son fijas para Isaba, mientras que la tercera se reparte por años entre Garde, Uztarroz y Urzainqui, los cuatro pueblos de los siete roncaleses con los que se renueva el compromiso.
Al acto formal le siguió el almuerzo. También a un lado y a otro se repartían las viandas de los dos valles: quesos, jamón, panes y vinos. Y como no podía ser de otra forma en las grandes fiestas roncalesas, no faltaron las migas de Txarpa para agasajar a los invitados, de las que presumía orgulloso el alcalde de Isaba, que las promocionaba como "las mejores del mundo" .
Del Tributo de las Tres Vacas, reconocido por el Gobierno de Navarra como Fiesta de Interés Turístico Inmaterial, y premiado por la Comunidad de Trabajo de los Pirineos el último otoño, se desprende que la relación entre los dos valles, junto al vecino y garante Ansó, es de hermanamiento y cooperación enraizada en aquellas antiguas palabras repetidas cada 13 de julio en el collado de Ernaz. Los tres valles han compartido y comparten importantes proyectos de comunicaciones y desarrollo turístico a los dos lados del Pirineo. Su intención es ir más lejos en el desarrollo cultural, y trabajar por la supervivencia de los pueblos pirenaicos.