menos peregrinos que el año pasado pero los mismos objetivos, dar gracias, pedir una ayuda, pasar una jornada deportiva, la convivencia con unos amigos o, simplemente, el contacto con la naturaleza. Alrededor de 1.300 riberos partieron ya desde el jueves 7 de marzo en dirección al castillo de Javier por los distintos recorridos que confluyen el domingo. Pese al mal tiempo que se había anunciado, los peregrinos tuvieron menos dificultades de lo previsto para atravesar los puntos claves como Carcastillo, La Oliva, Gabarderal, El Plano, Montepeña o Los Abetos, dependiendo de dónde partan. Veteranos, en su mayoría, pero también jóvenes y novatos buscan en esta experiencia no solo una conexión religiosa sino también social. En el camino se pueden descubrir casos como el de Vicente Aguado, que a sus 71 años lleva realizadas 49 javieradas o el del niño Diego Vicente, que a sus 9 años ya ha hecho tres javieradas andando y otras seis llevado por sus padres en mochila, carrito o bicicleta.
Otro ejemplo de diversidad es el de la zaragozana, afincada en Tudela, Laura Peña, que realiza la Javierada simplemente porque "me gusta andar y el contacto con la gente. Vamos cuatro amigas que nos organizamos por nuestra cuenta y lo pasamos muy bien. Con mochila, esterilla y bocadillos nos basta". Frente a su ejemplo está el de todo un veterano, Vicente Aguado. "El año que viene cumpliré las bodas de oro, solo falté un año por trabajo y otro por la mili. Me encuentro muy bien y mientras pueda seguiré haciéndolo". Para él la devoción a Javier es el eje de todo este esfuerzo y uno de sus objetivos es enganchar a la juventud. "Ha empezado a entrar gente joven que nos cogerá el relevo. Por experiencia en peñas sé que a la juventud le cuesta entrar en cosas organizadas".
Si se busca una mezcla entre juventud y compromiso hay que acudir a Quetzal, colectivo con el que caminan unos 40 jóvenes. Sergio Iturre, con la guitarra al hombro lo tiene claro: "Nuestro lema de este año es Cada paso cuenta para un futuro mejor. Tenemos que caminar todos juntos para lograr una sociedad mejor, no solo por el tema económico y social, sino también de valores".
Pero también hay debutantes en la Javierada como los casos de los murchantinos Gustavo Peña (34 años), Sergio Recarte (34) y Natalia Ortega (35) quienes reconocen que "por trabajo, por alguna lesión o por pereza" nunca lo habían realizado aunque "todo el mundo nos animaba porque en Murchante casi todos la han hecho alguna vez". En el mismo grupo está el caso de Mercedes Martínez Aguado que empezó en el año 1979 y salvo algún año que no pudo recorrer el camino lo ha llegado a realizar hasta de un tirón "por la noche, todo de golpe. Hago la peregrinación por devoción, porque no me canso de pedir cosas, aunque ahora voy a agradecer. Lo mejor es la satisfacción final, tanto moral como física". Para que el grupo de peregrinos haga sin preocupaciones los 100 kilómetros, varios colaboradores se encargan de llevar mochilas e ir preparando las comidas y los almuerzos. En esta labor se encuentra María Antonia Ullate, una de las 15 personas que se encargan de dar de comer grandes manjares a los murchantinos, "paella, pollo al ajillo, chistorra, panceta, tostadas de ajo, rancho y lomo con pimiento y tomate".
Llegando a la ermita de la Virgen del Yugo, primera parada para quienes salen de Tudela o Fontellas, Jesús Lavilla, de 66 años, asegura que hace la Javierada "por costumbre más que por cualquier otra cosa". Sus piernas ya han realizado "entre 30 y 40 javieradas" y aún así realiza cada una como si fuera la primera. "Yo digo a todo el mundo que la haga, lo que pasa es que mis amigos son unos vagos y unos falsos. Es extraordinario, la Bardena, la llegada a Carcastillo, Monte Peña...".
A sus 44 años, Juan Carlos Marín ya tiene 28 javieradas a sus espaldas. Pese a ser entrenador del Tudela 99, se las apaña para hacer la caminata y llegar al partido de su equipo contra el Buñuel. "Hoy viernes desde Carcastillo iremos a dormir a casa y mañana (por el pasado sábado) también. Ya llevamos unos años y se descansa más, tienes que madrugar pero es mejor".
las más lejanas Por otra parte, el jueves salieron peregrinos de las localidades más lejanas como Ribaforada, Cortes, Fitero y Cintruénigo. A las 14 horas unos 35 fiteranos se dieron cita en la iglesia abacial donde el párroco Javier Goitia, les dio la bendición del peregrino entonando una Salve ante la patrona de Fitero, la Virgen de la Barda. La primera de las etapas les llevó hasta Los Abetos regresando a casa a pernoctar. El viernes por la mañana y con nuevas incorporaciones, hasta un total de 55, estaba prevista la segunda jornada hasta Murillo el Fruto pasando la noche en el monasterio de La Oliva. La última etapa hasta Sangüesa 86 fiteranos terminaron la jornada, siendo el más veterano Fernando Seves, de 72 años, y el más joven Iñaki Ramírez, de 15.
Desde Cintruénigo 16 personas partieron a las 15.15 horas de la plaza de la iglesia haciendo el mismo trayecto hasta Los Abetos. En la segunda etapa llegaron hasta Carcastillo y el sábado 45 finalizaron el camino en Sangüesa. Aunque desde hace bastantes años siempre se ha peregrinado, actualmente y con organización de la parroquia llevan 13 años consecutivos.
Los 45 vecinos que partieron de Ribaforada el jueves durmieron en Arguedas y a ellos se les unieron otros 14 el viernes para llegar hasta Murillo el Fruto. Sus previsiones eran que alrededor de 70 peregrinos realizaran juntos el último tramo. Según los organizadores de estas tres localidades, este año ha disminuido el número de peregrinos con respecto al año pasado.
Los de Milagro salieron más tarde puesto que su primera etapa llega hasta Carcastillo, y para ello partieron a las 19.30 horas desde la ermita de Nuestra Señora del Patrocinio. Por motivos laborales se realiza esta marcha en dos tandas, una que comenzó el viernes con 7 integrantes y posteriormente el sábado se unieron 15.
Este año, también inició la marcha un grupo de 16 ciclistas del recién creado Club Ciclista La Cereza que realizó el trayecto hasta el Castillo de Javier.