Síguenos en redes sociales:

El lamento de la torre de Urtsua

la mítica casa palacio de arizkun guarda el secreto de un presunto drama pasional

El lamento de la torre de UrtsuaONDIKOL

ELIZONDO. Un misterio dentro de un enigma, igual que calificaba a Rusia sir Winston Churchill, acompaña a la torre de Urtsua (ahora parece que es con t) que duerme en Arizkun a la sombra del Gorramendi gigante y el Autza amenazante, siempre que se le mira.

En la torre y en su cercana ermita de Santa Ana se sitúa, desde que ni hay memoria, un dramático suceso (o quizás todo fruto de la imaginación popular) que hecho canción figura en el folclore vasco como ejemplo de venganza pasional, la de un hombre despechado que asesina a su mujer el día mismo de sus esponsales, al advertir que está embarazada de otro. La popularizó como nadie el Mikel Laboa inolvidable que por su entorno paseaba en compañía de su silencio creativo, a sí mismo interrogado puede (y sin puede) que también por el misterio oculto en la media docena de estrofas de las que nadie ha encontrado razón, ni fecha ni detalle alguno que lo pudiera explicar.

El cancionero popular ha conservado el antiguo romance que, hasta hoy y por siempre jamás probablemente, continúa y seguirá siendo interrogante sin respuesta. El resumen es el mismo en el fondo de la cuestión. Una noble heredera del País Vasco continental se casa con el heredero de Urtsua, en la noche de la boda este se apercibe de que su mujer está embarazada, la invita a rezar en la capilla de Santa Ana frente al palacio, la mata y huye montando un caballo al que ha errado al revés para dificultar su persecución.

O sea que, como decía Camilo José Cela, hay "planteamiento, nudo y desenlace" pero la cuestión y el interrogante permanecen porque no hay nada más. El presunto suceso nos ha llegado como canción, el cantar de Urtsua titulado Agur, nere arreba donde ese agur lo mismo puede ser saludo que despedida, porque da para ambos.

El heredero de Urtsua al que se cita como asesino no consta ni se identifica en genealogía alguna, tanto puede que predecesor como seguidor del Pedro fundador de la Nueva Pamplona, frustrado buscador de El Dorado y muerto por el tenedor de difuntos Lope de Aguirre. Por cierto que este Urtsua bautizó Juana Bautista a su hija, como la novia muerta del romancero y Bautista, igual que el hermano sacerdote al que confiesa su embarazo, en relato tan bello como misterioso.