EL antiguo monasterio de Santa María de Zamartze, del que se conserva en buen estado la iglesia románica del año 1140, se sitúa en Uharte Arakil, a pie del monte y en el camino hacia el santuario de San Miguel in excelsis. Zamartze es mucho más que una iglesia románica de estilo rural al que se le adosan dos casas alineadas con las que forma un conjunto perfecto para el retiro y el encuentro con el espíritu; es, sin duda, otro de los sitios con mágica atracción con los que nos regala la geografía e historia de nuestro antiguo Reino de Navarra.

Zamartze tiene una profunda y unísona mirada hacia arriba y hacia abajo. Y esa inspección la contagia a quien la visita y le deja huella. A uno Zamartze le hace ver los cielos abiertos para dejar gravitar el pensamiento, la reflexión y el sentimiento. Y mira y hace mirar a la tierra, descubierta y colmada de restos arqueológicos de todas las épocas, para imaginar y tocar su historia. A través de los distintos estratos excavados se puede viajar por los más antiguos asentamientos vascones, por la ciudad romana de Araceli (importante masio administrativa situada aquí, en la mitad de la calzada que unía Burdeos con Astorga), por las destrucciones masivas del siglo III, por los siglos oscuros V y VI y la presencia merovingia en alianza con los vascones y por el posterior y definitivo asentamiento cristiano que llega hasta nuestros días.

El padre Mikel Garciandía Goñi (Etxarri-Aranaz, 1964) y la hermana Guadalupe Escudero son los responsables de la gestión de esta casa de espirutualidad, propiedad del Arzobispado de Pamplona. El etxarriarra Garciandía, además del ser el director de este conjunto y del de San Miguel de Aralar, es el perfecto cicerone para saber del funcionamiento de la casa y para empaparse de forma profusa y ordenada de la historia pasada y presente del paraje, en el que destaca la iglesia románica y las distintas excavaciones arqueológicas que la circundan.

El retiro espiritual encuentra un bellísimo acicate en la iglesia a través de la virgen y el cristo que ocupan un lugar preeminente en el presbiterio. De perfecto equilibrio y majeza románica es la virgen, procedente de Sánsoain (Valdorba), y primoroso es el cristo, talla atribuida a la escuela de Juan de Anchieta (segunda mitad del siglo XVI). Ambas tallas y una buena iluminación dentro de un marco tan austero como armonioso, hacen levitar a cualquiera que porte un mínimo de sentido artístico, sea o no de creencia cristiana.

Desde el núcleo de Zamartze, donde se sucedieron varias iglesias, se fundó la de San Miguel de Aralar. De la época del maestro Esteban (primeras décadas del siglo XII) es la planta de la actual iglesia. La puerta principal es copia de una de la catedral románica de Pamplona. La bóveda se cayó en origen y se colocó un techo de madera. En 2000 el arquitecto Leopoldo Gil la sustituyó por la actual txapela de hormigón. De 2000 a 2005, la diócesis arregló la casa y el Gobierno de Navarra, la iglesia.

Las excavaciones, un rasguño todavía en tanta historia que irriga Zamartze, continuarán a través de un convenio entre el Arzobispado de Pamplona, la Universidad de Navarra y la empresa Aditu Arqueólogos, de julio a octubre.