Presente y futuro entre caracoles
en su apuesta por vivir y trabajar en su pueblo, Etxarri aranatz, begoña goikoetxea optó por el autoempleo
hace 12 años, Begoña Goikoetxea se propuso trabajar y vivir en su pueblo, Etxarri Aranatz. "Trabajaba en una fábrica en Pamplona. Aunque la cosa no estaba tan mal como ahora, estaba complicado. Por ello pensé en el autoempleo", explica esta etxarriarra de 43 años. Así, tras mirar varias ideas de negocio en Cederna-Garalur, se decantó por la cría de caracoles con el nombre de Legarbeko Karakolak. Transcurrido este tiempo, se muestra satisfecha de aquella decisión. No tiene vacaciones ni guarda festivos pero a cambio disfruta de su trabajo. "La cría de caracoles tiene diferentes ciclos, lo que te obliga a hacer diferentes cosas. Además, me gusta la naturaleza", observa.
Pero el camino no ha sido fácil. "Era algo novedoso. He tenido que aprender y experimentar por mi cuenta, con el gasto de tiempo y dinero que ello conlleva", señala. Esta etxarriarra realiza el sistema mixto francés, aprendido durante su estancia en el país galo por mediación del ITG. "Están en la calle desde abril hasta agosto y el resto del tiempo en el interior", explica. "Existe otro método intensivo, todo en interior, en el que se mantiene una temperatura de 20º y una humedad en torno al 90%. Supone gran gasto energético y puede haber problemas de bacterias porque no se puede hacer un vacío sanitario", explica Begoña Goikoetxea.
Los cría en una parcela de 800 metros cuadrados, unos 240.000 caracoles, realizando el ciclo biológico completo, dos años en total. Su gran reto fue aprender la reproducción. A base de probar, marcando los caracoles con esmalte de uñas, fue cogiendo la medida. Aunque son hermafroditas, necesitan una pareja para fecundarse, pudiendo llegar en una sola puesta a 100 huevos, que algunos productores lo destinan a caviar. "Saco a los caracoles de la sala de hibernación en diciembre-enero para recuperar el peso que han perdido. Se acoplan en febrero. Las puestas son un agujero en la tierra y tienen que pasar 21 días para que nazcan", explica esta etxarriarra.
El cuidado de los caracoles es peculiar. Lo normal es no verlos, ya que se encuentran debajo de tablas especiales, en un espacio protegido por dos barreras antifugas. "Es importante saber en todo momento cómo están los caracoles. Todos los días los riego y dos veces a la semana les doy pienso especial", explica.
Los saca al exterior a finales de marzo. A partir de julio, los primeros caracoles empiezan a ser de calidad para su venta, prolongándose la recogida hasta finales de agosto.
VENTA DIRECTA Además de producir, otra tarea que debe asumir esta etxarriarra es la comercialización de su producción, parte de la cual la destina a la venta de caracoles ya cocinados, según su propia receta. Al respecto, destaca la importancia de la venta directa. "La venta, que es lo más difícil, es una parte muy importante para seguir adelante", observa. Por ello, destaca la necesidad de promover canales cortos de comercialización para favorecer una relación directa y estable, incidiendo en que se garantiza la calidad de los alimentos a precios razonables.
Si bien señala que la crisis no ha incidido en la venta de sus caracoles, sí se ha notado en que cada vez más gente ve la cría de estos moluscos como una actividad económica que genera empleo. Así, durante este último mes ha recibido más de 10 visitas de personas interesadas en el negocio. "Las granjas de caracoles se deben estudiar bien, puede ser un sector con futuro", observa Begoña Goikoetxea.