elizondo. La localidad de Erratzu, la primera en recibir los efectos de una extraordinaria tromba de agua que rompió en el monte Auza, será también la primera en conmemorar el centenario de la que ha sido la mayor catástrofe natural jamás sufrida en el Valle de Baztan. La edición de un libro con fotografías del fondo documental de Foto Mena de Elizondo, una exposición de imágenes, objetos, prensa y testimonios de la época, y una variedad de actos en los que, como entonces, ha participado todo el pueblo, recordarán la fenomenal riada.
El 2 de junio de 1913, un lunes, sobre las 9 de la mañana y cuando la mayor parte de los hombres (se vivía con la luz del sol, entonces) se encontraban trabajando fuera de sus casas, una tormenta imponente, un fenómeno que ahora se conoce por una gota fría descargó en la cima del vecino Auza (1.306 metros) y rompió a ambos lados de la divisoria, hacia la cuenca del Bidasoa y hacia el valle de Baigorri en la Baja Navarra. Desató un torrente imparable, un tsunami de agua, piedras, árboles y barro de 14 metros de altura que primero arrasó Erratzu y fue sembrando a su paso el pánico y la ruina.
Ayer, las erratzuarras María Elena Irigoien e Idoia Eskudero, el párroco, Juan Zabala, e Itziar Mena, bisnieta del Mena que hace 126 años se estableció en Elizondo para crear el prestigioso estudio fotográfico que perdura hasta hoy, generación tras generación, explicaron el programa de los actos que va a conmemorar el centenario de la tragedia. Además de la exposición que estará en la Casa Parroquial y recorrerá luego los pueblos de Baztan y el libro que de forma gráfica y rotunda da una cierta idea de la magnitud de la catástrofe, un bandeo de campanas recorrerá la cuenca del Bidasoa de parroquia en parroquia y de cuarto en cuarto de hora hasta la desembocadura entre Irun, Hondarribia y Hendaia, hasta donde llegaron los animales y restos de todas clases en aquel día fatídico.
También Xaloa Telebista, el canal local de televisión ha elaborado un vídeo documental, y habrá diversos actos populares para conmemorar una fecha que ha quedado imborrable para siempre en la memoria de las gentes de Erratzu y Elizondo (las que más sufrieron la tragedia) y permanecen transmitidos oralmente de padres a hijos. Como un detalle, queda el testimonio de la hija de la única superviviente de la tragedia, Juana Irigoien, entonces de 3 años, como un símbolo.