EN 1967 las noticias que llegaban del universo mundo eran ciertamente preocupantes, puesto que a las sempiternas salvajadas de los norteamericanos en Vietnam se había sumado en junio el estallido de la guerra de los Seis Días entre judíos y árabes. Por no hablar de las docenas de conflictos, guerras, guerrillas y golpes de estado que salpicaban los mapas de los cinco continentes, y que eran derivaciones más o menos directas de la Guerra Fría.
Por aquel entonces, la calle de Isaac Albéniz era aún una nueva vía, abierta tan sólo 5 años antes, a pesar de lo cual mostraba unas carencias muy evidentes. El barrio de la Milagrosa, antes llamado del Mochuelo y antes aún de Arrosadia, se edificó sin una planificación adecuada y con una muy deficiente urbanización. Así, las manzanas siguieron fielmente la disposición de los solares y caminos rurales preexistentes, y además no se allanaron suficientemente los terrenos, con lo cual, a la laberíntica disposición de las calles resultantes hubo que sumarle una topografía accidentada y desigual. Un buen ejemplo de lo dicho puede ser el tramo de calle recogido en la fotografía. Vemos las tapias y los muros de contención levantados para nivelar el terreno, así como el pavimento sin urbanizar, que convertía la calle en un enfangado torrente en invierno o cuando llovía copiosamente. Las escaleras exteriores y los elementos arquitectónicos añadidos sin licencia y a posteriori completaban el panorama del barrio en aquella época.
HOY EN DÍA Hoy en día la zona sigue acusando las dificultades derivadas de su deficiente concepción, aunque se han llevado a cabo grandes esfuerzos por paliar, en lo posible, dichas carencias. Podemos apreciar que las casas que se veían a derecha e izquierda en la foto de 1967 han sido renovadas o reedificadas, pero sí que siguen en su lugar las que cerraban la calle por su parte superior, certificando la exacta correspondencia de ambas imágenes. De este modo, la fotografía actual de la calle de Isaac Albéniz nos muestra, en primera instancia, que las cosas han mejorado mucho en esta zona en el último medio siglo. Pero nos enseña también cuáles son los resultados de una mala gestión y una pésima planificación, puesto que ello ha obligado a invertir más recursos de los inicialmente previstos, caso del célebre ascensor de la calle. Y es que lo barato, casi siempre, termina por salir caro a corto o medio plazo.
En cuanto a la figura cuyo nombre lleva la calle, Isaac Albéniz (1860-1909), fue un músico catalán de origen vasco, puesto que su padre, Ángel Albéniz Gaona, había sido funcionario de aduanas vitoriano destinado en Girona. Seguramente por ello, el Ayuntamiento de Pamplona decidió en 1962 dar su nombre a esta calle, para completar el rosario de calles dedicadas a músicos célebres, entre los que predominan navarros como Guelbenzu, Larregla, Gayarre, Laserna o Gaztambide, o bien nacidos en el resto de Euskal Herria, caso del guipuzcoano Múgica y del alavés Guridi. Bien hecho.