Existe una forma de poema japonés llamada haiku, que consta de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos sin rima. Un breve espacio material para evocar un instante de asombro ante una escena cuya protagonista es la naturaleza, en el cual el yo narrativo es inadmisible. Ese yo que recibe las sensaciones, las asocia e interpreta sujeto a un proceso dirigido por la mente. Ese yo que busca la expresión, pero también el reconocimiento de un público lector que dé por bueno el trabajo. Ese yo del artista occidental moderno que lleva firmando sus obras desde el Renacimiento, precisamente ése, debe desaparecer. La actitud es otra: el poeta del haiku, el llamado haijin, debe existir sólo como receptor de la sensación que será plasmada con una sencillez extrema. De este modo el haiku se transforma en una chispa de vida. Si a ello le añadimos una fotografía, el resultado será un fogonazo dirigido a los sentidos.

Les recomiendo que lo comprueben por sí mismos en la Exposición de Foto-Haiku instalada en la Biblioteca de Estella del 2 al 30 de diciembre. Organizada por Haikunversaciones, el grupo de aficionados al haiku de Pamplona , esta muestra se enmarca dentro de las conmemoraciones del Año dual España -Japón con motivo del 400 aniversario del envío de la primera delegación diplomática nipona a nuestro país.

El encargado de traer estas veinte piezas de la Biblioteca Yamaguchi -donde han sido expuestas el pasado mes de noviembre- a nuestra ciudad, es Pedro Pagés, integrante de los grupos de haiku de Pamplona y Estella. El camino de Pedro hacia el haiku ha sido una búsqueda de la sencillez, de la desnudez de la experiencia contada en palabras o en una imagen. El mismo nos cuenta que llevaba un tiempo tratando de escribir relatos. "Intenté simplificar escribiendo cuentos cortos primero e hiperbreves, más tarde. En el verano de 2007 descubrí un haiku de Buson (haijin japonés) y, aunque nunca antes me había sentido atraído por la poesía, sospeché que esto era algo distinto." De esta forma tan intuitiva Pagés empezó la andadura que le llevaría a participar en foros de la red y a conocer a varias personas con las que iniciaría el proyecto de Haikunversaciones con reuniones mensuales en la Biblioteca Yamaguchi de Pamplona. Cada vez más afianzado en el conocimiento de la poesía y la cultura japonesas, empezará a impartir charlas y conferencias sobre el tema y organizará el Grupo de Haikus de Tierra Estella con los mismos fines que el de Pamplona: conversar, aprender y vivir en haiku.

Como integrante de este grupo puedo afirmar que si uno se entrega al pequeño placer de quedarse colgado en un suspiro que detiene el instante; si, en definitiva, uno frena el desvarío mental y se deja llevar con humildad por ese momento presente, siempre igual y siempre cambiante, estático y fluido a un tiempo, si empieza a conseguirlo, entonces está aprendiendo a vivir en haiku. Esta poesía del trazo que prohíbe la metáfora, siendo metáfora en sí misma; que busca el detalle significativo del instante con frases básicamente nominales, se convierte así en una herramienta de desarrollo personal cada vez más apreciada en Occidente.

La muestra pasará en enero por Mendillorri, en febrero lo hará por Cizur y, en fechas aún sin determinar, por Albacete. Aspira incluso a llegar a su país inspirador: Japón. Un viaje redondo, circular: una vena abierta al intercambio de ideas y formas de ver la vida, siempre enriquecedor.