el término hostel era prácticamente ajeno a Pamplona hasta hace tres años y medio, cuando se abrió el primero, y aún a día de hoy los establecimientos de este tipo en la capital navarra se pueden contar con los dedos de una mano. Representan la forma más barata de alojarse en la ciudad, desde los 14 euros, y comparten una filosofía de cercanía con el visitante. También comparten un perfil similar quienes en los últimos años los han promovido, en su mayoría jóvenes con mucho mundo que habían conocido este fenómeno en otros países y, en medio de una situación económica y laboral complicada, se decidieron a importarlo.
Este es el caso de los promotores de Xarma Hostel/Aterpea, situado en la avenida Baja Navarra. Ainhoa Garrido Etxarri, Pedro Yuste Antolín -ambos de 33 años- y Gorka Martínez Castillo, de 34 años, se conocieron e hicieron amigos hace varios años estudiando euskera. En un viaje a Lisboa organizado junto a otros compañeros del euskaltegi se alojaron en un atractivo hostel de la capital portuguesa y comenzaron a barajar la posibilidad de abrir un local de estas características. "Era un hostel muy normal, pero al mismo tiempo atractivo. Pagábamos 10 euros por persona y nos llamó la atención la cercanía y cómo el encargado cenó con nosotros incluso. Así comenzó todo", explica Garrido en torno a este viaje de la primavera de 2011.
En los meses sucesivos la idea inicial fue tomando cuerpo y terminó transformándose en un proyecto serio. "Aquel verano ya comenzamos a pensar seriamente en el hostel, fuimos al CEIN y posteriormente comenzamos a elaborar un plan de empresa. Nos encontramos con un montón de problemas para la financiación de la obra, para que nos alquilaran la vivienda o para que el Ayuntamiento nos concediese la licencia de obras. Finalmente, conseguimos que el proyecto prosperase y en mayo de 2013 abrimos", explica Ainhoa Garrido.
A día de hoy, dos de los tres socios se dedican exclusivamente a gestionar el hostel, mientras que un tercero mantiene su trabajo en Cárnicas Navarra. No obstante, la historia del hostel Xarma no se entendería sin la complicada situación económica y laboral que, como tantos jóvenes, padecían. "Cuando comentábamos la historia coincidíamos en que estábamos un poco hartos de nuestros respectivos trabajos. Yo soy trabajadora social y en aquel momento me llamaban para sustituciones, aunque con los recortes llegó un momento en el que me dejaron de llamar. Pedro también perdió su trabajo en aquella época y eso sirvió para que nos volcásemos con el proyecto del hostel", añade Garrido, que se divide los turnos de trabajo junto a sus dos socios y amigos. Ahora, Xarma está a punto de cumplir nueve meses con una oferta de 22 camas y un estilo cercano y acogedor que trata de responder al nombre del propio alojamiento (significa 'encanto' en euskera).
el primero El Hostel Hemingway de la calle Amaya fue el primero en abrir sus puertas en Pamplona y también esconde una historia ligada a un viaje de un grupo de amigos. En este caso, el proyecto se forjó en un tour por Sudamérica de tres amigos pamploneses. "Estuvimos en diferentes puntos del continente y nos alojamos en muchos hostel. Al volver a Pamplona nos dimos cuenta de que no había ninguno y pensamos que sería un buen proyecto", explica Javier Eguaras Alcántara, de 30 años. Dicho y hecho. En julio de 2009 abría las puertas el primer hostel de la ciudad, que hoy regenta Eguaras junto a su socio, Javier Zabalza Huarte, de 29 años, compañero en aquel viaje por el Cono Sur.
En este caso, Eguaras y Zabalza dejaron sus respectivos trabajos en un taller y en una empresa de mantenimiento de maquinaria. Y lo hicieron con un balance muy positivo a la postre, tanto que esta primavera pretenden abrir un segundo hostel en la plaza del Vínculo.
"Estamos contentos, aunque cada vez hay más competencia y es más complicado. Comenzamos haciendo la obra nosotros mismos, con la ayuda de familiares y amigos, y sin gastar mucho. Sin embargo, a lo largo de estos años hemos ido renovándolo y, además, hemos bajado los precios. Hemos invertido más y ganamos menos, pero estamos satisfechos", explica Eguaras. En este caso, los precios en temporada baja oscilan entre los 14 euros por cama en una habitación compartida y los 40 euros que cuesta alquilar una habitación doble. En el caso del Hostel Hemingway, Zabalza y Eguaras han apostado por alojar cada año a estudiantes extranjeros que se ocupan de la gestión del alojamiento cuando ellos no están. "Siempre se ofrece gente extranjera que, a cambio, se aloja de manera gratuita. Hemos tenido a australianos, franceses, alemanes o checos", concluye Eguaras.
para peregrinos El hostel y albergue Casa Ibarrola de la calle del Carmen también se comenzó a forjar muy lejos de Iruñea. En este caso gracias al trabajo de Iñaki Garralda, de 44 años, como entrenador de esquí que llegó a preparar al equipo español. "Yo había trabajado por todo el mundo y mi hermano, César, trabajaba en una empresa de jardinería. Los dos sabemos idiomas, habíamos hecho el Camino de Santiago y conocíamos la historia de la casa. Es un edificio de más de 300 años, está protegido por Príncipe de Viana y es la casa familiar. De ahí viene el nombre de Casa Ibarrola, que era el apellido de parte de mi familia materna. En su día fue una posada, una de las primeras que había en la ciudad. Hoy parte de la familia vive en el edificio, tenemos algún piso alquilado y en las caballerizas es donde se sitúa el albergue", explica Garralda, que gestiona el alojamiento junto a su hermano y su madre.
El negocio abrió sus puertas en junio de 2012 con la idea de atraer, además de a turistas, a peregrinos, teniendo en cuenta su ubicación en pleno Camino de Santiago. Casa Ibarrola tiene la peculiaridad de haber sido el primer hostel de España en incorporar camas tipo cápsula para dar cabida a las 20 personas que puede alojar.
aloha hostel Como no podía ser de otra manera, el Aloha Hostel de la calle Sangüesa también nació de una historia vinculada a los viajes. En este caso quienes decidieron importar esta idea fueron Hugo Lasheras, de 42 años, y Guillermo Calvo, de 41. Tras años de viajes vinculados a sus respectivos trabajos decidieron regresar a Pamplona para abrir, en junio de 2012, un coqueto y acogedor hostel similar a algunos de los que habían conocido en Reino Unido o Australia. "Queríamos mantener el contacto con gente de otros países y al mismo tiempo vimos que era una oportunidad de negocio. Con el tiempo hemos visto que el perfil del visitante es más variado de lo que preveíamos y a menudo nos visitan familias con niños, personas que acuden a congresos o invitados a despedidas de solteros", explica Lasheras. Aquí son protagonistas de una forma de visitar lugares más económica y en la que, según explican, su filosofía invita a una interacción entre los visitantes impensable en otro tipo de alojamientos.