PAMPLONA. Óscar tiene espíritu comercial y presidir desde haceun año la asociación de vecinos de Buztintxuri le ha permitidoponer en práctica sus dotes de buen mercader. Cambiaría un localvacío municipal por un centro "vivo" y capaz de generar recursoseconómicos, ofrece salidas a personas en situaciones difíciles,regala consejos de todo tipo al que se cruza en su camino, juegaal billar con sus amigos magrebíes y reivindica que el barrioes la bomba tiene mucho futuro y de una convivencia "ejemplar"."Nadie del barrio se quiere marchar. Y es uno de los barriosmás cotizados en cuanto a vivienda", sentencia. La periodistainsiste al preguntarle por qué Buztintxuri tiene tan mala famapero él la niega y habla del colegio como eje vertebrador deun barrio lleno de padres y madres entregados a la vida de lacomunidad, habla de las fiestas, de los carnavales, de los talleresy del futuro mercado social. La inmigración es una riqueza, lasituación de precariedad de muchas familias cuenta con muchosapoyos a través diferentes asociaciones, y la relación con otrosbarrios está en fase de construcción. Acaban de presentar undossier al Ayuntamiento en el que detallan las actuaciones quese podrían llevar a cabo para mejorar la calidad de vida de unbarrio que se aproxima a los 8.000 habitantes.
Tiene 33 años, es autónomo, trabaja como asesor energético (gestionacon particulares y empresas cambios de luz, gas, ahorro energético,etcétera) y va a empezar una nueva andadura laboral como corredorde seguros abriendo su propia oficina. Tiene tres hijos de 7,5 y 1 año. Lleva un año al frente de la asociación vecinal, unatarea "complicada en la que te acostumbras a "recibir críticas,tanto constructivas como destructivas, pero estoy motivado paraseguir dedicando mi tiempo a esta labor tan reconfortante". Sedefine como una persona inquieta, que se desenvuelve bien endiferentes ambientes y que cree en la capacidad de transformaciónque llegan de la ambición y el trabajo. "A este barrio le hemosdado la vuelta, el cambio que ha experimentado es espectacular.No hemos querido que fuera un barrio dormitorio, se ha organizadoy el hecho de tener muchas familias con niños pequeños ha ayudadomucho. Tenemos hasta grupo de zanpantzar", abunda. "Los críosno quieren irse los fines de semana y ahora se ha montado unnuevo colectivo que va a empezar a trabajar con chavales adolescentes",señala. En las actividades que propone la asociación se da cabidaa todo tipo de culturas "respetando e integrando a todo el quequiera participar. Los críos además unen mucho y se relacionan.Tenemos además a latinos aprendiendo danzas regionales, a gentede muy diferentes orígenes jugando a futbito. Es gente que serelaciona", abunda. Destacan además que el barrio es seguro."Nos sorprendió alguna noticia que salió sobre robos porque fueronsucesos aislados, no tenemos la percepción de inseguridad", relata."Aquí me vine a vivir de los primeros, en el 2005, y despuésllegaron mis padres. Vivíamos en San Jorge y estamos encantadosde la calidad de la urbanización aunque quede mucho por hacer",afirma a quien le llaman "cocinitas", protagonista en calderetesy paellas populares.
Esa pluralidad social también se encuentra en el diseño urbanísticode un barrio donde hay vivienda en propiedad, en alquiler, librey protegida. Una urbanización diseñada para 11.000 habitantesque todavía está por colmatar al no alcanzar los 8.000. Los cartelesde se vende o se alquila no son más abundantes que en otros barriosaunque lo cierto que un ático en la avenida de Gipuzkoa podíacostar años atrás 420.000 euros y ahora de 80 m2 se encuentrapor 145.000 euros. "Hay gente de otros barrios limítrofes queestá mirando para comprar aquí su nueva vivienda, otras paramarcharse porque no pueden pagar la hipoteca pero en su conjuntoes un barrio vivo, y hay zonas que funcionan muy bien", abunda.Desde el local de la calle Ferrocarril han ido fraguando diferentesproyectos. "Lo que necesitamos también es comercio; tenemos peluquerías,bares y farmacias, no hay carnicerías o pescaderías", resalta.