La ingeniera de montes Nekane Vizcay ha llevado a cabo un trabajo de investigación bajo el título Uso y ocupación del medio natural: un análisis de las bordas en el valle de Erro y Auritz-Burguete, en el cual plasma las características de las construcciones y su entorno, junto a su función. En este trabajo ha estudiado 59 bordas, de las cuales 32 actualmente están en ruinas por el abandono de los terrenos causado por el descenso del pastoreo. Asimismo, en estas zonas con clara influencia Cantábrica y Pirenaica, ha clasificado las bordas en tres tipos y resalta que son casi inexistentes en Auzberri-Espinal y Auritz-Burguete por la altitud de estos pueblos.

recorrer el monte Guiada por la "vinculación familiar y por el placer de recorrer el monte", Nekane Vizcay ha realizado el estudio de 59 bordas del Valle de Erro y Auritz-Burguete, zonas resaltadas por "su situación de transición entre el ámbito oceánico y el pirenaico". Con el paso del tiempo, las actividades ganaderas y la explotación de los terrenos ha ido disminuyendo, "dejando atrás tierras de cultivo de cereal donde actualmente solo existe repoblación forestal y prados de siega", precisa la autora. La transformación de los paisajes ha influido claramente en las bordas, y por ello actualmente más de la mitad de ellas está en ruinas.

Josetxo Lazkoz Urrutia, vecino de Mezkiritz, explica que "antes las bordas eran muy apreciadas, porque con la llegada del invierno los pastores subían su ganado y muchos de ellos pasaban largas temporadas allá". En cambio, a pesar de que en el pueblo de Mezkiritz las cinco bordas existentes son utilizadas, "en el resto del valle están abandonadas porque la gente se ha ido de los pueblos y cuesta mucho dinero reconstruirlas", precisa.

En la observación del territorio realizado, Vizcay ha podido resaltar la clasificación de tres tipos de bordas. Por una parte, "la borda con muros frailes", la cual se componía de dos pisos; el de abajo utilizado para el ganado y el superior para el almacenamiento de la hierba. Junto a ella el pastor tenía su propia chabola. Por otra parte, la borda denominada "borda caserío", donde además de la planta baja para el ganado existían dos pisos más: el del medio para adecuar la vivienda y el último para guardar la hierba. "Las bordas caserío muchas veces tenían connotación de nombre de personas o de la casa matriz", subraya. Por último, "la borda pirenaica, resaltada por sus características arquitectónicas y de las cuales la mayoría han sido restauradas a lo largo del tiempo". Sin embargo, Nekane Vizcay recalca que "en la zona de Auritz-Burguete y Aurizberri-Espinal apenas hay bordas, y en todo caso cambia el aspecto exterior, son nuevas y con cubiertas de mayor pendiente".

BORDAS PARA EL TURISMO Tras el estudio realizado, Nekane Vizcay ha podido constatar que algunas de las bordas han sido reconstruidas para darles otro uso como es el caso de la casa rural Lenco, de Zilbeti. Su dueña, Lucía Sagardia, comenta que tras fallecer su marido, el cual utilizaba la borda para sus animales, decidió quitar el ganado y alquilar los prados de pastoreo, pero optó por darle otra salida a su propiedad. "Me daba pena la borda, porque ya empezaba a caerse y por el cariño que le tengo decidimos reconstruirla", apunta.

La borda. Siempre se situaba en la parte superior del terreno, por comodidad, entre otras cosas, a la hora de llevar el fiemo.

Un muro. La borda estaba rodeada de un muro, porque solía haber ganado suelto.

14.000

hectáreas. Es la superficie del Valle de Erro, uno de los más extensos de Navarra.