burlada - El 14 de agosto de 2009, Miguel Rubio lanzó el cohete de las fiestas de Burlada. El Ayuntamiento le cedió el honor en reconocimiento a su incansable trabajo por el pueblo. Tal vez al foráneo no le diga nada su nombre, pero en Burlada se podrían contar con los dedos de la mano a los que no le conocen. Es el peluquero de la calle Mayor, pero es mucho más que eso. Burladés militante, mecenas del deporte local en su día y ahora de la música, hasta el punto de que ha convertido a su pueblo en referencia nacional del blues.

De 53 años, casado y padre de dos hijos de 15 y 17 años, Mikel y Jone, Miguel Rubio llegó a Burlada con nueve meses. Su familia procedía de Villanueva del Arzobispo (Jaén). "Era el tercero de cuatro hermanos, dos de ellos ya fallecidos. Mi padre vino a trabajar en la fundición Vivanco", recuerda. Estudió en la escuela "primero donde ahora está Ermitaberri y después en la calle Villa de Lanz", y con apenas 13 años ya era aprendiz en Cozar Hermanos, "la peluquería de mis primos en la calle Merindad de Sangüesa, donde empecé a trabajar el 19 de julio de 1974". Al mismo tiempo le picó el gusanillo de la música: "Ponía en la peluquería las cintas de entonces, los Rolling Stones, James Brown...". Nueve años después, curiosamente también un 19 de julio, se convirtió en autónomo y en 1991 abrió la peluquería actual de la calle Mayor.

Fueron tiempos en los que su afición musical se desborda. "Por el año 81 empiezo a ir a conciertos, por todas partes, también en el extranjero. Guardo las entradas de los aproximadamente 500 conciertos que habré visto. Cuatro veces a Elton John, Supertramp, Bruce Springsteen, tres veces a Mike Oldfield y Peter Gabriel, dos a Pink Floyd, también a los Rollings, BB King, Muddy Waters, Queen, AC DC, Deep Purple... he visto a todos los grandes, aunque ahora voy mucho menos", confiesa. "¿Los mejores? Me quedo con tres conciertos del 82: Muddy Waters, Rolling Stones y The Clash".

Y con todo ese bagaje musical en la cabeza, Miguel Rubio se vuelca en su pueblo. "En 2006 propuse a mi peña, Euskal Herria, hacer algo de blues. Me lo aprueban y empezamos a hacer un ciclo de tres conciertos al año. Enseguida empiezan a llamarme productores y al año siguiente el Ayuntamiento me da dinero para un concierto en fiestas y con eso hago dos fines de semana de blues. El 2010 se abre el parque municipal, y entre el Ayuntamiento y la empresa del Palacete podemos hacer algo más grande, dos fines de semana, pero con seis conciertos. Al año siguiente creamos la asociación Burlada Blues Bar, que hoy tiene 110 socios. Pagamos una cuota de 30 euros al año y preparamos conciertos en bares y en la Casa de Cultura. En total, el año pasado hicimos veinte. Ya nos han dicho que no hay ninguna ciudad en el Estado que tenga veinte conciertos de blues", señala y se muestra especialmente orgulloso de haber traído a Burlada a Jimmy Burns y Guitar Crusher.

¿Y por qué blues? Miguel Rubio lo tiene claro: "Todos los grupos que escuchaba, desde los Rollings hasta AC DC, metían blues en sus discos y era lo que más me gustaba. Es una música muy sencilla, siempre la he tocado con la guitarra, pero solo en casa o con los amigos".

También es aficionado al deporte. "Jugué al fútbol de pequeño y durante unos años patrociné al equipo de fútbol sala de Burlada. Tuve que dejarlo porque no salía otro patrocinador y me quedó una deuda que no he recuperado, pero bueno...". Le gusta la pelota, ha estado en todas las finales de Beloki, y los domingos sale con la bicicleta "por aquí cerca, por San Cristóbal o Errea, me gustan las cuestas", sonríe. Y también es cocinillas. "Disfruto cocinando para la familia y los amigos".

Y el resto de la semana, en la peluquería, donde trabaja con cinco empleadas, "ahora solo tres porque dos están de baja". Calcula que en cuarenta años ha podido hacer 120.000 cortes de pelo. "Y eso tirando por lo bajo, calculando diez personas al día, cuando hoy por ejemplo he cortado a veinte", reconoce. Conoce a todos sus clientes y todos le conocen a él. Está al tanto de lo que pasa en el pueblo y reconoce sentir cierta "tristeza". "Antes Burlada era un referente comercial, pero los supermercados han acabado con el comercio local. Cuando éramos jóvenes nos juntábamos en los bares, en las salas de juego; ahora los chavales se meten en las bajeras. Luego está la crisis, esta es la tercera que me ha tocado vivir y se está convirtiendo en una agonía". Y con todo, se confiesa feliz con su trabajo, con su familia, con Burlada y los burladeses. "Un día iba por la calle con mi hija y saludando a la gente, hasta que ella me dijo: Oye aita, ¿en Burlada todo el mundo es tu amigo?".