pamplona - Jesús Equiza no ha abandonado la lucha ecologista a sus 84 años. Más firme que nunca denuncia que 25 años después de las movilizaciones contra el vertedero de Góngora y un modelo de consumo "no hemos conseguido que la gente separe la basura, y hoy es el día en que al contenedor verde llega todo tipo de residuos y porquería; es lamentable...". Las protestas para impedir que se instalara el basurero se recrudecieron a partir de 1990 con el inicio de las obras pero antes de aquella lucha hubo un trabajo de sensibilización medioambiental en todo el valle que, recuerda, fue tremendamente constructivo. Así, en 1985 en Aranguren ya se había abierto un debate sobre el futuro del tratamiento de las basuras y su ubicación en la Comarca de Pamplona. De nada sirvió, tampoco las conclusiones del instituto creado por el Gobierno foral para analizar el mejor sistema para la basura y que concluía en la necesidad de reciclar la materia orgánica. La Mancomu-nidad de la Comarca de Pamplona tomó a "traición y sin previo aviso" la decisión de llevar las basuras a Góngora en 1988. Los vertederos estaban mal vistos en aquel momento, era "lo más repugnante que había y también la opción más cara". Labiano fue el epicentro de aquellas movilizaciones y su cura, Jesús, uno de los principales impulsores junto al entonces alcalde de Aranguren José Antonio Villamayor. Equiza estuvo en el punto de mira hasta el punto de ser acusado de estafar a sus feligreses en una campaña de desprestigio absolutamente falsa que todavía, hoy, recuerda con dolor. En 1994 el Tribunal Supremo anuló la sentencia del TSJN que les condenaba a los líderes de la revuelta a seis meses de prisión e inhabilitación de cargo público para el alcalde. Equiza era el cuarto en la lista de "delincuentes".

Acaba de presentar su último libro Diario de la lucha antivertedero 1988-1993. Pero hasta llegar aquí hay un largo camino andado. Recuerda los meses de mayor enfrentamiento con la policía (abril y mayo de 1990), cuando los vecinos se plantaban en la carretera para evitar el paso de camiones con tractores. "La organización fue ejemplar, llegó gente de todos los pueblos del valle, de otros de la Comarca y de Pamplona", relata. "Militarizaron el pueblo, llegaron los geox, los helicópteros, nos asediaron como a terroristas... pero -como dice un refrán- cuando en un conflicto de mo-mento triunfa el poder pero a la larga el débil tiene las de vencer", subraya. Todavía se enerva cuando mira a lo lejos el vertedero y critica los olores y la falta de una apuesta por el reciclaje orgánico.

seminario Nació en su querido Labiano, fueron siete hermanos que le han dado diez sobrinos, "todos saben euskera", manifiesta con orgullo. Su tesis doctoral, defendida en 1978, un año difícil de olvidar -estallaba la revolución sandinista, España refrendaba su Constitución...- versó sobre la Teología de la Liberación en Sudamérica. Estudio en Roma y regresó a Navarra cargado del espíritu del Concilio Vaticano II para ser nombrado profesor de teología en el Seminario, donde renunció a ocupar altos cargos de poder para "estar cerca de la gente pobre y sencilla". Su especialidad era antropología teológica y los años de docencia, recuerda, fueron "muy dichosos". Equiza es un hombre íntegro, de raíces tan humanas como la doctrina de la liberación que predica para erradicar la pobreza, y tan coherente en su vida como justiciero con los que no lo fueron. No olvida, por ejemplo, que el vertedero se hizo pegado a dos pueblos, Góngora y Labiano, que apenas dista un kilómetro de la zona cero. No olvida que en 2009 tenía que haber estado cerrado pero que se prolongó por acuerdo entre la MCP y el Ayuntamiento de Aranguren hasta el 2022. No olvida que se saltaron la norma medioambiental estatal para crear una ley foral a medida y que, además, "tenían comprados a algunos jueces". Como tampoco olvida que la crisis actual es "antropológica y ética", especialmente en la clase política y económica, lo que ha ahondado la brecha de la injusticia social al "empobrecer aún más a una parte de la población y enriquecer a otra". "Y todos hemos contribuido a mejorar nuestra situación sin tener en cuenta al otro", reitera. Vivimos en la postmodernidad. El progreso nos llevó a lo absurdo, reconoce. La cultura rural, por ejemplo, se despreció. Se exhaltó lo urbano como valor, los rascacielos, los excesos, las megaobras... Ahora sumidos en una fuerte crisis de valores culturales volvemos a recuperar "lo pequeño, lo local, también el nacionalismo está en auge, y creer en la solidaridad...". También tiene recetas para la crisis: recuperar a "las personas" como valor.

¿Y el nuevo Papa? Sin duda, opina que es "más valiente". ¿Y qué fue de su ambición? "A mí me han ofrecido muchos cargos pero yo siempre he dicho que me debo a la Diócesis, no quiero esa clase de poder y quiero morir dignamente pobre", explica quien tiene dos doctorados. Equiza recuerda otras luchas que también merecieron la pena, el trabajo realizado en la escuela social diocesana que dependía de la Iglesia y cedida después al Gobierno para insertarse en la Universidad Pública de Navarra. Sin ninguna atadura y sabiendo destacar siempre lo "objetivablemente válido", el autor de 23 libros opina que en Navarra la influencia del Opus ha estado sobrevalorada, de lo contrario -reconoce- "tendríamos muchos más nacimientos", además "hay que reconocer el trabajo que realizan en la investigación científica". Vive en la casa de su hermana que murió hace dos años y a la que estuvo muy unido. "Quiero morir como he vivido. Escribo y ayudo en las pequeñas parroquias de Labiano, Góngora e Ilundáin, lo que me gusta es animar a otros curas en su labor...". Su nuevo reto es restaurar la iglesia parroquial de Ilundáin: "Estoy ilusionado es un joya, tenemos un donativo y va a quedar preciosa".