PAMPLONA. Silvia Urtiaga es ingeniera eléctrica, pero lo que le "da la vida" es bailar. Tiene 30 años y hace tres decidió hacerse autónoma y comenzar a enseñar bailes latinos por su cuenta, para hacerlo como ella quería. Afirma que fue una de las primeras monitoras de Pamplona que se sacó el título de instructora de zumba, un baile que define como "una fiesta" y que actualmente imparte en una sala que alquila en Teresianas.
Aunque su mayor reto lo lleva en su interior está embarazada de cuatro meses, en el terreno profesional ha emprendido junto a cinco bailarinas la organización de una masterclass de zumba que "bata los récords" de asistencia en la ciudad, el próximo 14 de junio. Silvia comenzó a bailar a los 17 años. "Siempre me ha gustado, pero mis padres no lo veían útil y me apuntaban siempre a pintura. Hasta que con 17 años me apunté con unas amigas los domingos a bailes latinos", recuerda. Al terminar las clases, el profesor le animó a participar en un grupo, llamado Merecumbé, del que formó parte durante casi seis años. "Fueron muchos años de ensayos diarios y aprendí muchísimo. Al final me agobié del ritmo de trabajo, me salí y empecé a dar clases", apunta.
Tras una temporada trabajando "dando clases sueltas", hace tres años montó su propio negocio: Aishadance. "Me costó mucho dar ese paso, pero me lancé y a través de clases gratuitas y del boca a boca de la gente que probaba se disparó y ahora no me da la vida para tener a tanta gente", señala. Por ello, está pensando en alquilar otro local, ya que todavía no se plantea comprar el suyo propio: "Lo estoy tanteando pero no sé, eso sí me da mucho respeto. Ya no se trataría sólo de subsistir, sino que además tienes que pagar algo más estable". La joven confiesa que no esperaba tanto éxito con sus clases, que "asusta, y más estando embarazada", pero que tiene claro que lo que más le gusta "es hacer feliz a la gente transmitiendo emociones" mientras baila.
SIN CRISIS
Silvia cree que su trabajo es un sector "que no vive en crisis". "En Pamplona el mundo del baile se está moviendo bastante. La necesidad que hay de vivir emociones y desestresarse del día a día es brutal", destaca. Durante 20 horas semanales "a 180 pulsaciones" imparte clases a alumnos de entre 15 y 70 años, la mayor parte de ellos chicas. "Hay algún chico y son el alma de la clase, pero creo que no vienen muchos por vergüenza, porque tienen las mismas capacidades que las chicas para bailar", comenta. Aunque oferta todo tipo de bailes, actualmente sólo imparte zumba "por la demanda tan grande que hay", pero se encuentra abierta a formar otros grupos cuando vuelva a su trabajo después de su embarazo.
Este baile estrella actualmente en Pamplona es para ella "una fiesta". "En mis clases de zumba intento ser muy payasa y que los que acuden a ella se suelten y no se avergüencen. Al principio están cortados pero creo que hay un momento en el que la cabeza les hace click, se sueltan, y es como si estuvieran en un bar, pero de forma sana, haciendo ejercicio y sin beber", compara bromeando. No recuerda exactamente qué le motivó hace tres años a formarse en este estilo, pero para ella fue "una aventura": "Antes siempre enseñaba bailes latinos, algo más disciplinado y donde necesitas una pareja, pero hace tres años conocí la zumba por Internet y me lancé. Me fui a Madrid a aprender, y algo más tarde a Almería, para ampliar la formación".
Cree que los alumnos de baile en la ciudad son "muy fieles", y algunos de ellos siguen con ella desde que se hizo autónoma. "Somos muy cerrados y con el monitor que empezamos normalmente seguimos siempre porque conectas y te transmite. Yo tengo gente que viene a Teresianas desde La Rochapea y eso lo valoro mucho", indica. Como ahora se encuentra de baja maternal y aunque admite estar "deseando volver", está centrada en la organización de la masterclass de zumba que junto a cinco instructoras han previsto para el próximo 14 de junio. "El año pasado, sin hacer ningún tipo de publicidad, logramos reunir a casi 200 personas. En diciembre repetimos y vinieron más de 250.
En esta ocasión la idea es batir récords y lograr preparar un evento de grandes dimensiones", expone. A esta gran clase, que será en el pabellón de la Universidad de Navarra, acudirá como invitado Tony Mosquera, un conocido y polifacético bailarín. El balance que hace de su experiencia es más que positivo, pese al miedo inicial. "Me alegro mucho de haberme lanzado a montar mi propia empresa y organizar eventos propios, no solo por la ambición personal sino por la respuesta que recibo de la gente. Te dicen que son muy felices y eso te llena", resalta. Lo principal, que hace lo que le apasiona: "¡Es que no sé hacer otra cosa en este mundo! ¡No sé ni cocinar!, concluye entre risas".