Comenzaré recordando aquel viejo refrán que recitaba mi abuela: "Dijo a los chorizos un gato: si no os colgaran tan altos?" Llevamos tiempo soportando como tipos de camisa guay y mano larga, biricas de escaso magro y excesiva grasa, llenan páginas/minutos en los medios y en eternos procesos judiciales: ¿¡Viva la independencia/separación de poderes!? ¿Cuántos de estos personajillos, la relación es demasiado prolija, terminarán en su pocilga natural?

Quizá algunos miembros de mi generación todavía recuerden un artículo, en el que cierto gacetillero local se molestaba por el lenguaje ¿marginal/precario? de ciertos estudiantes y de cómo había sido insultado/injuriado, por primera vez en su "puta vida" (sic, la vicepresidenta, muy malhablada para ser abogada del estado? y de Valladolid), con el rotundo -amén de expresivo- epíteto de "chorizo". Así le espetó un tipo enfadado cuando cierto individuo quería poner una pizca de sensatez en la discusión.

Si de algún consuelo sirviera a quienes se vean así tratados, se apelliden barcenillas, blesillas, fabrillas o diazferranillas... Tengo debilidad por todo lo ppopular y su mensaje alucínogeno cuando me hablan en mayestático? y, la verdad, no me acostumbro. El chorizo suculento y rojillo poco tiene que ver con el insulto/injuria/difamación. Aunque no lo supiera aquel indocumentado de corbata guapa y carro de alta gama, pero con la lengua suelta de macarrón de barrio castizo.

El afrentado "chorizo" parece derivado de la palabra "chori" -no confundir aquí con mi euskara ni con el legendario pájaro puentesino- que en leguaje caló o romaní y en la jerga manguicarcelaria quiere decir, simplemente, en seis letras: ladrón. A uno famoso por sus patillas plateadas y cacerías de jeque/rey saudí, todavía hoy le citan en los/sus "ppappeles" como el c?, cosas de la gente fina que juega con las rimas poéticas.

Al parecer la conversión de "chori" en "chorizo" para denominar al robaperas y desvalijacasas -sostenía mi admirado Néstor Luján- se hizo durante la última guerra o avería civil según el cotilleo tabernario de la época, puesto que no la hemos encontrado en la jerga de Carlos Arniches -el excantante/tertuliano Ramoncín y otros chelís son más modelnos- ni en sesudos estudios sobre el lenguaje coloquial. Cuando, en los años cuarenta mi padre hizo la mili -servicio militar obligatorio-, "chorizar" quería decir hurtar/mangar/robar.

Resulta razonable entender que quienes no conocían el caló gitano -una etnia no siempre bien tratada- dedujeron que "chori" era el diminutivo de chorizo y este maravilloso producto de la matanza -como esa excelente morcilla que me venden en Murieta o la txistorra de varias carnicerías estellesas- se convirtió en una variante de descuidero/carterista/ratero, y "chorizar" pasó a significar robar. Con el paso de los años, la imaginación popular -no confundir con el ppartido del cañete o del vende mantas ppalenciano que se presenta como segundo- acuñó eso de: "poco/falta pan, para tanto?"

El refranero también puede jugarnos malas pasadas, aunque no es frecuente: "De Cantimpalos (o de Meano en el esquinado Aguilar), no hay chorizos malos". Ya un tal Quiñones de Benavente, que no sabía mucho de jerigonzas y hablas raras, nos avisó hace décadas: "Tripas de la olla, han de ser revueltos, longanizas largas y chorizos negros (en dinero del pparcenas y sus socios gupptelianos; eso sí, hablaba de pimienta)". Mi respeto a los excelentes chorizos que salen del cerdo; no tanto a esas piaras de pata sucia y careto duro -por cierto, me encantan las orejas del bar Andia- que arramplan con todo cuanto pillan. Al fin y a la postre, uno también es lo que ve en casa? y come.s?