ERRO - Fruta, refrescos, cervezas, chocolate, cafés, perritos calientes, barritas energéticas; pero también muñecos en miniatura de recuerdo, cordones para zapatos, llaveros o hasta un “mercado libre”. Todos estos artículos y productos se pueden adquirir desde principios de marzo hasta octubre en el puesto de venta ambulante situado a 801 metros en el alto del puerto de Erro. Hace cuatro años que Fermín Paularena cinco horas después del amanecer sube la persiana de su camión y espera la llegada de los peregrinos venidos desde Roncesvalles, con el objetivo de atenderles pero también de aprender y enseñar de todos y cada uno de ellos. Fermín Paularena decidió dejar su trabajo en una ferretería, y buscar una salida para hacer frente a la “beharra” (necesidad); cuaderno y bolígrafo en mano se dispuso un domingo a acudir al alto de Erro y apuntar el número de personas que pasaban por ahí. “Hice mis propias suposiciones de cuantas personas estarían dispuestas a tomar algo y pese a las pésimas condiciones con las que empecé, decidí venir a vender cervezas y coca colas. Dije: me la juego”, precisa. Actualmente gracias a diez baterías, seis placas solares situadas en el techo de su camión, dos cámaras frigoríficas y dos cafeteras, se puede encontrar de todo en su puesto ambulante y a pesar de que él lo define “como un punto de socorro para que no te mueras de sed”, ha sabido acoplarse a las necesidades de los transeúntes y ofrecer así “productos multipaladar”. Tanto es así que con una sonrisa cuenta que es muy conocido entre los peregrinos de Brasil y todo ello por disponer de la bebida típica llamada Guarana Antártica. Además del gran abanico de productos, tras percatarse de que muchos caminantes dejaban abandonadas las prendas por el monte decidió crear “el mercado libre”; éste consiste en dejar en una cesta colocada al ras de su camión todo lo que le sobre a los peregrinos, y por lo contrario coger libremente todo lo que se necesite. Al negocio de Paularena se asoman peregrinos de muchas partes del mundo y por ello a tenido que aprender a comunicarse “estudiando los gestos de la gente”. “El que se acerca y estira el cuello buscando algo quiere encontrar la cafetera y pedir café; en cambio el que quiere patatas las pide directamente”, explica.
A pesar de que confiesa que “es duro estar en la calle en invierno y sobre todo trabajar los siete días de la semana, es muy enriquecedor trabajar con personas de distintas culturas y sobre todo conocer las distintas motivaciones que les llevan a realizar el Camino de Santiago”. Paularena explica que últimamente hay muchísimos empresarios arruinados que realizan el peregrinaje, “emocionalmente les pesa mucho haber dejado sin trabajo a tantas familias, y vienen buscando el rumbo de su vida”. Asimismo, son asiduos a la ruta los padres a quienes les han quitado la custodia y “se sienten vacíos por dentro”, o simplemente los que también hacen el camino por un reto de superación personal.
el oasis de erro Por otro ldo, este año “estoy notando que hay muchos orientales que vienen a hacer el Camino de Santiago”. Este particular hostelero explica que el número de personas que se paran en su establecimiento “depende mucho de la temperatura que haga, puesto que si hace mucho calor la gente consume más”.
Pero entre ese goteo de peregrinos que hace una parada junto al camión de Paularena, desde hace cuatro años percibe que “la gente viene ya conociendo el sitio”. “Muchos peregrinos vienen buscándome, puesto que hoy en día en Internet o en las redes sociales sobre el Camino de Santiago se habla de todo lo relacionado con el peregrinaje, y aparece mi puesto de venta”, declara con orgullo. No en vano “muchos al llegar aquí ni se lo creen, y preguntan entre risas si se trata de un oasis o un espejismo”.
DESAFIO PARA CICLISTAS Pero este kiosko-cafetería con ruedas no sólo atiende a peregrinos sino que también es un punto de referencia entre los ciclistas que pasan por ahí; tanto es así que para los que deseen dispone de un vale especial para ciclistas, “de esta manera no tienen necesidad de llevar consigo el dinero y pueden beber algo aquí tras haber adquirido el bono”. Además Fermín Paularena, quien también es ciclista, decidió poner el marcha el denominado “desafío del Alto de Erro”, que consiste en una competición entre conocidos los cuales anotan en una pizarra el tiempo que tardan en llegar en bici desde las afueras de Zubiri hasta el alto. Tal y como explica el vendedor, el que lo hace más rápido se gana “el prestigio de ser el campeón del alto, pero lo bonito es cuando en septiembre nos juntamos aquí todos entre txistorricas, y un buen vino”.
Con frío, calor, lluvia y hasta nieve un año más, Fermín Paularena seguirá levantando la persiana de su camión situado a los 801 metros, dispuesto a dar cafés, cuñar credenciales o simplemente mantener un trueque de vivencias, experiencia o conversaciones cotidianas con todo aquel que se asome por el particular área de servicio del Alto de Erro.