si atendemos a los datos históricos de los autores que han investigado la historia de San Miguel, llegamos este año a una cifra redonda. Y es que hace exactamente 13 siglos, en el año 714, el arcángel San Miguel se le apareció a don Teodosio de Goñi en Aralar, salvándolo del dragón y rompiendo las cadenas que llevaba en penitencia por haber matado a sus padres, según cuenta la leyenda que se ha transmitido de generación en generación. Entonces comenzó una devoción que en el siglo XXI sigue viva en el alto de Aralar.

La leyenda viene de la Edad Media pero fueron el padre Tomás de Burgui, en 1774, y sobre todo, un siglo después Francisco Navarro Villoslada en su novela Amaya o los vascos en el siglo VIII, quienes la popularizaron. Dice así. Teodosio de Goñi era un caballero navarro que vivió en tiempo del rey Witiza, en el siglo VIII. Eran tiempos en los que los pueblos del norte de la Península Ibérica se defendían de la invasión musulmana, por lo que Teodosio de Goñi fue llamado a la cruzada.

A su vuelta, tras una larga ausencia, se cruzó con el demonio disfrazado de ermitaño, que le dijo que su mujer le era infiel. Ciego de ira, llegó a su casa y entró en su dormitorio, donde entrevió dos cuerpos acostados en la cama. Sin pensárselo dos veces, sacó su espada y los mató. A su salida, se cruzó con su mujer, que regresaba de misa. Entonces supo que había matado a sus padres.

PENITENCIA Desesperado, el parricida confesó su culpa primero al párroco de Goñi, quien lo envió al obispo de Pamplona. Era tan grande el pecado, que le encomendó ir a Roma. Allí el papa Juan VII le impuso la penitencia de vivir fuera de toda población, llevando una gruesa cadena ceñida a la cintura y una cruz de madera a cuestas. Conseguiría el perdón cuando la cadena se rompiese.

Así estuvo siete años hasta que un día, estando en Aralar, salió de una cueva un horrible dragón. Teodosio de Goñi invocó a San Miguel y en aquel momento, en medio de un gran trueno apareció el arcángel con la cruz sobre su cabeza, quien al grito de “Nor Jaungoikoa bezala! (¡Quién como Dios!)”, venció al dragón, al tiempo que Teodosio quedó libre de las cadenas. Tal y como le había mandado el Papa, en este lugar construyó una iglesia a la que llamó San Miguel in Excelsis, a la que se retiró.

Pero la leyenda no acaba ahí. También ha llegado hasta nuestros días la creencia de que la madera de la efigie del Arcángel, recubierta de plata sobredorada, que se venera en Aralar la dejó San Miguel en su aparición. También perdura la creencia de que las cadenas que llevaba el penitente son las mismas que las que están en el exterior de la capilla, cadenas que muchas personas se pasan por diferentes partes del cuerpo. También el agujero que comunica con la sima del dragón.

Para celebrar este aniversario, el santuario de San Miguel de Aralar ha intensificado a lo largo de este año la atención espiritual a los peregrinos, con eucaristías y atención espiritual diaria en verano. Asimismo, se le dará un relieve especial a la jornada del Absolvicio, antigua fiesta de la dedicación del templo, este próximo domingo.

“A futuro, nos planteamos la museización del edificio del siglo XII que cierra el Santuario hacia el occidente, y dotar de instalaciones dignas a la cofradía y a los usos pastorales que queremos dar a San Miguel”, señala Mikel Garciandía, capellán de Aralar. Al respecto, observa que para abordar este ambicioso proyecto será necesaria una campaña de concienciación de la gente.

Por otro lado, el capellán apunta que el santuario de Aralar se integrará en Caminos de San Miguel, una asociación transnacional que se prevé que esté en marcha en otoño. “Queremos federarnos con franceses, italianos, belgas? para funcionar en red”, señala Garciandía. “Una promoción más integrada nos permitiría afrontar proyectos más ambiciosos, como esa exposición permanente en el santuario para mostrar sus tesoros, mejorar las instalaciones y sobre todo, darle a San Miguel de Aralar el auge que también otros santuarios similares a nivel europeo tienen”, afirma.

SAN MIGUEL Y SANTIAGO Garciandía incide en la importancia del templo de Aralar. “Es la conexión que hay entre todos los santuarios de San Miguel de Europa y Santiago de Compostela”, afirma. Y todos los caminos pasan por Zamartze, monasterio que sustenta la fundación de San Miguel. Por este lugar transcurría el primitivo camino a Compostela y también la antigua vía romana Asturica-Burdingalam (Astorga-Burdeos), mencionada en el itinerario de Antonino.

El Cristianismo entró por esta vía de manera temprana, reutilizada después, en el siglo IX, como Camino de Santiago. Y es que era una ruta segura frente a la actual, que entonces estaba en manos de los musulmanes. Pero a medida que los reyes de Navarra fueron ganando terreno, crearon otra ruta en la vertiente sur de Urbasa y Andía, cayendo la de Sakana en vía secundaria. Pero el camino dejó su huella, con un importante patrimonio arquitectónico civil y religioso como la ermita de Santiago de Itxasperri, la más antigua de la comarca, Santa María de Zamartze y la ermita de Eitzaga, en Iturmendi así como cruceros, la picota de Lakuntza o los numerosos escudos y blasones que lucen fachadas por toda la comarca.

“Se está trabajando la vía romana y el antiguo Camino de Santiago. Los tres proyectos se ayudan”, destaca Garciandía. “En un par de años los peregrinos que quieran podrán coger el ramal antiguo, uniendo el Plazaola con el camino que han abierto los guipuzcoanos (Bayona-Zalduondo) y alaveses (Zalduondo-Santo Domingo/Burgos). Es un eslabón de varias cadenas”, apunta Garciandía.