TAFALLA - Cerca de 300 personas que a lo largo de estos últimos 25 años han formado parte del Movimiento Juvenil Interparroquial de Tafalla, conocido más popularmente como Mojito, se reunieron este pasado sábado para conmemorar y festejar el primer cuarto siglo de existencia de este movimiento asociativo. Este colectivo se creó en el año 1989 en torno a los grupos de catequesis de las parroquias tafallesas con el objetivo de organizar de mejor modo los campamentos y las actividades de tiempo libre que se organizaban al finalizar los cursos y que continúan de igual modo acogiendo en su seno a varias decenas de jóvenes.
La conmemoración de esta importante efeméride ha estado precedida de la exposición fotográfica 40 años de huellas campamenteras, compuesta por cerca de 500 instantáneas de distintas épocas y que han podido verse estos días en la Casa de Cultura. En ellas aparecen diferentes grupos de jóvenes durante los campamentos que desde Mojito han ido organizando a partir de 1974.
Pero sin duda el día grande del 25 aniversario de Mojito es el que se vivió el pasado sábado con un variado programa de actos que dio comienzo a las 11.00 horas con el lanzamiento de un cohete y un posterior almuerzo en el atrio de la iglesia de San Pedro. A partir de las 12.30 horas se celebró una misa en la parroquia de Santa María que estuvo oficiada por Pedro José Loitegui, el sacerdote que en el año 1974, siendo párroco en Tafalla, promovió la primera acampada en unos parajes de Belagua. En la eucaristía estuvo acompañado en la concelebración por otros cuatro sacerdotes: José Manuel García de Eulate, Iñigo Beunza, Alfredo Urzainqui y Koldo Esteban. Decenas de personas ataviadas con un pañuelo blanco y con un dibujo en azul del anagrama de Mojito asistieron a la misa, que estuvo amenizada en su parte musical por un nutrido grupo de guitarras y bandurrias con las que entonaron alegres y melódicas canciones.
LITURGIA En el momento de la homilía, Pedro José Loitegui destacó que “la tarea más importante que hemos acometido en estos años ha sido el ayudar desde la fe en Jesús, al desarrollo y crecimiento personal y el aportar, desde la catequesis y de actividades como los campamentos, valores como el sacrificio, el compromiso, el esfuerzo, la convivencia y la entrega a los demás”. Las ofrendas también estuvieron cargadas se simbolismo, como fueron un plato y un vaso vacíos y a su lado el pan y el vino; una venda que servía para tapar los ojos, acompañada de una vela como signo de la luz que aporta la Palabra de Dios y unos nudos símbolos de dificultad, pero que unidos en una cordada facilitan el paso y el caminar colectivo. Por último se presentó la colecta realizada entre los asistentes que se destinará a sufragar la compra de un vehículo multiusos para una población salvadoreña. Durante la liturgia Pedro José Loitegui dedicó un recuerdo especial para Victorio Biurrun, ya fallecido y que junto al también sacerdote Luis Oroz, estuvieron varios años al frente de las dos parroquias tafallesas y del catecumenado infantil y juvenil.
Finalizada la misa, todos los asistentes posaron en una fotografía de recuerdo en el crucero del atrio de la iglesia y posteriormente protagonizaron un pasacalles y un poteo por los bares más céntricos de la ciudad, hasta llegar a las 14,30 horas cuando los cerca de 300 comensales se trasladaron hasta el frontón del colegio de Escolapios para disfrutar de una comida de hermandad. Tras los postres tuvieron ocasión de participar en un café-concierto y en un bingo, mientras los más pequeños gozaban en unos hinchables, en diversos juegos infantiles hasta terminar, pasadas las siete de la tarde, con un torico de fuego. - C. Armendáriz