puente la reina-gares - Cuando arranca septiembre, un aroma peculiar recuerda a los vecinos de Puente la Reina que el otoño está llegando. Un olor que permanecerá, día tras día, hasta que esté a punto de llegar el invierno. Es el perfume de los pimientos asados, que se exponen para su venta durante 12 horas diarias en ocho puestos de la campa de la Fundación Mena, sobre la calle las Huertas de la capital de Valdizarbe. Allí, desde hace una quincena de años, ocho productores puentesinos instalan sus tenderetes donde venden toda clase de pimientos, rojos o verdes y de cualquier variedad siempre que hayan sido cultivados en tierras garestarras o vecinas del valle. Ocho productores que llevan decenas de años vendiendo este artículo culinario quienes llegan de todos los puntos de Navarra y la CAV, principalmente.

La historia de este mercadillo comenzó hace 37 años. Por aquel entonces, las familias de dos de los actuales agricultores, Pimientos Nieves y Pimientos Eyaralar, vendían su producto en el Mercado de Santo Domingo, de Pamplona. Pero “también empezaron a colocarse en la curva del asilo, aquí en Puente la Reina, para vender y, como funcionaba, se fue sumando más gente hasta convertirse en lo que es hoy”, relata Nieves Etayo, propietaria del puesto que lleva su nombre; su móvil no para de sonar. “Ay, mi chica, te apunto, pero no sé donde porque ya no me queda espacio en el cuaderno”, exclama a una cliente que está al otro lado del teléfono.

Y con el paso de los años este popular mercado ha ido adaptándose a las necesidades que él propio demandaba, según explican quienes hoy lo hacen posible. La oferta de pimientos asados o el traslado a la localización actual son algunas de las medidas que se han ido aplicando a lo largo de estos casi 40 años de negocio. A ellas se sumó, el año pasado, la puesta en marcha de una ordenanza municipal que tiene como objetivo controlar el mercado y evitar la competencia desleal. Entre las condiciones que exige esta normativa está la de que solo pueden participar productores locales con género del mismo origen. “De Valdizarbe para Valdizarbe”, cuenta Etayo. Y es que el pimiento, además de las hortalizas que se venden en este mercadillo solo se pueden adquirir en Puente la Reina y en pueblos del valle.

El precio de los pimientos apenas varía entre un puesto y otro. Así, dependiendo del tipo (hay una decena), el kilogramo del fruto crudo cuesta entre 1,10 euro hasta 1,60 euros. Si se quiere asado, el precio sube hasta 1,80 euros como máximo. Los pimientos de piquillo o bola son algunos de los más baratos, mientras que el pimiento najerano, calpisa o cristal son los que conllevan un desembolso mayor. “Es que son más gruesos”, explica Sara Rodríguez, de Pimientos Eyaralar. Unos costes para el consumidor que son un poquito más elevados que los del año pasado. “Hemos tenido que subir cinco céntimos para compensar la subida del gas propano con el que se asan los pimientos”, detalla Juan Molinet, dueño del puesto que lleva su nombre, que se completa con el apellido Garibaldi.

EL REY DEL PIMIENTO El piquillo es el que más triunfa entre los centenares de clientes que pasan cada día por la campa, entre las 08.00 y 20.00 horas, especialmente el fin de semana. Los productores explican que quienes compran los prefieren asados, “por comodidad”, apunta Tomás Molinet Águila, de Pimientos Yenny y Tomás. Ante esta demanda, cada uno de los ocho puestos cuenta con, al menos, un par de asadores metros más atrás de su mostrador. Y en cada punto de venta, una persona que se dedica a girar un tambor, en cuyo interior hay fuego constantemente. Uno de ellos es Fernando Latasa, de la empresa Hermanos Latasa. Su entorno de trabajo tiene una temperatura considerablemente más alta que en el resto de la campa. “Al final acabas con el brazo atrofiado”, bromea, vestido de manga corta mientras el resto de compañeros portan jerseyes y otras prendas de abrigo. “En invierno este calor se puede agradecer más, pero no lo es, porque la venta baja”, señala. En cuanto al tiempo que necesita estar el producto en la máquina, éste varía según el tipo de pimiento. “Unos cinco minutos por cada diez kilos”, explica. Así, el de piquillo, por tener una piel más fina, ha de estar menos tiempo. “Eso lo vas viendo mientras los asas”, añade. No sabe calcular cuántos kilos puede llegar asar al día; sus compañeros de mercadillo tampoco saben decir cuánto pueden llegar a vender una semana. “Varía mucho entre una semana y otra”, relata Tomás Molinet, quien asegura que “los clientes pueden llevarse 20, 30 y hasta 50 kilos, si no son más”.

BUENA TEMPORADA El pimiento es una planta que necesita bastante sol para madurar. “Este verano ha sido bastante malo para el cultivo por el frío, pero el buen tiempo que ha hecho al final de la estación ha ayudado a madurar al pimiento”, relata Vicente Arraiza, de Pimientos Arraiza Azcona.

Así, según Sara Rodríguez, las ventas han comenzado “lentas la primera semana de septiembre, pero desde finales de mes hasta el puente del Pilar, la cosa remonta muy bien”. Aun así, Juan Molinet afirma que “la crisis se nota y no estamos mejor que hace dos años”. Nieves Etayo lo corrobora: “Hemos tenido años mejores, pero también es verdad que la crisis no nos ha llegado tan fuerte como a otros y hemos intentado mantener los precios para que no nos afecte demasiado”; aunque se muestra contundente al asegurar que este mercado “da para más años, solo tenemos que aguantar a que pase la nube y vuelva el sol”, concluye.

Cuerno cabra, calpisa, najerano, pico, piquillo, cristal, morrón o bola son algunos de los tipos de pimientos que quien se acerque a la campa de la Fundación Meca puede comprar, asados, crudos o secos, hasta que la cosecha aguante; eso será, con un poco de suerte, hasta principios de diciembre.