Ante la imposibilidad de mantener el convento franciscano de Olite, los frailes han decidido cerrar las instalaciones y marcharse de la localidad 800 años después. Se despedirán el 8 de diciembre, día de la Inmaculada, con una misa solemne. Previamente, se celebrará tanto un ciclo de conferencias sobre historia o arte medieval y renacentista como un concierto el 3 de diciembre, que correrá a cargo de la Coral Olitense y de la Banda de Música Municipal.

Actualmente residen en Olite dos frailes, Agustín Pérez de Arenaza y Carmelo Ajuria (de 84 y 65 años, respectivamente) y un lego, Patricio García, de 84 años. Lejos quedan las décadas de los 60 y 70 en las que, como casa de estudios de teología y filosofía, el convento llegó a acoger a cerca de un centenar de profesores y estudiantes.

“Es una pena para nosotros y para el pueblo porque los vecinos no conciben Olite sin frailes. Opinan que somos consustanciales al pueblo”, explica Ajuria, que ha vivido más de 20 años en esta localidad en diferentes etapas de su vida. “Primero estuve tres años como estudiante de filosofía, luego 12 años, más tarde seis y ahora, aunque en un principio había venido para unos meses, llevo más de un año preparando el cierre”, relata. Pérez de Arenaza y García, por su parte, suman 12 y 8 años, respectivamente, habitando entre las cuatro paredes de este majestuoso edificio. Cuando ellos ya no estén (Ajuria ha sido destinado a Valladolid, Pérez de Arenaza a Soria y García a Aran-tzazu), el olitense Juan Pablo Lendano será quien se encargue de las tareas de mantenimiento. Mientras tanto, los frailes seguirán ejerciendo de confesores y oficiando las misas diarias habituales.

El 8 de diciembre, asimismo, los franciscanos aprovecharán su adiós para “agradecer al pueblo su ayuda y amor” y para pedir perdón “si les hemos fallado en alguna cosa”.

Se abren ahora varias incógnitas que deberán resolverse en las próximas semanas. Y es que todavía no se sabe qué ocurrirá con la imagen de la Virgen del Cólera, patrona custodiada por los franciscanos. “A los superiores les da miedo dejarla aquí”, comenta Ajuria, de ahí que estén barajando trasladarla a una casa particular o al convento de las mojas Clarisas de Olite. ”Habrá que llegar a un consenso”, insiste el fraile. Se desconoce, también, qué sucederá con las antiguas escuelas reconvertidas en centro de ocio infantil y juvenil y que ahora gestionan las asociaciones Las Fuenticas y Baretón. En principio, las obras artísticas de la Orden Franciscana permanecerán en el edificio, salvo cambios de última hora. “Tampoco sabemos qué va a pasar con los pasos de Semana Santa ni si la Iglesia cerrará al culto, aunque parece lo más lógico”, confiesa Ajuria.

múltiples usos Aunque la leyenda atribuye al propio San Francisco de Asís la fundación de este convento durante su peregrinación a Santiago de Compostela (1213-1214), el primer documento que confirma la presencia de los “frayres menores” en Olite data de 1243. Así consta, al menos, en un testamento del archivo de la iglesia de San Pedro.

Cinco siglos después, en 1745, la comunidad se transformó en Colegio Apostólico. En él se formaron decenas de misioneros que posteriormente fueron enviados a diferentes puntos del la geografía estatal o incluso de América. Lógicamente, la orden no fue ajena a la transformación social y política de la época. Así, “se utilizó como hospital durante la guerra de la Convención (1795) y en la segunda guerra Carlista (1872-1876) y conoció la exclaustración de los frailes y la destrucción parcial del convento durante la guerra de la Independencia”, informa el Ayuntamiento en su web. Posteriormente, tras las medidas de exclaustración dictadas por los gobiernos liberales (1836), el edificio se habilitó como Casa de Venerables para frailes sexagenarios. En 1880, fecha en la que se restauró la orden definitivamente, se decidió abrir el convento como casa de estudios de teología y filosofía. Y es que por aquel entonces solo quedaban dos frailes.

El convento actual se construyó entre 1749 y 1757. La iglesia, no obstante, data de 1763. La primera morada de los frailes era mucho más modesta que la actual, hasta que en el siglo XIII recibieron el apoyo económico de Teobaldo II, al que luego se sumaría el de doña Blanca y Carlos II posibilitando el final de las obras constructivas. Sin embargo, en 1516 el convento sufrió graves desperfectos tras la orden del cardenal Cisneros de destruir las fortalezas y castillos de Navarra. Con el tiempo su estado se fue agravando (el terremoto de Lisboa de 1755 también le afectó) haciendo necesaria su reconstrucción total ante el grave peligro que constituía.

Entre los tesoros que esconde la iglesia, destacan dos sepulcros góticos de la época de Carlos III, nueve retablos (incluido el mayor, que preside la Virgen del Cólera) o un mural de Xavier Álvarez de Eulate.

Primeros vestigios. El primer documento que confirma la presencia de los “frayres menores” en Olite data de 1243.

Colegio Apostólico. A partir de 1745, el convento se transformó en centro de formación para misioneros.

Hospital. Durante la guerra de la Convención (1795) y en la segunda guerra Carlista (1872-76).

Casa de Venerables. En 1836 acogió, además, a frailes sexagenarios.

Casa de estudios. A partir de 1880, se transformó en casa de estudios de teología y filosofía.

Actualidad. Residen dos frailes, Agustín Pérez de Arenaza y Carmelo Ajuria, y el lego Patricio García.