lodosa - Intrépido, inquieto, observador, indagador y curioso. Con tan solo 9 años José Antonio Barquín, cántabro de nacimiento pero lodosano de adopción, comenzó a investigar y a adentrarse en las entrañas de este municipio ribero logrando importantes hallazgos.

Quizás el más llamativo, y del que muchos vecinos puede que todavía no tengan conocimiento, es el descubrimiento del escudo más antiguo que se conoce hasta el momento de Lodosa. Se trata de una pequeña imagen ovalada de unos ocho centímetros de longitud que data de finales del siglo XVII o principios del XVIII de acuerdo con Barquín.

Este escudo ha aparecido en la puerta de un sagrario en uno de los retablos de la iglesia de San Miguel tras una labor de limpieza y restauración. “Hasta hace no demasiado tiempo no solía fijarme en los detalles de los retablos, pero la verdad es que pueden aparecer gratas sorpresas”, comenta Barquín.

De hecho, tras descubrir esta imagen, José Antonio decidió indagar aún más hasta llegar a afirmar que se trata de un “escudo de leyenda” y es que este emblema, con diferencias palpables con respecto al escudo actual lodosano que data de 1800 más o menos, confirma la antigua leyenda que vincula la imagen de Lodosa con San Emeterio y San Celedonios, patronos de la localidad ribera.

Estos dos personajes, comentaba este amante de la historia, “fueron dos soldados romanos de finales del siglo IV que fueron apresados en León y conducidos a Calahorra para recibir martirio.

La calzada que unía estas poblaciones, aseveraba Barquín, “discurría por tierras de la actual Lodosa y se denominaba Camino de los Romanos, puesto que transcurría por el acueducto Alcanadre-Lodosa (Puente de los Moros) y chocaba de frente con El Castillar o Viso, en cuya cima se encontraron ruinas que dieron lugar a pensar que allí hubo un castillo en el que pernoctaron los mártires”.

Barquín, que acaba de elaborar ocho vidrieras para colocar en la ermita de San Gregorio, templo en el que descansan las tallas de estos patronos, ha recreado una de ellas con la imagen recién descubierta para que los lodosanos vean la evolución de su escudo. En este caso, insistía, las diferencias son evidentes puesto que “el puente de ocho arcos que aparece en la imagen original se ha transformado en un puente de tres arcos y el castillo ahora es una torre. Además, se le ha añadido una corona laureada y las banderas han cambiado de color”.

ruta del agua “La base de Lodosa y su razón de ser es el agua, concretamente el agua del río Ebro”. Así de contundente se muestra Barquín, que ha elaborado una ruta turística que tiene como principal protagonista el agua, los paisajes que deja a su paso y las construcciones que se levantaron en su día, muchas de ellas ya desaparecidas, que impulsaron la economía local.

Paseando por las céntricas calles de la localidad ribera José Antonio se detiene junto a un pequeño puente que conecta el parque El Medianil con El Ferial: el puente de la Harinera.

Se trata de un viejo viaducto de piedra del siglo XVII enclavado en el casco urbano y edificado sobre un ramal del Ebro que Barquín ha propuesto recuperar porque “se trata de una maravilla histórica”. Y es que además del puente, aunque apenas quedan señales de ello, en ese lugar estuvo el antiguo molino de la familia Jado, la casa de las bombas que abastecía de agua a los lodosanos y la central, un edificio que hoy en día aún alberga en su interior la enorme maquinaria.

pasión escultórica Barquín también siente una gran pasión por el tema plástico: “Modelo desde que tengo recuerdo con plastilina, luego con barro y ya por fin, me dediqué de manera profesional a ello”. Y es que no hay vecino en Lodosa que no haya visto su huella por las calles del municipio.

Sin ir más lejos, Barquín se ha encargado de realizar la famosa figura del toro ensogado que hay junto a la casa consistorial y con la que decenas de personas se han fotografiado. Además, también ha esculpido la imagen de la ensartidora de pimientos, el busto del poeta lodosano Ángel Martínez Baigorri y la imagen del guerrillero Chapalangarra en la plaza que lleva su nombre.

Por último, y por si toda esta aportación no fuera suficiente, José Antonio también se encargó de potenciar las famosas cuevas vivienda de Lodosa que descubrió siendo un niño y que aún hoy en día le maravillan: “Son joyas arquitectónicas. Ahora estamos atravesando un mal momento económico y poco más se puede hacer, pero si se tuviera conciencia del valor que tienen se ensalzarían mucho más”.