pamplona - ¿A dónde tirarías toallitas húmedas, pañuelos de papel, bastoncillos, compresas, pañales, tubos de cartón de papel higiénico, preservativos y otros textiles? ¿Qué hacemos con restos de comida, aceites vegetales usados y grasas alimentaria? ¿Y con los medicamentos y cosméticos, productos químicos, pinturas y disolventes?. Ninguno por el váter. Estos tres grupos son precisamente los productos domésticos que más impacto generan en el complejo proceso de depuración de las aguas residuales y que se siguen tirando, en un porcentaje importante, al inodoro de cada hogar. Depositar estos residuos en la taza del váter o en el fregadero genera problemas de “obturaciones y atascos” en la red de colectores, además de suponer un gran impacto ambiental e implicar un gasto económico considerable en tareas de mantenimiento de la red y en la propia depuración de las aguas sucias, advierte la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona en sus consejos ciudadanos para mantener en optimas condiciones la red de saneamiento, esa que transporta a través de 1.634 kilómetros de tuberías (más 120 fosas sépticas) las aguas residuales hasta la depuradora de Arazuri. Inodoro, ducha, bañera, lavadora, fregadero, piscina y riego de jardines más lluvia, más riego de calles terminan canalizándose en una misma red de saneamiento. Sólo se deshace el papel. En su ordenanza de gestión del ciclo integral del agua el ente comarcal, que atiende a una población de más de 350.000 habitantes, prohíbe a su vez el uso de trituradores de basura ya que este sistema supone “transferir los restos sólidos orgánicos a las redes de saneamiento”. Estos residuos producen depósitos que originan atascos y averías en las canalizaciones, así como en pequeñas depuradoras y equipos de bombeo. Por tanto, los “desagües domésticos” únicamente deben recoger restos de actividades domésticas que sea imposible separarlos.
También la Asociación Española de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas (Aeas) advierte que el saneamiento “no es un basurero”. Además de los productos antes mencionados incluye como peligrosos para nuestros desagües urbanos restos de drogas, jabones y detergentes, biocidas y plaguicidas, o aceites de automoción. Vertidos que contienen “parámetros fisico-químicos, metales, hidrocarburos aromáticos policíclicos, orgánicos volátiles, etcétera”.
Productos de todo tipo que terminan colapsando la red y que, además, contaminan porque no hay que olvidar que el agua sucia vuelve al río Arga una vez depurada. El director de Medio Ambiente de la MCP Alfonso Amorena asegura que existe una regulación exhaustiva de todos los vertido y los límites de contaminación los fija la CHE (son cinco parámetros entre sólidos suspendidos, demanda química de oxígeno -96,9%-, demanda bioquímica de oxígeno -94,2%-, nitrógeno - 74,8%- y fósforo -77,8%-) para que el agua que vuelve al río esté limpia. De hecho, los porcentajes de “rendimiento de depuración” son muy superiores a los que fija la CHE. “La planta está preparada para recibir todos estos residuos pero hay que concienciar en la necesidad de cambiar los hábitos”, abunda Arozena. Arozena también destaca que en la fase de pretratamiento se ha logrado optimizar el sistema para deshidratar y comprimir más el producto (sólidos de cierta entidad, arenas y grasas). Con avenidas de agua, el agua entra por los colectores y aumenta la presencia de arenas.
En la actualidad, sólo hay una excepción en este control, los medicamentos y antibióticos que se diluyen en el agua y contienen sustancias contaminantes, pendiente de una nueva regulación. En realidad las aguas residuales hacen parada en Arazuri donde atraviesan un combinado de rejas de diferente grosor que retiene los sólidos de mayor tamaño: papeles, plásticos... y una cinta transportadora los depositará en contenedores. Según datos aportados por la MCP, sólo el año pasado se recogieron en la fase de “desbaste” -rejas- un total de 789.502 kilos (233.422 de desbaste grueso -el material principal como compresas, preservativos, toallitas- y 556.080 de fino), cantidad que va en aumento teniendo en cuenta que en 2011 se filtraron un total de 700.920 kilos. Las toallitas se nos presentan por parte de los fabricantes como productos biodegradables pero este comportamiento se produce tras un determinado tiempo de “residencia en el agua, por lo que a los sistemas de saneamiento llegan tal cual se tiran, y se potencia la posibilidad de quedar atrapadas por cualquier rugosidad del colector o en los propios bombeos de las redes de saneamiento”, destaca la Aeas. Los aceites-grasas en unión de restos de los detergentes y jabones de uso doméstico también llegan a provocar en zonas de colectores y desagües las denominadas “bolas de grasa”. En el caso de los posos de café y té deben ir siempre al cubo de la basura. En relación a los productos de limpieza del hogar se recomienda utilizar productos menos agresivos o utilizar las dosis justas de lavavajillas. Y elegir detergentes sin fosfatos ni blanqueantes químicos. El consejo de Aeas es también eliminar los medicamentos a través de puntos limpios y que los restos de comida vayan al cubo de basura. También el problema de los pelos es que las cañerías se obstruyen. El objetivo: que el saneamiento no sea un “pozo ciego donde se eche todo aquello que nos sobra en el hogar”.
Mercado de compost en caída. El año pasado se vendieron 9.155 metros cúbicos de compost (lodo mezclado con poda) ante una demanda puntual extra ya que la tendencia es que el mercado ha caído. En 2013 fueron 5.322 m3 (12.000 en 2008). La explicación: no hay obra pública y, por tanto, ni urbanizaciones ni carreteras con zonas verdes que hay que acondicionar. En Arazuri se venden a particulares y empresas compost de diferentes tipos.