estella-lizarra - Al estellés Felipe García Sádaba no le van demasiado los homenajes y reconocimientos, pero confiesa que el que esta tarde le brindará Alkartasuna Fundazioa en el restaurante Astarriaga de su ciudad será “algo bonito”. A sus 70 años, García lleva más de medio siglo pegado al txistu y al Grupo Padre Hilario Olazaran, -es decir, desde que se formó-, y años atrás, de joven, hizo incluso sus pinitos con el acordeón.
Pero lo suyo es un no parar. Fijo también de la Coral Ereintza, -de la que forma parte “desde que se creó”-, lleva unos meses inmerso en el aprendizaje de la flauta travesera. Con todo, sin duda el txistu es el instrumento de su vida. De hecho, el más de medio siglo dedicado a él y al Grupo de Txistularis Padre Hilario Olazaran, además de forma ininterrumpida, le ha valido el merecido homenaje de esta tarde, al que acudirán también, entre otros, sus compañeros de agrupación.
“Hay gente aquí en Estella que empezó a tocar el txistu antes que yo, pero no han continuado después. Unos se fueron a vivir a otros sitios, otros no han seguido...”, dice García, quien recuerda que en este 2015 se celebra precisamente el 50º aniversario de la salida del grupo de txistularis en el cohete del Viernes de Gigantes. “En estos 50 años solo he faltado una vez al cohete, y fue porque estaba ingresado en el hospital”, dice.
autodidactas García explica que aprendió solfeo en clases particulares de muy niño, cuando estudiaba en Escolapios y con “Don Germán, un cura que era capellán de San Benito”. De ahí, unos años después, se inició en el conjunto txistu-tambor junto cuando este instrumento comenzaba a despuntar nuevamente tras la Guerra Civil. “Antes de aquello se tocaba mucho, pero entonces hubo un parón. Unos años después José Manuel Aguirre volvió a Estella y, de alguna forma, él lo volvió a impulsar. No es que diera clases como tal, pero sí nos enseñó las cosas básicas y los que nos apuntamos fuimos aprendiendo por nuestros medios poco a poco, autodidactas. Recuerdo que ensayábamos en una bajera que había en la Pieza del Conde”, comenta.
Después de tantos años de experiencia musical, tiene claro que la perseverancia es fundamental en este mundo. “Todos los instrumentos son difíciles si quieres tocar bien y exigen horas de ensayo, todos, me da igual el que sea. Si te da igual cómo suene, entonces no, pero si quieres hacerlo bien hay que dedicar tiempo”, afirma.
En la actualidad es, lógicamente, el componente más veterano de la agrupación Padre Hilario Olazaran y, como sucede en otros muchos colectivos, el homenajeado echa en falta un relevo generacional. “Txistularis fijos estamos ahora once, cuando hace años éramos bastantes más. En momentos puntuales sí que es verdad que se anima alguno a venir, pero está difícil. Y en la Coral Ereintza pasa algo parecido, ahora estamos apenas 26 o 27. El día que nos cansemos los mayores, si no hay relevo desaparecerán, y eso que tanto en la Escuela de Música como la Escuela Scherzo se dan clases de txistu desde hace ya unos años”.
Asegura que desconoce cuáles pueden ser los motivos, pero quizá se deba a que “los jóvenes hoy en día tienen muchas opciones para elegir y antes no había tantas”.
amplio repertorio Como miembro del Grupo de Txistularis de Estella-Lizarra, García tienen una serie de compromisos anuales con el Ayuntamiento para poner la música en dianas y bailables, así como también un calendario en días y eventos especiales, como son las fiestas, Ferias de San Andrés, la Virgen del Puy, la llegada del Ángel de Aralar, Olentzero o la Cabalgata de Reyes. Para ello, todos los sábados ensayan en unos locales que Lizarra Ikastola les cede detrás del viejo frontón.
Además, todos los años recorren parte de la geografía navarra y de la CAV llevando su música por las calles. “Hace tiempo se creó una especie de asociación de txistularis de Navarra y también con gente de fuera, y nos juntamos en distintos sitios. Hacemos igual veinte salidas al año, y la verdad que están muy bien. Nos reunimos en un pueblo, tocamos, almorzamos y para casa....”.
Una de las cosas que más valora Felipe García Sádaba de este instrumento es el amplísimo repertorio que existe, lo que les permite introducir nuevas piezas cada poco tiempo. “El repertorio es inmenso, puedes elegir casi lo que quieras. Hay una asociación de txistularis de Euskal Herria que edita una revista cuatro veces al año con partituras, y nos surtimos de ahí. Hay miles de partituras”, afirma.
De momento, su intención es la de seguir disfrutando de esta gran afición, aunque reconoce que en estas cinco décadas de la agrupación de txistularis “ha habido altibajos; según va el grupo, tienes más ánimo o menos”.
Además, seguirá dedicando horas a la flauta travesera, un instrumento que, -asegura-, no tiene demasiadas similitudes con el txistu que ya domina. “No tienen absolutamente nada que ver el uno con el otro. En el txistu usas tres dedos, más un cuarto, y en la flauta utilizas todos, entre otras cosas. Pero me gusta la música y por eso me animé a aprender”.
Una afición, la de la música, que no sabe a ciencia cierta de dónde le viene. “No vengo de una familia de músicos, aunque en mi casa siempre ha gustado la música. Supongo que por eso me entraría el gusanillo”, asegura.