Ayer, primero de mayo, los etxarriarras renovaron una vieja tradición, la colocación del maiatza en Hartzabal, en el alto de Urbasa, para anunciar la llegada de la primavera. Y es que a pesar de que su comienzo oficial fue el 21 de marzo, no es hasta ahora cuando los árboles se cubren de hojas. Así, con la Barga verde y el maiatza visible desde el pueblo, ha llegado la hora de subir el ganado a pastar en la sierra. Asimismo, poco antes, los vecinos de Ziordia y Bakaiku levantaron su mayo en el cresterío de Urbasa. Por la tarde, en la plaza, hicieron lo propio los de Iturmendi.

Elegida el haya por el guarda forestal, fue el momento de cortarla y acercarla a hombros hasta el agujero realizado en la roca. Con la ayuda de unas estructuras de hierro y cuerdas, en poco más de 10 minutos un grupo de unos 15 etxarriarras pusieron en pie el tronco de 17 metros de longitud. “Este año ha sido en un tiempo récord porque era más corto”, observaron. Después, fue el momento de fijarlo con cuñas hechas con ramas. Allí permanecerá hasta finalizar el mes.

Si bien la lluvia apenas dio tregua, fueron muchos los etxarriarras que subieron a la sierra, unas 300 personas. Muchas lo hicieron desde Etxarri, una dura ascensión con un desnivel de 560 metros sobre todo en los 2 últimos kilómetros de los 5 de subida. Algo más larga pero más llevadera era la caminata desde la venta del túnel de Lizarraga, opción elegida por otros. Asimismo, otros muchos llegaron en automóvil por la pista.

COSTUMBRE ANCESTRAL Los orígenes de esta fiesta se remontan a las antiguas civilizaciones de los fenicios y griegos, asimiladas por nuevas civilizaciones prerromanas, como la celta. Para algunos, esta celebración popular tiene connotaciones rituales totémicas a la divinidad primaveral o de lo árboles. Lo cierto es que esta costumbre estaba extendida por toda Europa, sobre todo en las zonas dónde el ciclo de vida se halla marcado por el transcurso de las estaciones. Todavía se mantiene viva esta tradición en algunos pueblos de Castilla y León así como en diferentes lugares de Gran Bretaña, Francia, Italia o Alemania entre otros.

El maiatza, según estudiosos de la materia, es también el árbol de la vida, presente en la mayoría de las mitologías. Representa el eje central cósmico que une el cielo y la tierra, permitiendo el encuentro en lo sagrado o divino y lo humano. Dicha concepción evocaría el tiempo circular en un eterno retorno que alude a la fecundidad, el crecimiento, la regeneración, el renacimiento, la sabiduría, la longevidad y la inmortalidad.