sarriguren - Era jueves por la noche cuando Erika iba conduciendo por Ripagaina para llevar a una amiga a casa. De repente, algo cruzó corriendo la carretera. Al principio pensaron que era una rata, pero pronto se dieron cuenta de que era una gatita, sucia, delgada y con una pata atrofiada.
Después de dos meses de ir noche tras noche a dar de comer a Ripa, que así la llamaron, Erika y su hermana Tania consiguieron cogerla con una jaula. Ripa necesitaba un veterinario con urgencia, una de sus patas estaba enferma y llena de heridas. Su veterinario habitual les recomendó acudir a Basati, una ONG de profesionales que dedican parte de su tiempo a tratar a animales maltratados o sin dueño. Alfonso, el presidente de Basati, solo puso una condición para ayudarlas; ellas tenían que responsabilizarse de buscar una casa para Ripa.
El diagnóstico no fue alentador; había riesgo de que tuviese leucemia felina y, probablemente, habría que amputar la pata coja. Pero María y Miguel, su casa de acogida y posibles adoptantes, se resistían a creerlo. “No puede tener leucemia, seguro que casi no ha estado con otros gatos... Es muy arisca”, repetía María.
Al final, tras veinte minutos que se hicieron eternos, Alfonso trajo los resultados: “Ha dado negativo en leucemia, pero aún hay que hacerle otro examen. Y en cuanto a la pata... quiero que la vea un compañero, que es traumatólogo”, explicó Alfonso para alegría de todos los presentes. Aún adormecida por la anestesia, Ripa se fue a la que pronto sería su nueva casa.
Escenas como esta son posibles gracias a la labor de los miembros de Basati y a las donaciones y cuotas de los socios. Los donativos se realizan en la página web www.teaming.net/basati, mediante Teaming, una herramienta online para recaudar fondos para causas sociales con microdonaciones de 1€ al mes.
Otros colaboradores aportan productos útiles para el ejercicio de la veterinaria como material clínico (guantes, medicaciones, gasas, jeringas, material de sutura) o pienso. También hay colaboradores que realizan servicios de varios tipos.
peritaje Además de la atención veterinaria, Basati colabora con la Brigada de Protección Medioambiental de la Policía Foral realizando exámenes periciales, presentación de informes y asistencia pericial a animales maltratados.
“Nos ha tocado ver de todo, bichos apedreados, ahorcados, envenenados e incluso víctimas de la violencia de género”, comenta Alfonso, presidente de Basati, en referencia a un caso en el que el informe pericial fue determinante para condenar al agresor por violencia física y psicológica hacia su pareja. A Gorka, secretario de la asociación, el caso que más le impactó fue “una castración masiva en una intervención en un caso de síndrome de Noé (una patología que lleva a acumular animales)”. en adopción Actualmente en Basati hay 3 perros y una perrita en busca de una familia que les dé una segunda oportunidad. Se trata de Loki, Mora, Yako y Otro y, por desgracia, los cuatro comparten un pasado de maltratos y abandono.
“Loki tiene dos años aproximadamente y se lo quitaron a unos gitanos que lo tenían muy mal”, explica Gorka, secretario de la Asociación y casa de acogida de Loki. Los maltratos que sufrió siendo un cachorro hicieron mella en Loki, que sufre de ansiedad. “Necesita trabajo y paciencia. Pero es muy buen perro, muy mimoso y obediente”, explica Gorka mientras le acaricia las orejas a Loki. Además, “está esterilizado y se lleva bien con otros perros y con gatos”.
“Dará mucha pena cuando se vaya, pero necesita un lugar en el que pueda desfogarse todos los días. Su dueño ideal sería alguien con mucho tiempo y un terreno”, comenta Gorka, que tiene claro que “si no es para ir a un sitio mejor, no se va”.
La segunda oportunidad de Otro, un perro de caza, vino vestida con un chaleco de seguridad naranja. A Otro lo encontraron unos trabajadores de Arian, la empresa de mantenimiento de carreteras, atropellado en la autopista. A su lado estaba su compañero de fatigas y abandono, otro perro que no tuvo tanta suerte y murió. Cuando llegó a Basati, Otro tenía tres fracturas y estaba muy delgado. Ahora, está casi recuperado y se ha convertido en un precioso perro de 28 kilos y ojos brillantes que busca una familia que le cuide y a la que cuidar.
A sus dos años Yako ha conocido la peor faceta del ser humano. Hasta su rescate, Yako estuvo encerrado en un piso. “Su dueño lo había dejado para que muriese de hambre, pero por suerte consiguió abrir la tapa del water y así, al menos podía beber agua. Además, una niña, le tiraba comida por el balcón”, recuerda Ester, “el cerebro logístico de Basati”.
En último lugar está Mora, una “minilabradora” negra que está acogida en casa de Ester y que “creemos que no ha sufrido maltrato, sino simplemente un no trato”. Como consecuencia de esto, la perrita tiene que aprender a interactuar con las personas, un proceso en el que “va mejorando gracias al trabajo de los veterinarios y etólogos de la Asociación”.
En cuanto a los perros, Mora no tiene ningún problema. De hecho, el otro perro de Ester, Darko, se ha convertido en su principal apoyo y en un elemento esencial para su recuperación. “Cuando yo la encontré no habría podido gestionar la situación sin mi perro. Por ejemplo, cuando salimos a pasear, Mora no pasea conmigo, sino con Darko. Entre ellos se ayudan”, explica Ester con una sonrisa.
La mejor adopción para Mora sería alguien “con más perros y dispuesto a seguir con esta socialización”. “Ser casa de acogida es agridulce porque por un lado te da pena que se vaya, pero al mismo tiempo deja un hueco libre para que la rueda siga girando”, confiesa Ester.