El sumidero de Mengosaroia, según mi apreciación, es uno de los fenómenos naturales más prodigiosos de Tierra Estella. Está situado en el río Uiarra, que nace en la provincia de Álava, cerca de la localidad de Contrasta; y desemboca en el Urederra, junto a Baríndano, perteneciente a la Améscoa Baja. En concreto se halla emplazado al Sur de Aranarache, en la Améscoa Alta; y está cercano al puente de Mengosaroia, por tanto en el cauce alto-medio de este afluente con un régimen hídrico tan peculiar.
Las aguas cristalinas provenientes de las cimas más altas de la sierra de Lóquiz: Otzamendi (1.258 mts.), Arnaba, Larraineta y Zikilamendi, se precipitan al Sur de Larraona y Aranarache en meandros sinuosos, tras resurgir de las profundidades en Contrasta y acompasadas por varias torrenteras, excavando calizas y margas que se originaron en el Cretácico, hace muchos millones de años, cuando estas tierras y montes estaban ocupadas por el mar. Bajo el acantilado vertiginoso de Artxu, el río da un giro brusco hacia el Norte para después retomar enseguida su dirección Este, poco antes de desaparecer en el sumidero y dejar el lecho pedregoso sin gota de agua.
Este fenómeno singular sólo ocurre cuando el caudal se encuentra en su régimen medio, porque por encima de varios centenares de litros por segundo el agujero a las profundidades es incapaz de tragar el sobrante, ya que, aunque corta el lecho calizo como un tajo, es de dimensiones reducidas. Por ello, con fuerte avenida no se aprecia; o incluso en época de estiaje sucedería lo mismo de no conocerse su ubicación exacta, pasando en ambos casos quizá inadvertido. Gracias, Rufino, por haberme dado las indicaciones para encontrarlo, circunstancia que me produjo una alegría inmensa compartida con mi perrita Kika, aquella mañana gris.
Algo más abajo, también al Sur de Eulate, se encuentra el puente del Molino, donde aun se puede apreciar la construcción del mismo: la presa, el conducto de agua y los mecanismos de las ruedas que movían las piedras. En este punto el río puede volver a inundarse ocasionalmente, porque recibe el aporte de una regata. Lo mismo sucede en San Martín y Ecala. Y sobre todo en Baríndano, a escasos centenares de metros de la desembocadura, donde existe una surgencia importante; y aún otra junto al Urederra, como me informan hoy Jesús y otros contertulios autóctonos en el bar de Zudaire, devolviendo ambas la vida al conocido también como Río Seco por sus características tan especiales.
Pero, quizá, la pregunta más importante sea: ¿a dónde va toda el agua que traga el sumidero de Mengosaroia? Pues bien, para mí, el caudal que se interna en las profundidades de las galerías subterráneas es similar al que aflora en el nacedero de Itxako, del que se abastece la ciudad de Estella- Lizarra.
Por otro lado, la dirección de la cueva de Basaula, próxima a este último nacimiento, coincidiría con la del curso fluvial de las entrañas de la tierra. La inmensa cavidad, bien estudiada por diferentes grupos de espeleología, con más de cuatro kilómetros y medio de galerías, tres niveles hídricos y un lago de amplias dimensiones, aún tiene la peculiaridad de emanar agua por su boca en años de lluvias y nieves abundantes. Este hecho puede indicar que hace muchos milenios el Itxako nacía en esta surgencia, ahora ocasional, por lo tanto fósil.
En consecuencia, todo un conjunto natural, hídrico y geológico de una riqueza difícil de catalogar y ni siquiera de describir: inmenso, tachonado de robles, hayas, encinas, bojes, acebos, enebros, etc.; donde encuentran un medio óptimo numerosos mamíferos como el jabalí, zorro, garduña?; aves, insectos y todo un sin fin de seres vivos. Un escenario surcado de cárcavas, barrancos, montes redondeados caprichosamente por la acción de los elementos erosivos, y huellas del pasado que atestiguan la evolución prodigiosa del planeta azul y de estas tierras antes sumergidas bajo un océano tropical.