La gentileza de Carlos Aramendía y su familia permite que desde su terraza de las nuevas edificaciones del pamplonés Soto de Lezkairu podamos disfrutar de una inédita y fenomenal vista de todo Aranguren y pagos de otros valles limítrofes. Panorámica de infinito recreo que lo será en cualquier época del año, pero muy particular ayer pasadas las 9 de la mañana, cuando la amanecida todavía no se había quitado las legañas, de los turbios bancos de niebla ni había puesto el mantel a la larga mesa de la sierra de Tajonar para que se desayunaran la Higa de Monreal y los altos de Alaiz. Y el sol de invierno... empujando como antiguo, como hogaño y por siempre como nueva esperanza para la vida. Horizonte de calma serena, con la fábrica cristiana de San Saturnino resucitada en la última parte del siglo anterior como eje vertebrador, rejuvenecida y fuerte, de un lugar que ha sabido conjugar, no sin dificultades, lo inquebrantable de lo rústico y agrícola, con lo moderno y propiamente de morada.

Residencia que en muchos casos hace de primera y segunda. La primera como si fuera en la adorada, necesitada y vieja Iruña y, la segunda. la que se enraíza poco a poco en entidad humana y que acaba identificándose en cada vecino con ese siempre argulloso acento que entraña mi pueblo. Mutilva Alta/Motiloagoiti ha sabido conjugar y sumar a su importante y patrimonio humano (entorno a los 3.000 habitantes a 31 de enero de 2016) la rica diversidad de los mutilveses o mutiloarras de siempre (los Labiano, Biurrun, Esparza, Istúriz, Sarasa?.) y los nuevos vecinos que llegaron por la calle Untxiko para quedarse hace tres décadas (Iñarrea, Arrarás, Viedma, Pérez, Echarri y otros).

En cualquier caso, Mutilva Alta es una de las más guapas aldeas de la Cuenca de Pamplona: pija le dicen, desacertada en su acelerado crecimiento también? pero chula, gallarda y con muchas ganas de vivir.

¡Que tiene Mutilva Alta (dice el jatorra puritano) que no tiene Washington? tiene a San Saturnino, la Casa de Cultura y? el frontón!

Mutilva Alta/Mutiloagoiti está pegada a Pamplona y por tanto a la centralidad del territorio foral; sin embargo, desprende una vocación muy singular por su clima, mirada y jurisdicción. Se inclina hacia el Este geográfico, hacia naciente más que hacia poniente y con tendencia a crecer, discriminando lo menguante. Su término limita al Norte (Mendillorri) y Oeste (Soto de Lezkairu) con Pamplona, al Este con Badostain y al Sur con lo que fue (es) Mutilva Baja.

En 2010 el crecimiento urbanístico terminó por fundir a Mutilva Alta/Mutiloagoiti con Mutilva Baja/Mutiloabeiti a través del eslabón Entremutilvas, dejando de existir oficialmente con su nombre compuesto en castellano y en euskera. Ya ha pasado más de un lustro desde que todo es Mutilva, aunque la tilde Alta, también la Baja, probablemente se mantendrá en el repertorio hablado de la zona varias generaciones más.

historia y patrimonio La grafía Mutiloa aparece ya a comienzos del siglo XI como sobrenombre locativo. Probablemente su modo euskaldún significa cabaña del muchacho (de mutil, muchacho; y ola, cabaña). Y otros documentos antiguos que hablan de Mutilva Alta se remontan hasta principios del siglo XII cuando consta que el lugar estaba servido y al servicio de la catedral de Pamplona y Santa María de Roncesvalles. En el siglo XIV ya aparece mencionada en los libros de fuegos de nuestro Reino.

Siglos más tarde, Pascual Madoz la describe en 1850 con 8 casas y 44 almas, la iglesia parroquial de San Saturnino, que sigue siendo atendida por miembros del cabildo de Roncesvalles, y una fuente de abastecimiento de agua canalizada desde las laderas altas de Aranguren.

Entre su arquitectura civil hubo un Palacio Cabo de Armería del que se conoce muy poco: en 1723 consta que su propietario era Agustín de Sarasa. Madoz también habla de grandes tierras de secano pero fértiles y un soto entre las dos mutiloas destinado a pastos del ganado.

En la actualidad los edificios más reseñables son la iglesia de San Saturnino y una singular casa con torre en la primera rotonda de entrada al pueblo. La iglesia parroquial define bien lo que es la antigua Mutilva Alta de hoy. Se trata de una fábrica, moderna y que respeta lo antiguo, levantada sobre el lugar que ocupó el templo románico. Fue reconstruida en varias actuaciones en los siglos XVI y XVII. En el tercer cuarto del siglo XX aparece abandonada y en ruinas. En la década de los 80, y para ofrecer culto a los nuevos y numerosos habitantes, el ayuntamiento y la diócesis la reconstruyeron con acierto. De su pasado guarda varias piezas de valor: Además de su puerta de entrada con arco de medio punto sin tímpano y con tres gruesos baquetones que apean en columnas con molduras a modo de capitel, posee un antiguo y precisoso sagrario y una estela funeraria. La casa con torreón de tejado a cuatro aguas tiene una halo misterioso en el que se pelean el estilo rural, el palaciego y el romántico.

¡Larga vida para la Alta y chula!