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Integración en Leitza

Seis personas acuden al taller ocupacional Okille, que comenzó su andadura en el año 1992 El Gobierno de Navarra le ha concedido por primera vez una partida nominativa de 24.000 euros

Integración en Leitza

leitza - El tiempo transcurre a otro ritmo en Okille, adaptado a las necesidades y habilidades de las seis personas con discapacidad, principalmente psíquica, que acuden a este taller ocupacional de Leitza. Comenzó su andadura en 1992 con el fin de ofrecer formación y empleo a los vecinos de Lei-tzaldea con necesidades especiales que acudían a otros centros o se quedaban en casa. Casi 25 años después, su labor ha sido reconocida por el Gobierno de Navarra otorgándole por primera vez una partida nominativa de 24.000 euros, tal y como se pudo saber hace unos días en una visita al taller realizada por la comisión de Derechos Sociales del Parlamento de Navarra.

Pablo Feo es el responsable del taller desde 1996, año en que el Ayuntamiento convocó la plaza. Natural de Bilbao y economista de formación, llevaba seis años colaborando con Gorabide, asociación que trabaja en Bizkaia con personas con discapacidad intelectual. “Cuando me apunté, no tenia demasiado claro dónde estaba Leitza”, apunta Pablo Feo, al tiempo que destaca que “estoy muy contento”. Lo cierto es que Okille no se entiende sin él; educador, dinamizador, chico para todo y sobre todo amigo de Maite Iturrarte, Ana Mari Diosdado, Lontxo Perurena, Joxe Mari Zabaleta, Estitxu Zabaleta y Milagros Labaien.

“Cuando empecé ya llevaban varios años trabajando. Entonces se hacían alfombras, con la que no se ganaba ni para pagar el material utilizado”, recuerda Pablo Feo. Después comenzaron a realizar diferentes productos con papel reciclado por ellos mismos, especializándose en invitaciones de boda. “Al principio una nos llevaba dos semanas y ahora las hacemos en 2-3 días. Hemos aprendido entre todos”, apunta.

Después vinieron la digitalización de fotografías y documentos así como la minilavandería en la que lavan ropa de cama y prendas de gran tamaño. “La lavadora se autofinanció con el dinero generado por el taller”, destaca Pablo Feo. Lo último son unos eguzkilores en diferentes formatos realizados con papel reciclado, producto que ha tenido gran éxito. “Lo bonito es el modo en que se realiza todo el proceso. Elaborar un eguzkilore consta de 30 partes”, apunta. “Cada paso hay que simplificarlo al máximo, para no dar lugar a error”, señala el responsable de Okille, al tiempo que destaca que “a su vez cada sección ha de estar adaptada a las habilidades de cada uno. Cuando alguien compra una flor de las que hacemos, lo hace porque le resulta bonita. No se ve el trabajo que hay detrás, y eso para mí, es lo realmente valioso”.

Pero no todo es trabajar y compaginan sus tareas con diferentes salidas. Una fija es los miércoles a la tarde a la piscina de Tolosa, donde siempre finalizan en el jacuzzi. Otra que no se pierden es la de los viernes al mercadillo, con parada obligada para tomarse un café. También realizan diferentes excursiones.

También forma parte del grupo Katti, una voluntaria que conoce bien el mundo de la discapacidad. Ella misma, junto a otros familiares fundaron la asociación Okille, impulsora de este centro que trabaja para mejorar la calidad de vida de personas con necesidades especiales y también las de sus familias. Asimismo, otras muchas personas y empresas de Leitza colaboran a su manera dando apoyo el centro.

ESTABILIDAD “La partida del Gobierno de Navarra supone un reconocimiento y da cierta estabilidad al taller”, apunta Virginia Eraso, trabajadora social. “Una asociación pequeña como la nuestra no puede competir con Anfas, Tasubinsa o Elkarkide, proyectos grandes, potentes, con líneas de producción y muchos usuarios”. Y es que hasta la fecha, Okille concurría como asociación privada a las convocatorias de subvenciones del Gobierno. “Estos últimos años estas ayudas no cubrían más allá del 20-30% del coste anual, unos 15.000 euros. El resto lo aportaba el Ayuntamiento”, apunta Eraso. Al respecto, el alcalde, Mikel Zabaleta, señala que “tratándose de un servicio público, lo ideal sería articular un convenio entre el Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Leitza”, al tiempo que agradece la partida.

La escuela infantil, con la que Okille comparte edificio, se ha quedado pequeña. Por ello, el Ayuntamiento baraja diferentes posibilidades para reubicar el taller. “Necesitamos un local de 160-200 metros cuadrados con acceso libre y directo. De ese modo podríamos adecuar el espacio a nuestras necesidades. Hasta la actualidad nos hemos amoldado a lo que teníamos: un pequeño almacén, aseos y una gran sala de unos 60 metros cuadrados donde improvisamos un pequeño comedor, un taller y una oficina sin separaciones de ningún tipo”, apunta Pablo Feo.

El alcalde, por su parte, se muestra favorable al traslado de Okille. En este sentido recuerda que la escuela infantil “se encuentra saturada” por lo que permitiría su ampliación. Al respecto, adelanta que se están estudiando diferentes ubicaciones.