pamplona - Han pasado más de 20 años y el barrio de Rochapea se consolida como el más poblado de la ciudad (entorno a 26.000 habitantes) tras haber colmatado las diferentes fases del desarrollo urbanístico dibujado en el Plan Parcial de 1989 (y modificado en 1999). A principios de la década de los 90 había unos 12.000 habitantes en el barrio. De las más de 5.000 viviendas proyectadas apenas quedan algunas parcelas por ejecutar.
Precisamente uno de los solares que había quedado en stand by, rodeado de nuevas manzanas, y que durante la crisis cayó en manos de Servihábitat (inmobiliaria vinculada a Caixa), ha pasado a manos de un grupo constructor y ya tiene reservadas la mayoría de las viviendas libres previstas en una promoción de siete plantas. Para finales de año está previsto que la firma promotora LMB (Luis Martínez Benito) obtenga la licencia de obras para llevar a cabo la construcción de 91 viviendas entre las calle Ochagavía, Juslarocha y Paseo Anelier. Los precios de estos pisos oscilan entre los 91.000 euros en viviendas de una habitación hasta los 230.000 euros más IVA de las mayores. La idea de la empresa es iniciar las obras de construcción durante el primer trimestre del próximo año.
En el Paseo Anelier también avanzan a toda pastilla las obras de excavación del sótano del nuevo bloque que construye Amenabar para 56 VPO. Cabe recordar que a comienzos del año pasado el Ayuntamiento firmó un convenio con la Sociedad Cooperativa Hábitat Rotxapea, el sindicato UGT para la venta directa de la parcela que era de propiedad municipal. El planeamiento señalaba para esta zona edificios de planta baja más siete alturas.
El Plan Parcial de Rochapea de 1989 preveyó la construcción de un total de 5.030 viviendas y el derribo de unas 400. De aquella programación quedan pendientes, según fuentes de Urbanismo del Ayuntamiento de Pamplona, algunas parcelas por activar junto al Río Arga, así como dos edificios para usos terciarios en el macrosolar que se utiliza de aparcamiento entre calle Río Arga y Arbizu.
El arquitecto urbanista Sigifredo Martín fue el encargado de rediseñar la expansión de Rochapea diez años después de su primer plan. “El plan parcial ya fue una apuesta muy ambiciosa, desde el Plan General Urbanístico que impulsó el Ayuntamiento de Pamplona, para revitalizar un barrio periférico, sin apenas infraestructuras y donde abundaban los usos industriales y rurales”, remarca. “La idea era consolidar el desarrollo de la ciudad al otro lado del río y unificar la zona de la Vega del Arga para lo que se intervino en Rochapea y San Jorge”, subraya. “Chantrea era un barrio cerrado, se construyó a mediados de los cincuenta de una vez con viviendas de autoconstrucción para gente trabajadora y con la idea de emular un área rural. Quedaba por impulsar la zona norte de la ciudad; los grandes vacíos estaban en Rochapea y San Jorge, que también era una zona semindustrial y semiresidencial con zonas urbanas obreras totalmente fuera de contexto”, remarca. El plan inicial de Rochapea planteó precisamente la necesidad de integrar bloques sueltos de viviendas en un territorio muy rural, sin ordenación. El principal desarrollo se localizaba entorno a Marcelo Celayeta como “vía de borde entre la ciudad y la comarca”. El nuevo plan conllevó el cierre o traslado de históricas fábricas como Caceco, Industrias del Caucho o Sancena, la desaparición de huertos y campos, y la renovación de infraestructuras como el Civivox, el polideportivo, los frontones o los nuevos centros educativos. Se renovaron y demolieron edificios enteros, incluyendo calles completas como Bernardino Tirapu o la avenida Marcelo Celayeta.
La remodelación del citado Plan Parcial inicial que coincidió con la etapa de gobierno del tripartito municipal pretendió dar “una nueva geometría”, una nueva ordenación manteniendo un gran boulevard peatonal como eje vertebrador y grandes manzanas de viviendas, además de adaptar el programa a las nuevas directrices que llegaban desde Europa en materia de inundaciones. “Recuerdo que hubo unas inundaciones muy potentes en el Rhin y a partir de ahí se endurecieron las directivas europeas. No se permitía situar edificios en áreas afectadas por el periodo de las avenidas de retorno de 400 años. Es por ello que se alejaron las primeras viviendas del Arga, se creó un gran parque con mayor sección (el parque se amplió en 53 metros - de 77 a 130 metros de anchura- y se desplazó la primera línea de edificios alejándolos más del cauce del Arga) y se planteó la creación de dos edificios de oficinas en el límite con la calle Río Arga, relata Sigi. Esta zona sur comenzó a edificarse en 2002, y la parte norte en los noventa.
Aquella planificación que contemplaba nuevos parques, trazados viarios, plazas y dotaciones se logró afianzar con una “densidad determinada de viviendas”, admite Martín, que reconoce que el resultado ha sido “un barrio de calidad”. El Ayuntamiento de Pamplona se hizo cargo de la gestión urbanística (con un alto coste, una “inversión arriesgada”, dice Sigi) a través del sistema de cooperación, es decir, impulsó las nuevas construcciones y fue girando a los propietarios las cuotas de urbanización correspondientes. Otra de las virtudes del plan era el alto porcentaje de vivienda protegida lo que atrajo a muchas parejas jóvenes. Cabe recordar que una nueva modificación promovida de 2009 supuso por otro lado el incremento de las alturas de los nuevos edificios que contó con la oposición vecinal.
Dicen que la Rochapea fue el único barrio de Pamplona que surgió en los extramuros de la ciudad ya que en Pamplona, al ser catalogada como Plaza Fuerte, se impedía la edificación en sus cercanías por razones de defensa. El barrio fue fundado por los hortelanos y es el más antiguo de Iruña exceptuando el Casco Viejo.