sangüesa/zangoza - Vital y Aramendía, Aramendía y Vital, compañeros, amigos y vecinos de la calle Mayor de Sangüesa siguen unidos hoy por sus grandes pasiones: música y danza, que les insuflan vida. Son dos torrentes, infatigables veteranos que con 76 y 68 años respectivamente, tocan y bailan; bailan y tocan, y en estas fiestas que ayer finalizaron han pasado a primer plano, por un lado como protagonistas del cohete, indiscutiblemente adjudicado por su largo impulso a la música y a la cultura, y por otro como parte activa del programa festivo de unas fiestas que no olvidarán, desde el primer día hasta el último.

Luis Mari Vital y Juan Pedro Aramendía (Sangüesa 1940 y 1948 respectivamente), unidos en interés y sentimiento han hecho que Sangüesa mantenga su larga tradición de txistu y danzas, y han sembrado su propio terreno de una inquietud que continúa en los suyos: Unai Vital e Iker Aramendía, que les siguen en cada actuación como parte de los dantzaris de Rocamador Dantza Taldea.

“He crecido con mi padre txistulari, que es lo que él siempre se ha considerado. Tengo que ir a tocar aquí o allá era la frase repetida en mi infancia, porque entonces había muy pocos txistularis y les llamaban de muchos sitios”, recuerda Unai.

La efervescencia del folklore de aquellos primeros años 70 se palpaba en el hogar. “Nos ha educado siempre en el respeto y en favor de divulgar la cultura vasca, y yo puedo decir que siempre he bailado al son de la música de mi padre”, subraya Unai. La educación recibida ha calado en su faceta de dantzari que hoy mantiene como miembro en activo de Rocamador Dantza Taldea.

Sesenta años lleva Luis Mari Vital como músico de txistu en ejercicio. Corría 1956 cuando otro entusiasta sangüesino, Javier Beúnza, le puso un txistu entre las manos. Vital era músico de flauta travesera en la Banda Municipal. La carencia de txistularis en la época, hizo que participara en aquel primer alarde San Fermín de 1959. Lo volvió a hacer en el 2009, con motivo del 50 aniversario. Fue txistulari del ballet vasco Etorki, entre los años 1965-70, y en 1967, el txistu le llevó de gira a Japón con la Sección Femenina del Movimiento; también a Italia y a Marruecos . “Desde niño le he oído hablar de ese viaje”, recuerda Unai.

Vital, infatigable, fundó la Banda de Txistularis de Sangüesa, con Jesús Bermejo, Ricardo Elizalde, y el fallecido Miguel Larrañeta, entre la década 1965-75, banda importante del momento que actuó en destacada plaza y fiestas como la Semana Grande de Bilbao, con inmejorables críticas. Su trabajo en la imprenta como tipógrafo, le impidió llegar más lejos en su formación musical y, sin embargo, como autodidacta ha logrado saciar su ansia por la música. Hoy continúa tocando, formándose y sintiendo la cultura vasca con la misma intensidad de su juventud.

Ayer salió a tocar con sus compañeros de txistu de Mugarik Gabeko Txuntuneroak, que tocaron en su honor la Biribilketa que él compuso hace 46 años para la antigua Banda de Txistularis de Sangüesa. “Se me ocurrió sin más y la escribí en 15 minutos”, comentaba modestamente, con emoción contenida.

También el día del cohete veteranos dantzaris bailaron para él y para su fiel compañero de viaje en el camino del folklore, Juan Pedro Aramendía, incansable como él, que sigue bailando al son de su txistu. Juntos promovieron el grupo de danzas Rocamador allá por el año 1972, como herederos de grupos anteriores. Han dado forma a más de catorce danzas, contribuido a la recuperación de piezas y su presencia ha sido fundamental para enseñar a la gente de Sangüesa y de la zona el baile de la Era y el Vals . En esta tarea, Juan Pedro se ha empleado a fondo, “tozudo”, como él dice. “Su actividad ha sido muy intensa, dentro y fuera, era casi imposible escapar de su influjo”, recuerda su hijo, Iker, que baila desde que tiene memoria.

Estas fiestas Rocamador y el grupo de txistularis lo han dado todo: danzas, concentración de dantzaris, homenaje a los pastores, y con ellos, Luis Mari y Juan Pedro, tirando del carro de la cultura siempre, dentro y fuera. Vecinos de casa y negocio, imprenta y pastelería, “nos lo han transmitido todo, de forma muy positiva y han sabido tejer una red muy grande”, añade Iker. Están en conexión con la música y la danza, que les ha abierto un mundo de relaciones , y es lo que les llega más adentro.